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Luis Estrada | Director de cine

“El PRI ha vuelto para quedarse”

El polémico cineasta prepara el lanzamiento de 'La dictadura perfecta', una sátira de la política mexicana

Luis Pablo Beauregard
Luis Estrada en su oficina
Luis Estrada en su oficina Rodolfo Valtierra

Cuentan que cuando el presidente Felipe Calderón vio la escena final de El infierno en 2010 no pudo ocultar su enojo. “Enfureció cuando observó el dorado escudo nacional bañado en sangre como una metáfora de lo que era México”, asegura Luis Estrada (México, 1962), el director que creó una amarga sátira sobre la guerra del narcotráfico que marcó la suerte del país en el sexenio de 2006-2012. Después, recuerda el cineasta, el exmandatario lo acusó en una entrevista radiofónica de ser un “mal mexicano" por "dañar la imagen del país”.

Estrada, el provocador, vuelve a la carga. El próximo 16 de octubre las salas mexicanas exhibirán La dictadura perfecta, que cierra un ciclo de cuatro películas que comenzó hace 14 años con la muy celebrada La ley de Herodes. “Es la crónica del apocalipsis nacional”, dice. La obra representará a México en la próxima edición de los premios Goya y trata sobre un corrupto gobernador de un Estado carcomido por la violencia que logra mejorar su maltrecha imagen gracias a la ayuda de la televisión.

Pregunta. Según sus palabras La ley de Herodes era “el retrato de un sistema político”. ¿Qué es La dictadura perfecta?

Respuesta. Es la actualización de ese retrato en un entorno donde el país ha cambiado muchísimo, pero para mal. El México de La ley de Herodes tenía un sistema corrupto hasta la médula, autoritario, donde imperaba la impunidad. Era evidente que había que cerrar ese círculo y decir que el PRI nunca se fue. Esta dictadura es hoy más perfecta que nunca. Los que mandan ya no son los presidentes sino otros. ¿De quien es la mano que mueve el títere? Cada quien tendrá su respuesta.

P. Su película inicia con una advertencia de que todo lo que se verá resulta familiar. ¿Por qué?

R. Frente a nuestras narices se dio un fenómeno curioso. Muchos medios de comunicación, en particular la televisión, empezaron a vendernos a un prohombre. Algo que coronó la portada de Time diciendo que el presidente era el salvador de la patria. El guion de la historia que cuento se comenzó a escribir antes de que Peña Nieto fuera el candidato del PRI a la presidencia. Hicimos una apuesta arriesgada, pero todo estaba cantado. Ocurrió by the book.

La gran pregunta que la película pondrá en la mesa es si la televisión volverá a poner a un presidente

La gran pregunta es y lo que va a poner la película en la mesa de debate es si la televisión volverá a poner a un presidente. ¿Cuantos más? Ya hay un chingo que se están anotando. Ya hay muchos que todos los días inauguran el mejor puente del universo, la presa más segura de México, la carretera más moderna del país. Si ya funcionó el modelo, ¿por qué no explotarlo hasta el fin de los días?

P. ¿Cómo definiría el poder de Televisa?

R. Es uno de los soportes del sistema político mexicano y por ende de la dictadura perfecta. El origen histórico de Televisa está ligado al PRI. Los fundadores de la TV en México fueron Emilio Azcárraga Vidaurreta y Miguel Alemán, presidente de la república. Desde ese entonces se fraguó la perversa ecuación de mezclar capitales políticos y económicos para asegurar un blindaje de estos intereses. Acabas entendiendo que México no es una dictadura, pero tampoco una democracia. Es una plutocracia.

P. ¿Por qué hizo esta película en 2014?

R. Sabía que me iba a tocar el momento en el que el PRI regresara, pero estoy dolorosamente seguro de que no me tocará ver cuando se vuelvan a ir. Han vuelto para quedarse. Todo lo que han hecho desde su retorno es para consolidar la promesa que hizo Juan Vargas al final de La ley de Herodes: “el reto del partido por el bien del país es estar en el poder por siempre y para siempre y un día más”.

P. Con La ley de Herodes enfrentó problemas de censura.

R. Sí. El poder creyó que esa película lo retrataba y desnudaba. El sistema se sintió muy seguro de que la película no iba a llegar al público por lo menos antes de las elecciones del año 2000. Hubo acciones orquestadas para evitarlo. Los medios internacionales lograron que el Gobierno le quitara presión a la película. Hasta el día de hoy no conozco a una persona que me haya dicho que votó contra el PRI porque vio La ley de Herodes. El cine no tiene ese poder, no hace eso.

P. Pero de eso trata La dictadura perfecta.

La televisión sí tiene ese poder. He ahí la diferencia. Cuando el cine queda muy bien es arte. Cuando queda bien es entrenamiento y cuando queda mal es un churro. Pero no tiene esa fuerza. Si esta película fuera hablada en italiano sería sobre Silvio Berlusconi. Hay otros países donde este matrimonio de política, medios económicos y medios de comunicación han puesto y quitado presidentes. Esa caja idiota tiene un poder y una fuerza que está mostrada.

Estoy dolorosamente seguro de que no me tocará ver cuando el PRI se vuelva a ir

P. ¿Podría haber nuevos intentos de censurar su obra?

R. No. Lo peor que puede ocurrir es que haya intentos de sabotear y boicotearla. No hay nada más vendedor que alardear de intentos de censura. No es el caso porque la película se defiende bien sola. Es una película provocadora y creo que puede trascender el ámbito entretenimiento y convertirse en parte del debate. Se atreve a ir adonde nadie había ido. Se burla de la investidura presidencial y hace chistes del presidente. Cualquiera que haya salido diez metros de nuestras fronteras sabe que eso se hace en todas las democracias del mundo.

P. ¿Cuando le guste el país en el que vive dejará de hacer cine?

R. Sí. Me dedicaré a ser feliz.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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