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Autorretrato en construcción

Mark Manders presenta en el CGAC una nueva fase del proyecto en el que lleva inmerso 15 años

'Unfired clay head' (2014). Obra de Mark Manders en bronce pintado y madera.
'Unfired clay head' (2014). Obra de Mark Manders en bronce pintado y madera.

Afrontar el trabajo de Mark Manders (Volkel, Países Bajos, 1968) implica atender a dos realidades: la elaboración de un discurso metafísico en torno al proceso de creación, basado en una suerte de autorretrato que no cesa de crecer, y el desarrollo de ideas que transforman el terreno de la escultura, recuperando el objeto como concepto y expresión. Ambos escenarios se entrecruzan en función de interrogantes acerca de la capacidad que ofrece la realidad y de la significación cultural de los objetos cotidianos, optando por un discurso emocional y al tiempo inmutable, personal y aséptico.

Esta es la primera vez que una institución española le dedica una exposición individual, un año después de haber sido elegido para participar en el pabellón holandés de la 55ª Bienal de Venecia. En las salas del CGAC, tal como el artista viene realizando desde 1986 cuando inicia la pieza en curso Self-portrait as a building, se propone una selección de obras cuya raíz está en ese autorretrato metafórico en continua construcción y que en los últimos 15 años ha ido presentando de forma fragmentada como unidades escultóricas independientes en las que introduce nuevas variaciones. El conjunto de obras agota el espectro del lenguaje escultórico yendo del objeto encontrado y la instalación a la intervención espacial, con claras contaminaciones del diseño y lo arquitectónico. Formas, objetos e imágenes son combinados de modo renovado, ensamblando meticulosamente mobiliario como sillas y mesas con figuras humanas y animales, periódicos, vigas de madera, chimeneas, dibujos o tuberías metálicas con bolsas de té, dispuestas en diferentes salas que se enlazan mediante accesos, suelos y ventanas velados por telúricas de plástico o con falsos periódicos, al tiempo que presenta piezas en vitrinas que recuerdan las colecciones de los museos de ciencias naturales, lo que propicia enigmáticas y sugerentes cartografías.

Manders va del objeto encontrado y la instalación a la intervención espacial, con contaminaciones del diseño y la arquitectura

Desde su título, Curculio bassos nos invita a imaginar un territorio donde nada significa lo que parece, tal como descubrimos en el acopio de elementos resultantes de largas horas trabajando en su estudio, instruidos en un lenguaje de desprendida intimidad. La densa instalación Silent studio,situada en el vestíbulo, imagina ese singular territorio que es una habitación de artista, poblada por fotografías, figuras, objetos y dibujos que mantienen intacta la atmósfera misteriosa de sus piezas, comprendidas aquí como vestigios de un oficio, de un proceso. El espectador se encuentra inmerso en un tiempo enrarecido, pautado por figuras que manifiestan una clara dependencia del arte del pasado, empleando el aura sublime de la escultura tradicional, atento al cuidado del modelado y a las estructuras que inquietamente asocia con otras piezas que fragmenta y transforma en un acercamiento al presente que en algunas ocasiones se resiste a cristalizar en imágenes determinadas.

El tiempo de observación se desdobla reversible en el trabajo de Manders. Vocabulario, pensamiento y memoria son encarnados en objetos varados de exquisita poesía. Un presente continuo que reconforta y oprime a partes iguales y que el artista ha habitado con el fin de seguir enriqueciéndolo y expandiéndolo a su elección, acogido, en el último tramo de la visita, en las palabras de la pieza Hallway with sentences, confirmación de que esta construcción está al alcance de cualquiera que se atreva a experimentar. Una exposición para disfrutar, ambiciosa y personal.

Mark Manders. ‘Curculio bassos’. Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC). Ramón del Valle-Inclán, 2. Santiago de Compostela. Hasta el 12 de octubre de 2014

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