_
_
_
_
_
OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

U.S.E.

Esta crisis empezó con la sobrevaloración de nuestras posibilidades reales para afrontar la enfermedad y desemboca en desolación e incapacidad

David Trueba
Traslado de la primera contagiada de ébola en España
Traslado de la primera contagiada de ébola en España

España ha alcanzado las portadas de todos los periódicos y noticiarios del mundo. No hay medio que no abra con la noticia sobre el primer contagio de ébola fuera de África y sitúe a España en punto de foco, ese foco en el que nunca quieres estar y más cuando los responsables de la marca España pelean por sacudir la imagen de improvisación, chapuza y corrupción generalizada que salpica al país. El contagio de la auxiliar de enfermería contiene elementos de duda sobre el proceso de repatriación de los misioneros afectados, pero, más aún, deja un reguero de incompetencia terrible desde el mismo día en que detecta su estado febril y ni es ingresada ni tratada de manera conveniente en casi una semana. El sacrificio de su perro comparte los rasgos que marcarán para siempre esta crisis, que empezó con la sobrevaloración de nuestras posibilidades reales para afrontar la enfermedad y desemboca en desolación e incapacidad.

Pero, aunque el estallido de la situación conlleve la histeria colectiva y los medios no hagan nada por atenuarla, es conveniente dejar espacio para una reflexión algo más ambiciosa. La revista Science ha presentado un estudio que determina que el origen del sida tuvo lugar en Kinshasa en los años veinte. De los monos, la cepa vírica afectó a los humanos de África central y por contagio llegó a Haití. Nosotros supimos de la gravedad cuando comenzó el rosario de muertes en el mundo occidental, sesenta años después. Al día de hoy ha matado a más de 36 millones de personas en el planeta.

Mientras los estadounidenses discuten si es bueno proteger las fronteras y cursar medidas más duras contra la emigración, sabemos que el ébola surgió a mitad de los años sesenta. En todo ese tiempo, se ha tratado con cierto desprecio por estar limitado a los rincones más pobres, pasto para hechiceros y supersticiones. Sería bueno, ahora que la noticia nos ha colocado en portada, conocer nuestras limitaciones y entender que los problemas ocultos se hacen realidad con una terquedad irrebatible. El ideal sería aceptar que vivimos en los Estados Unidos del Ébola, y, por lo tanto, la lucha es global o no es lucha, solo parche. Y de parcheo e improvisaciones dramáticas sabemos demasiado los españoles.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_