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El Greco crea marca

'El Greco. Arte y oficio' muestra el taller del pintor y ahonda en su manera de trabajar El cretense es precursor de la modernidad tanto en su forma de producir como de crear

Rut de las Heras Bretín
'San José', El Greco. Se expone por primera vez en 'El Greco. Arte y oficio'.
'San José', El Greco. Se expone por primera vez en 'El Greco. Arte y oficio'.Bernardo Pérez

El Greco se instala definitivamente en Toledo 400 años después de su muerte. Volvió a la ciudad en 1914 cuando se celebró el tercer centenario de su fallecimiento, y llegó de la mano de intelectuales de principios del siglo pasado como Santiago Rusiñol, Manuel Bartolomé Cossío, Ignacio Zuloaga y, sobre todo, del marqués de la Vega-Inclán que había fundado su casa museo en 1910. En realidad, siempre había estado allí, pero ellos, entre otros, le sacaron de la sombra y, ahora, un siglo más tarde, en lo que se ha denominado Año Greco, el vínculo con la ciudad que le vio morir y en la que pasó sus casi cuatro últimas décadas se ha hecho, si cabe, más fuerte.

No se entiende la figura de Doménikos Theotokópoulos El Greco (1541-1614) si no es en el contexto del Toledo de los siglos XVI y XVII. Sin embargo, los expertos coinciden en que esa no era su pretensión inicial. El pintor llega a España con la idea de establecerse en la Corte, de involucrarse en las obras de El Escorial que estaban entre las más importantes de Europa, pero los resultados no fueron los esperados. El Greco era un artista demasiado creativo para sujetarse a las normas de Felipe II aunque recibió algún encargo como El martirio de san Mauricio. Finalmente se instaló en Toledo, donde se tuvo que adaptar a un mercado más local, pero también se sintió más independiente y libre. Este artista, ahora toledano, es el que se plasma en la última gran exposición que cerrará el año 2014.

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El Greco. Arte y oficio sumerge al espectador en la figura del artista y del artífice. El Museo de Santa Cruz vuelve a acoger las obras de Theotokópoulos como ya hizo en El Griego de Toledo. Entonces se reunió un impresionante escaparate; ahora, se pretende ir más allá: no solo presentar la obra del pintor, sino también cómo pintaba, cuál era su modus operandi. Y no se puede explicar su manera de producir sin su taller. Figura —la del taller— poco valorada, pero necesaria para la producción de los grandes maestros de la Historia del Arte. Rubens escribió sobre el suyo. El Greco conoció los de Tiziano y Tintoretto durante su formación en Venecia. "Su taller, por su personalidad, sería pequeño", explica Leticia Ruiz, comisaria de la muestra, que defiende que el artista Francisco Prevoste estuvo ligado a él desde sus inicios en la ciudad. Otros nombres unidos al artista cretense son el de Luis Tristán y el de su hijo Jorge Manuel, además del de los doradores, escultores y arquitectos que participaban en la construcción de retablos.

El Greco tenía la idea, pintaba, dirigía, corregía, reelaboraba composiciones, daba el último toque. Pero es imposible que toda la producción que firmó saliera únicamente de su pincel. También hay obra en la que quedaba estipulado por contrato que debía salir "toda de la mano de El Greco", como La Inmaculada de Oballe. El pintor creó una marca, un modelo de producción con un claro sistema de trabajo, perfectamente reconocible. En los inventarios toledanos de los siglos XVII y XVIII hay muchas obras sin autor, sin embargo, se identifica todo lo grequiano que no tiene que ser necesariamente de su autoría, pero sí de su estilo.

La existencia del taller no quita la poética
de la creación.
Pone en su sitio
la complejidad
de la pintura Leticia Ruiz, comisaria de 'El Greco. Arte y oficio'

Esta exposición será recordada por algunos hitos difícilmente repetibles como la reunión en Toledo de los cuatro Apostolados que se conservan. "No había ocurrido antes, ni en tiempos de El Greco. Cuando los terminaba los entregaba al cliente", comenta Gregorio Marañón, presidente de la Fundación El Greco 2014. El del Museo del Greco y el de la catedral se mantienen en sus sedes. A Santa Cruz han llevado el de Almadrones (Guadalajara) y el que se expone en el Museo de Bellas Artes de Oviedo. Esta cercanía permite cotejar las imágenes, comprobar las seriaciones y ver cómo El Greco utilizaba plantillas, una manera práctica y efectiva de optimizar el trabajo para repetir los modelos que funcionaban y tenían más demanda. Esto le acerca a la modernidad, no sólo en su concepción de la pintura, sino, también, en su manera de producir y crear.

Otro hecho a recordar es la exposición de los cuatro dibujos que hasta hoy se reconocen como de El Greco. Cada uno da una idea del uso que el cretense hacía de estos bocetos. El que representa la escultura de Miguel Ángel El día es una obra de arte en sí misma; estaba en la colección de Vasari (que escribió que era un dibujo de El Greco). Los dos que vienen de la Fundación Jan Krugier (Lausana) son de presentación, de ahí que sean tan pictóricos, debieron de mostrar todo el retablo dibujado. Por último, el de la Biblioteca Nacional es un instrumento de trabajo, tiene marcadas las cuadrículas, y su estado de conservación es peor, ya que pasaba por todas las manos del taller. La comisaria insiste: “La existencia del taller no quita la poética de la creación. Pone en su sitio la complejidad de la pintura”.

Vista de la sala donde se exponen, enfrentados, los 'Apostolados'.
Vista de la sala donde se exponen, enfrentados, los 'Apostolados'.Fundación Greco 2014

El Greco. Arte y oficio se ha concebido como un ejercicio visual. Una exposición que invita a comparar, que juega con los retranqueos y los huecos en los paneles creados específicamente por el arquitecto, Juan García Cubas, para que el espectador y los lienzos se asomen a distintos espacios, para que dialoguen entre ellos, como dialoga la instalación fotográfica de Joaquín Bérchez con El Greco arquitecto de retablos. La muestra empieza con la frase: “Ser eminente en su arte y officio, y por esto se escoge la industria de su persona”, en la que en 1577 el hijo del deán de la catedral justifica la contratación de un pintor aún poco conocido para la construcción de los retablos de la catedral y del convento de Santo Domingo el Antiguo. Bérchez finaliza el recorrido volviendo a la idea de retablo y jugando con los volúmenes de sus 21 cajas de luz, consiguiendo lo que han llamado “la poética de la sombra”.

El Greco. Arte y oficio en el Museo de Santa Cruz hasta el 9 de diciembre

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