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Yahya Hassan: “El dolor es una fuerza motriz”

Es un poeta de 19 años que se ha convertido en un fenómeno editorial con más de 100.000 ejemplares vendidos de su primer libro en el que retrata su dura infancia

Rut de las Heras Bretín
El poeta danés de padres palestinos Yahya Hassan.
El poeta danés de padres palestinos Yahya Hassan.Alejandro Ruesga

Yahya Hassan empezó a escribir poesía poco después de empezar a fumar, a los 12 años. "Va unido. No puedo escribir sin un cigarrillo", aclara mientras se aferra a su paquete de tabaco. Hassan es un joven poeta de padres palestinos que nació hace 19 años en Aarhus (Dinamarca). Esto ha marcado su vida y, por tanto, su obra. El libro que acaba de publicar en Suma de letras es él, un retrato de su infancia y adolescencia, de ahí su título Yahya Hassan, su nombre.

NOSOTROS NO TENÍAMOS CANALES DANESES

TENÍAMOS AL YAZIRA

NO TENÍAMOS PLANES

PORQUE ALÁ TENÍA PLANES PARA NOSOTROS

No tengo ningún rechazo hacia Dinamarca. Me identifico con el idioma. ¡Me expreso en danés!, pero mi historia
no es la europea

CADA NOCHE DESPUÉS DE LA CENA REZÁBAMOS

REZÁBAMOS HASTA QUE LAS PIERNAS NO NOS SOSTENÍAN

Un conjunto de 150 poemas escritos en mayúscula y sin signos de puntuación por un simple motivo: "En minúscula tienen una apariencia tonta, visualmente no me gusta". Cualquier otra explicación no es más que "interpretación, interpretación, interpretación", masculla aburrido de explicar tantas veces lo mismo. Deja la mirada perdida en el café que ha pedido y que le ha hecho sentarse. Antes, caminaba inquieto de un lado para otro. No está dispuesto "a poner una nota al pie de cada verso, se entienden por sí mismos, y si no es así, es que son malos", afirma. Tan estrechamente relacionado como fumar con escribir está la declamación de sus poesías, pero ahora ha perdido su valor. Está "hasta las narices" de tener lecturas casi 15 veces al mes.

CERRARON LA PUERTA DEL DORMITORIO

RUIDO DETRÁS DE LA PUERTA Y UNA MIRADA POR EL OJO DE LA CERRADURA

MADRE CON UN CABLE ALREDEDOR DEL CUELLO

La poesía y la palabra rescataron a Hassan del ambiente de marginalidad en el que vivía, con un padre maltratador y una madre sumisa. Se convirtió en un adolescente delincuente que había abandonado los estudios. Vagó por diferentes internados, centros de menores. Uno de los profesores de una academia a la que asistía con otros jóvenes en su situación se fijó en él en clase de lectura de textos. Sin consultarle presentó sus escritos a la editorial Gyldendal. Al poco, Hassan recibió una llamada para citarle a una reunión: “Fue la cima de mi vida en aquel momento. Se estaba poniendo en contacto conmigo la editorial más importante de Dinamarca”.

El joven poeta escribía movido por el dolor, el miedo, la ira, no lo hacía para salir del gueto musulmán que era su barrio, no fue premeditado, pero le llevó a ello. "Desde la publicación del libro todo ha cambiado", comenta refiriéndose a la relación con su familia, aunque la realidad es que no sabe la opinión de su padre con respecto a sus versos. Las reacciones han sido dispares, de todos los ámbitos ha recibido críticas y alabanzas. Cada uno ha usado los más de 100.000 ejemplares vendidos de una manera. "Los medios de comunicación crean expectativas sobre mi futuro que ni siquiera me planteo", comenta reiterando que toma notas a todas horas pero que no tiene planes de qué, ni cuándo escribirá la próxima vez.

La extrema derecha danesa también se ha llevado los versos de Hassan a su terreno. "Han pretendido usarlos contra el Islam", se enfada mientras explica que no está contra la religión de sus padres (él es ateo). "Soy palestino [lleva un pin con la bandera en la solapa de la chaqueta]. Es mi historia, mi cultura. Nací en Dinamarca, tengo nacionalidad danesa, pero no me puedo convertir en danés", por primera vez levanta la mirada, el tema le toca, continúa exaltado: "No tengo ningún rechazo hacia Dinamarca. Me identifico con el idioma. ¡Me expreso en danés! [también lo hace en árabe], pero mi historia no es la europea". Aún así, quiere dejar claro que aprueba y le gustan muchas normas occidentales igual que rechaza otras árabes. Le malhumora que se generalice una pésima imagen del mundo islámico. Le cabrea "la hipocresía" de Occidente ante los conflictos en Oriente Medio. Gestualiza. Deja entrever un pequeño tatuaje en la mano derecha cerca del dedo meñique, son tres letras: ORD, explica que en danés quiere decir palabra. Retoma el tema de la escritura que es lo que más le interesa y reconoce que le cuesta darle un cauce poético a esas opiniones políticas. Ya lo encontrará...

Se levanta, camina, se enciende otro cigarro, canturrea para evadirse.

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