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Una antología personal y en familia

El disco de Serrat recoge 31 duetos de grandes artistas españoles y latinoamericanos

Fernando Navarro
Serrat en el Palacio de los Deportes de Madrid en 1983.
Serrat en el Palacio de los Deportes de Madrid en 1983.Marisa Flórez

Una antología pero no una cualquiera. Dice Serrat que la selección del medio centenar de canciones que forman Antología desordenada, entre las más de 600 composiciones de su cancionero, es “una elección personal y cada quien tendrá la suya”, y así es, pero tan personal como esta elección ha sido la gente con la que ha decidido rodearse para celebrar sus cincuenta años en los escenarios. Porque más de la mitad de su nuevo cuádruple álbum está compartido con otros músicos en duetos, que le dan una enriquecedora personalidad a una obra sin precedentes en su carrera.

A diferencia del típico recopilatorio, Antología desordenada es un trabajo en familia, lleno de voces y diálogos, donde muchas almas se juntan para formar una sola bajo la lumbre del cancionero de Serrat. “Es un maestro de verdad”, asegura Víctor Manuel, que pone su voz en Hoy puede ser un gran día. “Ahora, se emplea con mucha ligereza el calificativo de maestro pero con él es justo. Su trayectoria es popular y culta al tiempo”, añade. El propio Miguel Ríos, que ya había grabado sus primeras versiones de twist bajo el seudónimo de Mike Ríos antes de que el cantautor catalán editase sus primeras canciones en 1965, asegura que es “un referente indiscutible de la evolución cultural del país”.

En total, son 31 duetos, de los cuales seis de ellos conservan sus registros originales. Es el caso del dúo con Noa en Es caprichoso el azar; con Mina, en Sin piedad; o con Soledad Giménez, en Pendiente de ti, grabada en 1992 para el álbum Utopía. “Fue muy divertido. Me llamó por teléfono a casa y me dijo que era Joan Manuel Serrat. ¡No le conocía de nada y no me lo esperaba! ¡Casi me caigo al suelo! Le admiraba muchísimo. El primer disco que me compré fue de él”, recuerda entre risas Soledad Giménez, que, en esa época, estaba empezando a saborear el éxito de Presuntos Implicados y se trasladó a Madrid desde Valencia con todos sus “respetos y miedos” al tratarse de una colaboración de tal envergadura, pero pronto se le quitaron porque se encontró con un hombre ilusionado con el proyecto y “muy trabajador”.

Otro trabajador de la música, de la misma generación de Serrat y que guarda muchas vivencias con él, es Miguel Ríos, quien comparte micrófono en Cantares, que mantiene su formato original de la gira El gusto es nuestro de 1996, en la que también participaron Víctor Manuel y Ana Belén. “Es uno de los temas más emblemáticos de su carrera. Lo había versionado en mi disco Conciertos de Rock y Amor, en 1972, porque pensé que tenía una lectura blues, a lo Blood, Sweat & Tears, salvando las distancias”, asegura Ríos. “No sólo recuerdo la emoción que me producía cantar los versos de Machado con Serrat. Tenía la sensación de ser el receptor de la fuerte corriente emocional que la canción provocaba en el público. Sentía una descarga de placer”, recuerda.

De esa exitosa gira es también Hoy puede ser un gran día, la última canción a más de una voz que se ofrece en su presentación original. En este caso, es más que un dueto porque toma cariz de parranda orquestal en las gargantas de Ana Belén, Víctor Manuel, el propio Ríos y El Nano. “Cuando se armó el repertorio todos tuvimos voz, elegimos las canciones a cantar individualmente y también las que nos parecían que podían compartirse. Joan propuso compartir Hoy puede ser un gran día y todos decidimos que podríamos abrir el concierto con ella”, cuenta Víctor Manuel. “Aquellos conciertos fueron espectaculares y el entusiasmo del público indescriptible. Fuimos, creo, muy felices con aquel trabajo”, apunta. El cantante asturiano aprovecha para contar alguna anécdota: “A menudo nos confunden, bueno, más que confundirnos hay gente que se hace un nudo y pueden situarle a él como pareja de Ana Belén y a mí llamarme Víctor Manuel Serrat. Hemos viajado mucho juntos, incluidas familias y, claro, alrededor hay muchas historias. El otro día encontré una foto en la que también está Miguel Ríos, una portada de Cambio 16 de 1981, donde nos trataban de ‘resucitados’".

