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Rasgueo de guitarras entre Vigo y Barbate

Pablo Novoa y Nono García sacan disco, 'Radio Pesquera', un dúo de rock y flamenco

Isabel Valdés
Los guitarristas Pablo Novoa y Nono García.
Los guitarristas Pablo Novoa y Nono García.

Solomillo de la abuela y una hamburguesa (eso sí, sin queso y al punto) de carne de buey. Es la cena que eligieron, el pasado jueves, Nono García y Pablo Novoa en un restaurante a pocos metros de la Puerta de Alcalá. Llevan traje. Piden caña y un Rioja. Y se miran como si se llevaran viendo algo más de una vida aunque se conocieron en abril de 2013. "Un día, una amiga me habló de Pablo y de su intención de hacer algo conmigo. Él fue quien me eligió a mí entre tanto mosto, creo que porque le gusta el atún", se ríe Nono García mientras, sin parar, van desapareciendo los ocho finos filetes en los que han troceado su solomillo bañado en salsa.

"Y en menos de un año, ha surgido el niño", musita García. Radio Pesquera es ese niño: un disco de música instrumental en el que las cuerdas de ambos se enlazan sin enredarse y que ha nacido gracias al crowdfunding a través de la página My Major Company. Llevan toda su vida acompañando gente. Pablo Novoa ha sido guitarra de Iván Ferreiro, Nacho Mastretta o Julieta Venegas. Nono García ha acariciado su mujer de madera junto a Carlos Cano, Martirio o Clara Montes. Rock y flamenco a la sombra de decenas de voces. "Somos Sancho Panza, nunca somos Don Quijote", alude Pablo Novoa, "y cuando vi la cantidad de material que había ido componiendo me dije 'esto hay que sacarlo'. Como no tengo ninguna obligación porque nadie estaba esperando nada, ni obligación de ir por ningún sitio concreto, y puedo hacer lo que me salga de las narices, pensé en un dúo".

Nos une el carácter marinero, ese que conoce quien se ha criado en un puerto

Todos aquellos que sabían de su idea le recomendaban gente relacionada con el rock. Pero él no quería eso. "Yo buscaba a alguien que tuviese una sensibilidad distinta a la mía". Y fue a ver a García al madrileño Café Central. Se saludaron, se conocieron y reconocieron mutuamente. La historia partió de ahí. Sensibilidades distintas con fondos como espejos. Beben en los mismos sitios. Disfrutan con la misma sonrisa de una buena comida. Escuchan bossa nova y a ambos los vio crecer el océano Atlántico. Eso sí, a casi 900 kilómetros de distancia. Novoa es de Vigo, García, de Barbate. 

"Le ofrecí el proyecto y le avisé de que podría ser el horror", cuenta Novoa abriendo mucho los ojos mientras coloca la hamburguesa, que acaba de llegarle hasta la mesa alta de madera clara del restaurante. "Eso sí, había dos cosas fundamentales que había que dejar claras desde el principio. Una, que esto no iba a ser un duelo de guitarras, teníamos que tocar juntos, nada de pegotes. Y dos, que la música instrumental necesita un nuevo aire de forma continua. En el pop se cambia la letra y a otra estrofa. Pero aquí no se puede".

Una vez consumado el pacto verbal, empezó una relación que, incluso para ellos, roza el surrealismo en ocasiones. Ambos decidieron que para que ese proyecto saliera bien tenían que ser capaces de ser amigos. Cuatro viajes de cinco días en Madrid, Vigo, Barbate y de nuevo Madrid, fueron capaces de unirlos. "Hacer la compra, emborracharnos, salir. Teníamos que pasar esos días juntos y solos", explica García. Lo hicieron. Ahora, estos dos "señores mayores", como ellos se llaman, parecen un matrimonio a punto de llegar a las bodas de oro, que ya discute en los viajes y se enfadan si uno pide algo para comer antes de que llegue el otro. "Hacer este disco pasaba por la convivencia y por compartir. No solo la música sino el día a día, pillarnos el sentido del humor. Hacer un chiste y que el otro sepa si es o no una ironía", apunta Novoa mientras pide otro Rioja. Apenas queda media hora para el bolo que tienen en el hotel AC Recoletos.

No fue fácil al principio. Como casi nada suele serlo. A Novoa le costó adaptarse al ritmo vertiginoso de los dedos de García: “Yo no tengo su formación, él sabe los palos, toca flamenco. Tuve que decirle que más despacio porque no podía seguirle”. Después todo fue más suave: “Tuvimos que madurar y profundizar en nuestras aptitudes musicales. Hemos adecuado nuestros instrumentos. A nosotros mismos. Nuestro lenguaje y hasta nuestra cocina”, contrapone García. Los dos están de acuerdo en que la música solo puede “cuajar” en ese líquido amniótico de amistad, si no, “no hay tu tía”.

- Así fue como también elegimos las canciones.

- Pablo calla, ahora hablo yo. Tú come, sinvergüenza.

Portada del disco 'Radio Pesquera'.
Portada del disco 'Radio Pesquera'.

Novoa es un torrente verbal. A García lo envuelve la calma mientras explica que hay algo de ambos en todo: “Ocho canciones son de Pablo y tres mías. Yo acababa de grabar un disco y no me había dado tiempo a componer menos”. La música que sale de ese estuche desplegable marrón y aguamarina que eligieron para Radio Pesquera es el del rasgueo cristalino de la eléctrica de Novoa, trenzada con el baile de acordes de la española de García. Canciones que beben de la historia de ambos. Suena a rock de los 80, a soleá. Los une el carácter marinero, “ese que conoce quien se ha criado en un puerto”.

Los dos saben que los vincula el olor a brea y a alga. A sal. “Barbate y Vigo fueron dos de los puertos más importantes durante el XIX. Ambos entrada y salida de inmigrantes, lugares de movimiento, donde llegaba el tango y otras músicas de allá, como las llamaban”, cuenta Novoa con nostalgia. A la suya se niegan a ponerle etiqueta. García termina la frase: “Es música instrumental, y más allá, nada. Es esa que te ayuda a pensar, las asociaciones mentales a las que te obliga la letra aquí no existen. Solo te libera”.

Ya en la puerta del hotel AC Recoletos ambos se fuman un cigarro como si no estuvieran a punto de pasar a un bolo en el que la docena de mesas que hay están ya ocupadas o reservadas. Ellos bromean. Y cuando quedan cinco minutos, pasan. Saludan. Se mezclan con los amigos que han venido a verlos. Y empieza el concierto, apenas sin dilación, se miran y las notas surgen. El sonido con eco de la eléctrica de Novoa lo inunda todo mientras sonríe. A su izquierda, García, serio, mueve la cabeza mientras cierra los ojos. Cuando los abre, se encuentra a Novoa, mirándolo, con la complicidad de los que saben que solo quieren ser felices con lo que hacen. Y nada más.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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