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“Para los antiguos mexicanos el inframundo era el origen de la vida”

El arqueólogo explica el descubrimiento del inframundo en Teotihuacán, México

El arqueólogo Pedro Sánchez Nava suele decir que entre el Bravo y Suchiate todo es tepalcate. La frase significa que todo el territorio mexicano comprendido entre ambos ríos es una fascinante área de estudio para entender sobre la vida de los antiguos mexicanos en las culturas precolombinas. Así lo ha demostrado el proyecto Tlalocan, donde un grupo de especialistas hallaron una representación del inframundo en Teotihuacán, una de las zonas arqueológicas de México. “Es un hallazgo importante para entender la dinámica social e ideológica de una de las ciudades más importantes de Mesoamérica”, ha dicho en una entrevista digital con los lectores el coordinador de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH).

El proyecto Tlalocan ha encontrado un túnel de 103 metros de distancia a 15 metros de profundidad. En su interior los arqueólogos, encabezados por Sergio Gómez, encontraron 50.000 objetos que formaban parte de ofrendas religiosas. El túnel, explica Sánchez, no podrá ser visitado por los turistas. “Al acceso implica cierto riesgo de colapso”, dice. No obstante, los especialistas han usado en la exploración escáneres tridimensionales. “El público interesado podrá hacer una visita virtual como si estuviera adentro del espacio gracias a esta tecnología”, señala.

Los trabajos de los arqueólogos continúan al interior del túnel porque se tiene la hipótesis de que una autoridad de la ciudad podría estar enterrada ahí, lo que sería un hito pues "nunca se han encontrado tumbas de gobernantes". Esto ayudaría a desentrañar algunos de los misterios de esta ciudad. “Teotihuacán se abandona hacia el año 700 o 750 de nuestra era encontrándose evidencias de saqueos, incendios y una huida precipitada”, explica Sánchez a los lectores. “Parte de la población se reubicó en otras ciudades del altiplano, aunque ninguna llegó a tener la grandeza que tuvo su ciudad”, indica.

Mucho de lo que sabemos sobre los tetotihuacanos se debe a los aztecas, que conocieron la majestuosa ciudad “después del año 1300, 500 años después” del esplendor. “La hallaron en ruinas aunque siempre la asumieron como un espacio sagrado”, señaló Sánchez. Su fascinación con la ciudad sagrada hizo a los aztecas llevar piezas y ofrendas al Templo Mayor de México Tenochtitlan, en lo que hoy es el centro de la ciudad. “Es importante mencionar que son los aztecas quienes dan nombre a Teotihuacán (lugar donde los hombres se convierten en dioses)”, indica el arqueólogo.

Los hallazgos en Teotihuacán serán mostrados al mundo el próximo año. Los funcionarios del INAH consideran que para 2015 podrá ser visto un documental que narre las dificultades de la excavación y la exploración, donde fueron utilizados dos robots manufacturados por ingenieros mexicanos además de tecnología de punta. También se prepara una exposición con algunos de los objetos más importantes hallados —más de 50.000 piezas que van desde vasijas dedicadas a Tláloc (el dios del agua), dientes de felinos, aretes y collares de jade y estatuas—. “Los materiales se han conservado ya que estuvieron inmersos durante 1800 años en un ambiente acuoso. Ellos creían que el inframundo tenía mucha agua, pues era la fuente de la vida”, dice Sánchez.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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