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PLAN DESDE... ESTAMBUL

Cien años de ‘affaire’ cinéfilo

El cine turco celebra un siglo de existencia con la exposición 'One Hundred Years of Love. The Affair between Film and Audience in Turkey' en el museo Istanbul Modern

Vista de la exposición 'One Hundred Years of Love. The Affair between Film and Audience in Turkey' en el museo Istanbul Modern.
Vista de la exposición 'One Hundred Years of Love. The Affair between Film and Audience in Turkey' en el museo Istanbul Modern.

El pasado mes de mayo la película Sueño de invierno de Nuri Bilge Ceylan se llevó la Palma de Oro en el Festival de Cannes en un año en el que Turquía conmemora el primer siglo de su cinematografía: Fuat Uzkinay rodó en 1914 Ayastefanos’taki Rus Abidesinin Yikilisiel, primer largometraje documental del cine turco y el inicio de ese largo affaire entre cine y audiencia que celebra (y repasa) la exposición One Hundred Years of Love. The Affair between Film and Audience in Turkey (hasta el 4 de enero de 2015) en el museo Istanbul Modern —que hay que visitar para conocer el pasado y, sobre todo, el presente del arte turco—.

“El cine existe porque hay un público”, escriben los comisarios Gökhan Akçura y Müge Turan en la primera cartela de la exposición. Es una declaración de intenciones: ellos la han ideado desde el punto de vista de los espectadores. De esos que acudían a las salas de cine del Cuerno de Oro o de Beyoglu atraídos por los bellos carteles de Münif Fehim y Mithat Agakay, o por los anuncios de las revistas especializadas —empezaron a utilizarse a finales del periodo otomano— como Ses, que siempre dedicaban sus portadas a actrices, para lamento de algunos lectores que reclamaban ese mismo espacio para sus adorados Cüneyt Arkin o Kartal Tibet.

One Hundred Years of Love no solo repasa el pasado —es genial el apartado dedicado a las cartas escritas por admiradores y a los altares que muchos de ellos erigieron para sus ídolos— también se pone tarea para el futuro: conservar y recuperar un legado cinematográfico que si hoy sobrevive es gracias más a empeños personales que a políticas gubernamentales.

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