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El camino de la desorientación

'Variaciones sobre el jardín japonés' pone a Mirei Shigemori en diálogo con otros artistas

Jardín del Castillo Kishiwada, 1954, de Mirei Shigemori.
Jardín del Castillo Kishiwada, 1954, de Mirei Shigemori. Mitsuaki Shigemori

Jardinista, calígrafo, maestro de té e ikebana, a Mirei Shigemori (1896-1975) se debe también la primera compilación de planos de los jardines japoneses históricos. Y, por si fuera poco, este autor es un respetado renovador de la tradición del jardín nipón. Con tales mimbres, y dado que es un perfecto desconocido en España, la comisaria de esta exposición, Alicia Chillida, que lo estudia desde hace años, podía haber jugado sobre seguro con un abordaje historicista. Pero ha optado por algo más audaz: poner a Shigemori en diálogo con otros artistas para activar su campo de irradiación.

Privado pues de un recorrido lineal, el espectador puede entrar en la muestra por diversos puntos. Algunos lo hicieron durante la inauguración a través de la acción Etcétera de Juan Hidalgo, un kōan, esto es, un problema ilógico usado en el budismo zen para desligarse del pensamiento racional y que recorre toda la trayectoria de Hidalgo. Otros, tal vez, optarán por las caligrafías, los planos y las fotos de los jardines de Shigemori, o por el mural pintado en las escaleras por el dibujante de manga Iwana.

Los múltiples destellos de la cultura japonesa y sus efectos deslumbrantes impregnan el trabajo de buena parte de los presentes, desde David Hammons a Àngels Ribé, de John Cage a James Lee Byars. A este respecto, uno de los momentos más fuertes de la muestra está en el juego de reenvíos entre la pieza Double Rift I de Richard Serra, una suerte de umbral inspirado en las puertas sintoístas, y una estampa ukiyo-e pintada a finales del XIX por Toyohara Chikanobu. El punto flaco, quizá, esté en la pintura que la comisaria ha elegido de Tàpies, de 2008. Para entonces hacía tiempo que Tàpies sólo hacía zen para gourmets.

Pero conviene no equivocarse. Tanto como las ikebanas dadaístas de Yukio Nakawaga, aquí es poderosa también la presencia de artistas que, como Víctor Grippo o Cildo Meireles, pocas deudas explícitas tienen con la cultura japonesa. Y es que el mejor camino para adentrarse en el jardín de Shigemori, es, como proponen estas variaciones, mediante una meticulosa desorientación.

Variaciones sobre el jardín japonés. La Casa Encendida. Ronda de Valencia, 2. Madrid. Hasta el 7 de septiembre

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