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CRÍTICA | ASÍ NOS VA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El corazón del cascarrabias

La película tiene tan poco margen de libertad como una proposición matemática

La actriz Diane Keaton en un fotograma de 'Así nos va'.
La actriz Diane Keaton en un fotograma de 'Así nos va'.

Hace años, el nombre de Rob Reiner funcionaba como garantía de distinción, sofisticado y descreído en el ámbito del cine mainstream: sus películas no renunciaban a seducir al público, pero también se empeñaban en no subestimar la inteligencia de ninguno de sus espectadores. Sus logros como director no han sido irrelevantes: llevar por primera vez al cine la comedia hiperrealista de Christopher Guest —This is… Spinal Tap (1984)—, firmar un clásico del cine espectáculo de los 80 —La princesa prometida (1987)—, afirmarse como sensible adaptador del Stephen King más difícil —Cuenta conmigo (1986), Misery (1990)— y cómplice del dinamismo dramático de los diálogos de Aaron Sorkin —Algunos hombres buenos (1992) y, en menor medida, El presidente y Miss Wade (1995)— y firmar una de esas comedias románticas capaces de hipnotizar al espectador más reacio al género —Cuando Harry encontró a Sally (1989)—. Es por el peso de esa trayectoria que resultó, en su día, tan desconcertante que el manantial de ingenio se secase casi de golpe, convirtiéndole en una suerte de artesano irrelevante al servicio de películas de olvido instantáneo. Así nos vano rompe esa maldición, pero hay algo en su condición de relajada reunión de amigos que permite evocar el recuerdo del viejo Reiner.

Así nos va

Dirección: Rob Reiner.

Intérpretes: Michael Douglas, Diane Keaton, Rob Reiner, Sterling Jerins.

Género: comedia. EE UU, 2014.

Duración: 94 minutos.

 Así nos va tiene tan poco margen de libertad como una proposición matemática: es la historia de un viejo cascarrabias (Michael Douglas) que se humaniza y redescubre las virtudes redentoras del amor cuando, tras el ingreso en prisión de su hijo, tiene que hacerse cargo de su nieta. Su vecina (Diane Keaton), cantante en clubes de medio pelo, aportará el contrapunto cálido a la ecuación, moviendo el engranaje hacia la previsible historia de amor otoñal. Sin embargo, hay algo oscuro y reprobable: la escena del reencuentro con la madre, vacía de toda mirada compasiva, que aporta una escalofriante idea de la violencia de clase encerrada en una película americana con tanta fe en los buenos sentimientos.

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