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AVISOS A NAVEGANTES

‘Booktubers’, ¿los nuevos críticos?

La prescripción literaria audiovisual inunda la red gracias a los videoblogueros

En 'Thug Notes', el cómico Greg Edwards esconde, tras su pinta de rapero y su jerga, análisis de insólita madurez
En 'Thug Notes', el cómico Greg Edwards esconde, tras su pinta de rapero y su jerga, análisis de insólita madurez

Que una reseña del clásico medieval El Conde Lucanor, del infante Don Juan Manuel, llegue en nuestros días a 86.298 personas es una grata sorpresa. Que otra sobre Matar a un ruiseñor, de Harper Lee, seduzca a 858.155 lectores, tanto o más. Y que dos hermanos, uno escritor, logren que sus recomendaciones literarias alcancen a 2.314.270 seguidores parece ya de otra galaxia. Pero es lo que ocurre con los booktubers, un fenómeno de la prescripción en internet que, pese a su carácter audiovisual y juvenil, está empezando a cuestionar más de un prejuicio, sobre todo tras su expansión en español.

Así, la mexicana Fa Orozco, autora de esa primera reseña "mal hecha", es la pionera en su país de un boom que reúne a medio centenar de vloggers o vídeoblogueros literarios, de los abiertos como Raiza Revelles (352.863 suscriptores) a los centrados en el young adult como el prometedor Alberto Villarreal. Hermanados por las vídeo-reseñas, los book tags (juegos o preguntas), los challenges (retos), los wrap up (libros del mes) y otras interacciones que cuelgan en Youtube y difunden por las redes sociales, los tres conocen y apoyan el auge booktuber, que ha arraigado en Argentina, Chile, Perú y España, país este con el escritor Javier Ruescas y el hiperactivo Sebas G. Mouret como referentes.

Para Ruescas, que ha dado el salto con sus tutoriales para escribir y publicar, el secreto del booktuber es hallar su "voz", ese trato de tú a tú, hijo del boca-oreja y lejano a la autoridad de la vieja crítica. Capaz, a su vez, de considerarse "un showman", el joven Mouret apunta que el entusiasmo y la sinceridad son las armas de estos prescriptores, aunque admite: "No hacemos crítica, sólo compartimos opiniones". Acusados por los puristas de amateurismo, poco rigor y falta de criterio, los booktubers juegan en otra liga, sí, pero siempre bajo el deseo de contagiar su pasión lectora y desterrar el estigma de que la juventud lee poco.

Como todo fenómeno reciente, además, está en evolución, y así lo prueban las mencionadas reseñas (en inglés, como todo empezó) de Harper Lee y de los VlogBrothers. La primera, perteneciente a la serie Thug Notes, la presenta Sparky Sweets, un personaje interpretado por el cómico Greg Edwards que bajo su pinta de rapero y su habla slang esconde análisis de insólita madurez. En cuanto a los segundos, su historia daría para diez artículos, pero bastará recordar que sin ellos y sus nerdfighters no existiría el bestseller John Green, autor de Bajo la misma estrella, y que tampoco existirían estos nuevos vloggers, que lo admiran, siguen e imitan por aclamación. Y pese a todo, hay que decirlo: los booktubers no son, en puridad, los nuevos críticos. Es cierto. No aún. Pero están locos por leer y contarlo, aprenden rápido y han atraído a la industria editorial, que los fríe ya a novedades. ¿Tienen futuro, entonces? Decídanlo, ya saben cómo: exploren, naveguen y, sobre todo, no se dejen enredar.

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