_
_
_
_
_

No solo Caballero Bonald

La biografía de Julio Neira aporta datos valiosos sobre la historia cultural del franquismo

Caballero Bonald visto por Sciammarella.
Caballero Bonald visto por Sciammarella.

En la introducción de Memorial de disidencias, biografía de Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926) galardonada con el Premio Antonio Domínguez Ortiz, Julio Neira plantea la pertinencia de contar la vida de alguien que ha dedicado dos libros a hacerlo: Tiempo de guerras perdidas (1995) y La costumbre de vivir (2001). Y se justifica explicando que estas son obras de ficción (de hecho, su reunión en volumen único se titula La novela de la memoria), sin adecuado soporte documental, además de que se cierran con la muerte de Franco en 1975, año tras el que el autor ha vivido cuatro décadas y escrito 10 libros.

Efectivamente, las memorias literarias trabajan no ya con recuerdos, sino con sedimentos de recuerdos, donde cuentan omisiones, olvidos, sublimaciones, elipsis y, especialmente, exigencias del arte, algo fundamental en un admirador de Góngora o de Lezama, que considera que “lo que no es barroquismo es periodismo”. Añádase que toda la escritura de Caballero Bonald, al margen del género, remite a acontecimientos de su vida. Pero si en narraciones y memorias la biografía no desaparece bajo las palabras, sus poemas arrancan de un suceso vital cuyo reconocimiento semántico, luego de varias versiones, termina absorbido por la música. Y aunque repitamos con frecuencia que el poema no requiere claves ajenas a él, lo cierto es que al lector le ayuda a conocer los hechos que lo originan: algo que proporciona generosamente este libro.

En sus páginas, bien documentadas y bien escritas, hay datos valiosos para la historia cultural del franquismo, pues, a falta de una existencia aparatosa, Caballero Bonald ha estado en el meollo de muchos episodios de interés en ese campo: el difícil equilibrio entre la disensión civil y las forzosas conexiones con el sistema; sus vínculos con Cela (y con su primera esposa, Rosario Conde), con quien sostuvo la revista Papeles de Son Armadans; su participación en la operación realismo que, en torno a 1960, alentaron Castellet, Barral y Gil de Biedma... Experto en la poesía del pasado siglo, Neira expone lúcidamente este proceso, donde la teórica fidelidad realista de Caballero Bonald contrasta con su obra creativa, que tendía (¿malgré lui?) hacia otros puertos. En una entrevista en Ínsula a propósito de Dos días de setiembre (1962), la novela de inminente aparición que lo convertiría en persona non grata para la alta burguesía vitivinícola jerezana, aún afirmaba que “la novela debe cumplir, con independencia de sus valores literarios, con una insoslayable función social”. Cuando al año siguiente publicó Pliegos de cordel, su libro poético más afín al socialrealismo, ya había ideado una bifurcación existencial: por un lado el ciudadano comprometido, por otro el escritor incómodo con las amarras del contenidismo y la representación, cada vez más volcado a una literatura sensorial y profusa de imágenes, a la soberanía verbal, incluso al albedrío irracionalista. Y todo ello engastado en una sintaxis que avanza parsimoniosa entre meandros conceptuales, sin ceder nunca a la laxitud o al descuido, en aras de la construcción de un espacio mítico. ¿Argónida, correlato del coto de Doñana?, donde protegerse de las ignominias de la historia.

Mérito principal de Neira ha sido mantener el timón del discurso sin caer embelesado en la red de las memorias del biografiado. Por eso sorprende que la parte más desdibujada de su libro sea la que dedica a los años posteriores a 1975, donde ya no tenía que sortear ese peligro. Las últimas cuatro décadas se conforman como mero relato exterior, recuento de premios, manifiestos, congresos y viajes. Al cabo, queda en pie lo sustancial: un hombre en situación, sincero y un punto hosco, enemigo de la pomposidad escénica y del desbordamiento sentimental, que sabe que no sabe escribir mal, y, en fin, trabajador incansable a pesar de tales o cuales marasmos y depresiones.

Con esta biografía, llega también a las librerías una Antología poética en verso y prosa (subtítulo de portada que, en cubierta, se reduce y altera: Antología en prosa y verso). La editora, María José Flores, excelente conocedora del proceso creador de Caballero Bonald, ha dispuesto un hilo argumental que va ensartando sin orden cronológico poemas en verso y en prosa —en versiones que no siempre son las últimas establecidas por el autor—, así como fragmentos de sus novelas y libros memoriales, en un rosario de textos en algún caso titulados por ella. En suma: la antóloga ha hecho una edición “de autor”, que el lector sigue con cierta dificultad por la escasez de anclajes referenciales. Es una opción válida, pero, dejando a un lado la belleza de estos textos en sí mismos antológicos, entiendo que a los compiladores y editores de este tipo de obras les corresponde más alumbrar que brillar.

Memorial de disidencias. Vida y obra de José Manuel Caballero Bonald. Julio Neira. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2014. 624 páginas. 25 euros

Fábula y memoria. Antología poética en verso y prosa. J. M. Caballero Bonald. Alianza. Madrid, 2014. 312 páginas. 10,80 euros

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_