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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

People

¿Quién es la gente? A esta pregunta trató de responder Jordi Évole en su programa

David Trueba

La canción Viva la gente fue un himno optimista y euforizante. Nacida con el título de Up the People, pretendía animar a la muchachada tras la devastadora depresión emocional que supuso la Segunda Guerra Mundial. Con versiones en todos los idiomas, fue arrinconada por cursi cuando se descubrió que por mucho cantar alegres y dando palmas, la gente, en cada pueblo y lugar, era aplastada por prioridades más urgentes de otra gente. Pero la gente, como concepto, está de regreso. El pasado domingo, los líderes de Podemos llenaron una plaza de toros sin autobuses organizados ni bocadillos pagados, con mucha gente a favor de gente. El cartel del combate se resume en La Gente vs. La Casta.

El Partido Republicano en Estados Unidos es conocido por las siglas GOP, que significan Gobierno de la Gente, es decir, que la apelación a la gente no resulta novedosa en política. Ni en el mundo del espectáculo, donde el cariño del público justifica todas las atrocidades. Las televisiones llevan mucho tiempo amparando su programación en algo que consideran incuestionable. Le dan a la gente lo que la gente pide. Y cada vez que alguien dice que la programación da asco o tal programa es innoble, la respuesta consiste en explicar que eso es lo que la gente quiere. Así que la gente no da abasto para satisfacer todas las necesidades que tienen los demás de la gente.

Pero ¿quién es la gente? A esta pregunta trató de responder el domingo Jordi Évole en su programa. Llevó a Oriol Junqueras, el político mejor situado para ser el próximo presidente en Cataluña, a la casa de una familia sevillana, que interpretó de maravilla el papel de gente. Tanto, que daban ganas de votar a la señora Eugenia. Pero esa es quizá la clave, la gente nunca se presenta a las elecciones. Sino que se presentan partidos y programas de gobierno y la gente se subdivide en una expresión compleja y medible de por dónde va la gente. Y así se deconstruye a la gente para formar un Parlamento, donde las invocaciones a la gente son permanentes, pero al final se vota diputado a diputado. Conclusión: viva la gente, la hay donde quiera que vas, y es lo que nos gusta más.

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