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CÁMARA OCULTA
Columna
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Floreciente cine vasco

Al recoger el premio Zinemira que entregan los productores vascos a toda una carrera, Pedro Olea, el ganador de este año, dijo que se sentía feliz al ver que en esta edición del festival de San Sebastián se habían seleccionado películas vascas en casi todas sus secciones, y que algunas de ellas, como Lasa y Zabala y Loreak (Flores) habladas íntegramente en euskera.

Es evidente que desde hace unos años el cine vasco ha tomado un notable empuje gracias a las ayudas económicas de su gobierno, y que además está contando historias cercanas como, entre otros directores, ya hiciera Imanol Uribe sobre el terrorismo (Días contados), también entre otros, Ricardo Gascón sobre la homosexualidad encubierta (Ander), sin olvidar a Eloy de la Iglesia que denunció la intencionada expansión de la droga en el País Vasco, o a Antxon Eceiza que impulsó unos noticiarios (Ikuskas), que hablaban de la necesaria recuperación de la dentidad vasca. Las inteligentes ayudas oficiales a la producción local han ido levantando una industria que en Euzkadi era inimaginable en tiempos predemocráticos, aunque excepcionalmente existieran conatos, como el documental Ama Lur (1968), considerado hoy como una joya del cine vasco. Fue obra básicamente del artista Nestor Basterretexea, que también ejerció ocasionalmente de director del festival de cine, y que ha fallecido hace dos meses.

También ha muerto este año Ramon Labaien quien como consejero de Cultura del primer Gobierno vasco tras la aprobación del Estatuto de Gernika creó las ayudas a la cinematografía sabiendo que el cine es una de las mejores formas de propagar la cultura nacional. Y quien también como alcalde de la ciudad recuperó para el festival de cine en 1985 la llamada clase A como uno de los más importantes del mundo.

Mientras el gobierno de Madrid sigue entrando a matar con el cine español yéndoseles la fuerza por la boca –por ejemplo en el forzado optimismo del ministro Wert en sus discursos-, en otros lugares del Estado por no decir de Europa, se sigue considerando el cine como un bien cultural necesario. Como lo vio en su momento el político Ramon Labaien a quien el festival de San Sebastián debió rendir homenaje, aunque fuera con un simple recuerdo, Pero, ay, se les olvidó.

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