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León de Oro para un ácido retrato de la condición humana

El cineasta sueco se lleva el León de Oro con ‘Una paloma sentada en una rama reflexionando sobre la existencia’, retrato lúcido y satírico de la condición humana

Álex Vicente
Roy andersson recoge el León de Oro de Venecia por 'Una paloma sentada en una rama reflexionando sobre la existencia'.
Roy andersson recoge el León de Oro de Venecia por 'Una paloma sentada en una rama reflexionando sobre la existencia'.Tony Gentile (reuters)

El premio fue a parar a una pareja de comerciales de artículos de broma con tendencia a la depresión crónica, a una profesora de flamenco con el corazón roto y ningún mensaje en el contestador y a una niña con síndrome de Down que recita sobre el escenario un poema inconscientemente metafísico, entre otros protagonistas de un retrato coral sobre lo absurdo de la existencia. La Mostra de Venecia concluyó anoche entregando el León de Oro a la mejor película a la cinta sueca A pigeon sat on a branch reflecting on existence(Una paloma sentada en una rama reflexionando sobre la existencia), lúcida y satírica reflexión sobre la ridiculez de la condición humana y los imperativos de la vida en sociedad.

 La cinta supone el regreso por la puerta grande del veterano cineasta Roy Andersson, que debutó hace más de cuatro décadas con A Swedish Love Story, antes de protagonizar una trayectoria errática, en la que ha alternado cine, publicidad y enseñanza. Precisamente, al recibir el premio, el director de 71 años analizó sobre el escenario su secuencia favorita de una película que siempre pone como ejemplo a sus alumnos, Ladrón de bicicletas, de Vittorio de Sica. “Así debería ser siempre el cine. Seguiré haciendo películas siguiendo su ejemplo”, prometió. La película galardonada, que guarda pocos parecidos con el neorrealismo italiano, cierra una trilogía sobre la existencia iniciada hace 14 años con Canciones del segundo piso. Andersson, que aseguró que ya prepara “la cuarta parte de la trilogía”, demuestra perfeccionar cada vez más una fórmula fundamentada en los encuadres perfectos —una de las escenas necesitó dos meses de preparación y rodaje— y la sagacidad de su mirada incisiva, no exenta de momentos de ternura hacia sus desdichados protagonistas.

La cinta supone regreso por la puerta grande del veterano cineasta

El jurado presidido por el compositor Alexandre Desplat demostró tener buen olfato y recompensó a los mayores triunfos creativos de una selección que había resultado algo irregular, a menudo atrincherada en un cine poco audaz y supuestamente humanista. El León de Plata al mejor director fue para Andrej Konchalovski por The Postman’s White Nights (Las noches blancas del cartero), crónica sobre la vida en un pueblo del norte ruso circundado por una base espacial, que descubrimos a través de la mirada del solitario funcionario que reparte el correo. Rodada con actores no profesionales e inspirada “por Chéjov y Bresson”, según su responsable, la película narra el desconcierto de los autóctonos ante un mundo que ya no se parece en nada al de la era socialista.

Palmarés

León de Oro: Una paloma sentada en una rama reflexionando sobre la existencia,de Roy Andersson.

Gran Premio del Jurado: The look of silence de Joshua Oppenheimer.

Premio Especial del Jurado: Sivas de Kaan Müjdeci.

Mejor Dirección: Andréi Konchalovsky por The Postman's White Nights.

Copa Volpi al mejor actor: Adam Driver por Hungry Hearts.

Copa Volpi: Mejor actriz: Alba Rohrwacher por Hungry Hearts.

Mejor guión: Ghessesha (Tales) de Rakhshan Banietemad y Farid Mostafavi.

Premio Marcello Mastroianni al intérprete revelación: Romain Paul por Le dernier coup de Marteau.

Premio Luigi de Laurentiis: Court de Chaitanya Tamhane.

Durante la tarde, a pocas horas del anuncio del palmarés, a Konchalovski ya se le había puesto cara de ganador. Serio y elegante, sentado en un café pegado al Gran Canal con un borsalino en la cabeza, negó echar de menos los tiempos soviéticos, pese al tono elegíaco de su película. “Los personajes experimentan nostalgia. Pero no por la URSS, sino por sus años de juventud. No he querido lanzar ningún mensaje”, dijo a EL PAÍS el director, hermano de Nikita Miljalkov, conocido por ser ferviente defensor de Vladimir Putin. “Él es más entusiasta que yo. Yo me defino como un optimista cauteloso”, precisó.

El tercer gran ganador fue el documental The look of silence, de Joshua Oppenheimer, que se llevó el Gran Premio del Jurado. Tras la sensacional The act of killing, que lo condujo a las puertas del Oscar, el realizador estadounidense revalida su propuesta con una nueva investigación sobre la memoria histórica en Indonesia. La película describe un recorrido por las casas de los ancianos que asesinaron a comunistas durante los sesenta, confrontándolos con un oculista que perdió a su hermano durante aquella época. Su infrecuente método, contestado por parte de la crítica, logra obtener resultados altamente perturbadores, que nos hablan de cómo se construye la memoria histórica. Imaginar ese el ejercicio para desenmascarar a los verdugos amnistiados en otras latitudes produce un auténtico escalofrío y subraya una valentía ejemplar.

Los premios de interpretación fueron para los dos protagonistas de Hungry Hearts, Alba Rohrwacher y Adam Driver (revelado por la serie Girls y futuro villano de la saga Star Wars), quienes interpretan a un joven matrimonio enfrentado por la alimentación de su bebé. Cruce improbable entre Kramer contra Kramer y Comer animales, fue una de las pocas películas con un papel femenino destacado, en una edición marcada por historias llenas de mujeres reducidas a figuras accesorias. No por casualidad, el premio Mangiacapre, que recompensa a un filme que potencia la imagen de la mujer, quedó desierto. El jurado casi no tuvo más opción que entregárselo a esta joven actriz italiana, pese a que el retrato del personaje, que enloquece a partir del embarazo, esté teñido de cierta misoginia.

El jurado también quiso premiar el nuevo talento entregando un premio especial a Sivas, del debutante turco Kaan Müjdeci, relato de iniciación con la subcultura de las peleas caninas en Anatolia como telón de fondo. Se trataba de una de las muchas cintas que han examinado la violencia en el mundo contemporáneo, a menudo con la guerra como escenario. Curiosamente, ninguna de las numerosas películas bélicas presentadas por la Mostra se llevó ayer ningún premio.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.

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