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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Desfile

El trato de la corrupción en los medios de comunicación españoles es, y esto hay que decirlo, muy diferente cuando afecta a políticos que a otros sectores

David Trueba

La autoinculpación de Jordi Pujol por fraude tuvo algo de catárquico. Permitió a muchos catalanes convencerse de lo que otros ya estamos convencidos desde hace años, que nadie nos roba mejor que los nuestros. El trato de la corrupción en los medios de comunicación españoles es, y esto hay que decirlo, muy diferente cuando afecta a políticos que a otros sectores. Con los primeros parecen cebarse, algo que no sucede cuando esto salpica a otros estamentos que, por desgracia para el país, acogen comportamientos igual de escandalosos. El resultado es una ciudadanía equivocada, autoconvencida de que la corrupción se puede extirpar de nuestra sociedad con tan solo extirpar a los políticos profesionales.

Con las últimas revelaciones de fraude contable en la base aérea de Getafe asistimos a un despliegue mediático más moderado, menos abrasador, quizá incluso más ceñido a lo que deberían ser las presunciones de inocencia más dignas. Pero es bueno que todos asumamos que la auditoría regenerativa ha de abrirse a cualquier estamento y no solo al político y sindical. Quizá en los últimos tiempos ha habido demasiada acumulación de noticias en la dirección opuesta en nuestro Ejército. Mujeres que denunciaban acoso sexual por parte de superiores han terminado expulsadas de su vocación o cansadas de pleitear. Y al teniente novelista que se atrevió a proponer un relato convincente sobre la corrupción interna en su libro Un paso al frente, le cayó todo el peso de la ley marcial, que es un poquito peor que la peor crítica literaria en Babelia.

Si en Getafe el asunto comenzó con la superioridad tratando de frenar la investigación, no sabemos lo que sucederá con el alijo de droga descubierto en el Juan Sebastián Elcano para pasmo de los mandos de la Armada y los lectores de periódicos. La lucha contra la corrupción es un proceso preventivo, en contra de lo que muchos creen. No es un capricho de rigor inquisitivo, el pasado transparente es la mejor apuesta por el futuro saludable. Miren a las instituciones que trataron de ocultar la evidente suciedad debajo de las alfombras y comprueben lo que el tiempo ha hecho con ellas. El desfile es bueno que sea para todos igual, los medios de comunicación no deberían olvidarlo.

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