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No hay salida

Situada en un barrio marginal, 'Vertedero' es el punto de partida de Manuel Barea un prometedor escritor

La primera novela de Manuel Barea (Sevilla, 1989) transcurre en un barrio marginal donde viven y actúan atracadores de tres al cuarto, gentes adictas a la droga, parados y desocupados varios, un sitio donde gobierna la mala leche, la desgracia y el desconsuelo, un auténtico vertedero. Por necesidad o para matar el tiempo, se figuran “personajes de una película de Scorsese” sin que, en realidad, lo sean, alimentando así su frustración en ese lugar donde “todo lo que puede salir mal saldrá mal”.

Y surge el recuerdo de la escuela, y la inveterada crueldad de los niños manifestada en las burlas y agresiones a los compañeros más indefensos lo que propicia uno de los mejores logros de la novela, el enfrentamiento entre el niño injuriado convertido en policía, y el delincuente que fue uno de sus maltratadores.

No es Vertedero (Premio Valencia de Novela Negra) ni muy original ni apasionante, pero nos pone en contacto con Manuel Barea, un autor joven que apunta unas maneras que le pueden llevar a escribir obras de gran calado. En la novela alterna el monólogo en primera persona, desordenado y vertiginoso, donde predomina el verbo y el exabrupto, con la narración en tercera persona, un texto impersonal, pero puntuado por algunas agradables metáforas en torno a los pájaros (de ahí la parte titulada ‘Ornitología’ trocada después en ‘Antropología’ visto que todo lo que acontece es muy humano). Personajes sujetos a una dinámica irremediable, sin salida, porque como apunta uno de ellos hay una "bestia negra que tarde o temprano acabará con todos nosotros".

Vertedero. Manuel Barea. Lengua de Trapo. Madrid, 2014. 220 páginas. 17,47 euros

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