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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En busca del alginato perdido

'Top Chef' es un termómetro de los profesionales de la cocina

Rosa Rivas

La segunda edición de la versión española de Top Chef, estrenada anoche en Antena 3, se confirma como un escaparate de los profesionales de la cocina española. Es un termómetro de su preparación, de sus técnicas, de su esfuerzo, su carácter, sus ambiciones y sus egos.

"Vengo a dejarme la piel", "he ido con una seguridad aplastante", fueron algunas de las frases perla. Está claro que los concursantes van a por todas, están encantados de haberse conocido (salvo los que necesitan revalidar sus aptitudes ante ellos mismos y quienes dudan de su valor) y están ansiosos por sorprender al jurado como sea.

Los tres jueces, Alberto Chicote, Susi Díaz y Yayo Daporta (que se estrenaba en estas lides examinadoras) mostraron su talante implacable, pero no escatimaron sonrisas, no estaban en permanente actitud ogro como otros colegas suyos del teleconcurso de talentos rival MasterChef). Pero ojo, este primer programa de selección, en el que no faltaron ritmo e intriga bien televisada, puede que sea un dulce en comparación con los que se avecinan cuando en vez de los 16 chefs que competían anoche sean unos pocos a punto de cocer el triunfo. Chicote insistía en que Top Chef es la prueba de resistencia más dura del mundo. A ver...

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Los jueces pidieron técnica, imaginación y creatividad y en ello se afanaron los concursantes. Fue un gusto verles a casi todos (muy bien esa abundancia de primeros planos y planos detalle) una destreza al cortar el pescado, en la primera prueba del carpaccio. Se notaba el bagaje de los participantes, muchos de ellos fogueados en restaurantes con estrellas y junto a cocineros influyentes (elBulli, Quique Dacosta, Francis Paniego, Mario Sandoval...), con emergente restaurante propio (como Teresa Gutiérrez, Azafrán), y con premios en su haber como cocineros del año, cocineros jóvenes, revelación, etc. Pero entre tanto nivel sorprendía una joven autodidacta, Rebeca, cocinera de una taberna madrileña, que pese a pelearse con el pescado, los tiempos de una cocina frenética (no terminó de emplatar en una prueba) y los aparatos de las actuales cocinas laboratorio, logró pasar el primer listón y hacerse con los cuchillos; le queda todo un concurso para entrenarse.

"No puedo ver platos mediocres", les dijo Susi Díaz, y ellos se lanzaron a rizar el rizo.

La desesperación del valenciano ubicado en Singapur Carlos Medina por dar la nota con huevo falso de tomate que dejara sin habla a Chicote fue uno de los grandes momentos del programa. Filmado el asunto como una película de los hermanos Marx, fue toda una secuencia de humor (que haya más, por favor): "¿Alguien ha visto dashi? ¿Katsuobushi no hay? ¿Y alginato? ¡Necesito alginato!", clamaba el cocinero. "¿Tú tienes alginato por ahí?", preguntaba a los compañeros. Honorato, el chef bregado en hoteles mallorquines, sudaba la gota gorda, cuando rallaba tomate para su plato de "evolución" tomatera, se ralló los dedos, y en su ralladura general no oyó la súplica de Carlos. Resulta que él sí tenía alginato, por fin se lo dio al buscador desesperado y este pudo hacer una cosa rara (esferificaban mejor los noveles de MasterChef). No contento con esa especie de minimedusa de "tomate trampantojo", según él, de huevo, le dio entusiasmado al nitrógeno líquido y se cargó una cocina de inducción: "¡Ha congelado la vitro!", exclamaba su compañero Marc. Aún así, el autodenominado amante de lo asiático y de la cocina extrema logró su juego de cuchillos para continuar en el programa.

Otros que protagonizaron momentos cumbre (atizados por el programa, que los colocó juntos) fueron los gemelos Cántabros Francisco y Pedro Jerez, guisando odio y rivalidad a fuego lento. La peruana Irina, empeñada en cocinar ceviche cuando se le pidió carpaccio y en ir obsesivamente a su bola, ofreció otro toque de humor al exclamar que ella se iba porque no podía más (o sea, dimito, no me echan).

El grito de Tarzán de Honorato, expulsado de la primera eliminatoria de Top Chef y a punto de explotar como una olla exprés, puso fin al primer episodio del thriller.

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.

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