El resto del cancionero a dos voces ha requerido el paso del artista invitado por el estudio de grabación durante más de cuatro meses en este año. Para la ocasión, Serrat no se ha andado con medias tintas y ha llamado a toda una legión de amigos y compañeros de profesión con los que tiene una relación especial, dotando a Antología desordenada de un colorido sin igual. Hay grandes estrellas del pop español como Alejandro Sanz, que interpreta Romance de curro de Palmo, Pablo Alborán, que canta en catalán Paraules D’Amor, Dani Martín, que se atreve con Señora, o Estopa, que se ponen al servicio en Me’n vaig a peu. También se citan viejos camaradas, como Luis Eduardo Aute, que encara Y el amor, Dulce Pontes, con su fado en A ese pájaro dorado, o el hombre con el que formó La Orquesta del Titanic, el Zipi cuando Serrat hace de Zape, es decir, Joaquín Sabina, que canta Me gusta todo de ti.

Latinoamérica, que tanto le ha dado a Serrat después de que el franquismo le condenase al ostracismo por criticar los últimos fusilamientos del régimen, está fabulosamente representada con tres pesos pesados de la canción de autor. La argentina Mercedes Sosa, conocida como La voz de América, canta Aquellas pequeñas cosas (en su formato original grabada antes de su fallecimiento en 2009) que solía interpretar en sus directos en memoria de su madre, y los cubanos Pablo Milanés, con Te guste o no, y Silvio Rodríguez, galardonado junto con el propio Serrat como el mejor cantautor hispanoamericano de la segunda mitad del siglo XX y que canta Lucía, una de las grandes confesiones de amor de nuestra música. Pero también están los raperos de Calle 13 con Algo personal.

El mundo del flamenco también arropa a Serrat. Miguel Poveda comparte El meu carrer y Carmen Linares hace lo suyo en La saeta. Lolita Flores acompaña al compositor de Poble Sec en su composición más célebre, Mediterráneo, considerada por algunas publicaciones musicales como la mejor canción de la historia de la música española. “Ha sido un regalo. Me llamó Javier Limón y me dijo que Serrat quería cantar conmigo Mediterráneo”, cuenta Lolita, que pasó por el estudio el pasado verano. “Me volví loca porque cantarla con él era una de las ilusiones de mi vida. Esta canción me ha dado muchísimo. La canté en la película Rencor y, prácticamente, me valió el Goya. Pero, realmente, era todo nervios junto a él. Cuando me metí en el estudio, temblaba”, reconoce.

Todos son amigos, incluido el presentador de televisión Andreu Buenafuente que participa en Perque la gent s’avorreix tant, pero también admiradores. Porque todos los que forman parte de este ambicioso proyecto ven a Serrat como una figura imprescindible de la música española del último medio siglo. La cantante Silvia Pérez Cruz, que pone su voz en Plany al mar, asegura que la música del compositor catalán ha sido “banda sonora” de su vida. “Tenía que dejar de pensar con quién estaba cantando. Era como un fotomontaje”, dice. “Pensaba que si mi padre lo viera alucinaría mientras mi madre estaba encantada. Se me cruzaban dos dimensiones. Porque Serrat siempre estuvo presente en mi vida. Mis padres lo cantaban en el coche y en casa, cuando nos reuníamos en el salón a cantar en vez de ver la televisión. Serrat me llegó a través de la voz de mi madre y la guitarra de mi padre”, cuenta. Lo mismo le pasa a Lolita: “La primera vez que le escuché fue en el Palacio de la Música cuando tenía 12 años. Mi padre me traducía sus discos del catalán al castellano”. Incluso músicos de la generación de El Nano sitúan la importancia de su obra desde sus primeros días. “Ha sido importante para mí, es como un hermano mayor que, por donde tú vas, él ya ha pasado. Pero sobre todo es un referente en España y Latinoamérica para millones de personas. Yo, que le seguía antes de conocerlo personalmente, estaba viendo su concierto en el Teatro Carlos III de Madrid el día que se deslumbró y cantando se cayó al foso de la orquesta”, cuenta Víctor Manuel.

El músico que comenzó como un alumno de Jacques Brel capaz de componer rumba catalana o trasladar la lírica de poetas como Antonio Machado, Rafael Alberti o Josep Carner al cancionero popular, el intérprete que creó un nuevo modelo de cantante del pueblo con su carácter naïf y sus gritos generacionales, el cantor de la esperanza y la libertad, ese artista irrepetible, celebra medio siglo en los escenarios mientras la música española y latinoamericana reconocen su legado inigualable. “Es el autor más grande en nuestra lengua”, asegura Soledad Giménez. “Serrat es el poeta de este siglo”, afirma Lolita. “Está enredado en el inconsciente colectivo de un puñado de generaciones y forma parte de la banda sonora D'un temps, d'un país”, afirma Miguel Ríos. Una banda sonora a la que ahora todos cantan en Antología desordenada.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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