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El camino iluminado de Ballester

El fotógrafo presenta 'Lux', un homenaje a la iluminación, la arquitectura y el tiempo

Isabel Valdés
Ballester en Santander, en agosto de 2014.
Ballester en Santander, en agosto de 2014. Pablo Hojas

José Manuel Ballester habla. De todo. Es como una sucesión de torrentes que se desbordan y encadenan. Cuenta lo especial del momento. De este preciso momento. Es la primera vez que presenta una muestra individual en España, Lux, que se inaugura este 28 de agosto en el Faro de Cabo Mayor de Santander. Rinde homenaje al tiempo, la arquitectura. Y la luz, ese elemento imprescindible, inagotable e inherente a la historia del arte y a la obra de este Premio Nacional de Fotografía (2010) y uno de los artistas españoles más reconocidos a nivel internacional.

Obras llenas de profundidad y reflejos que empujan a intentar mirar dentro. Como si hubiese algo más. Y lo hay. En realidad todas son reinterpretaciones de grandes obras de Giotto, Velázquez o Zurbarán. Un giro en el que los personajes han desaparecido y los espacios se erigen, imponentes, sugestivos. Protagonistas de un nuevo mundo. Lugares desarraigados y ambiguos, relativos a la mirada que tengan enfrente. Las piezas forman parte de cuatro muestras que han estado expuestas desde 2013 y hasta este año: Bosques de luz, Concealed Spaces, Toledo contemporánea e In ictu oculi.

Ninguna es inédita, “los recursos para hace producción son escasos”, explica Ballester. Pero todas tienen una intrahistoria que las hace nacer una y otra vez, como la pieza del Rijksmuseum (Ámsterdam); un lugar junto al que se apostó el madrileño para atesorar el proceso de cambio que sufrió. “Me di cuenta de que toda una generación de jóvenes había perdido durante una década la conexión con la mejor pinacoteca de su país. Y me di cuenta de la fragilidad y la provisionalidad que en realidad tienen los museos”, aunque parezcan mastodontes inamovibles. La pieza a la que se refiere Ballester es un lienzo sobre el que parece que la luz escapara a algún lugar íntimo.

Ballester en la inauguración de 'Lux', en Santander, el 28 de agosto de 2014.
Ballester en la inauguración de 'Lux', en Santander, el 28 de agosto de 2014.Pablo Hojas

“Según querés, así ves”, sonríe Ballester simulando acento argentino. Lo paradigmático del arte es la infinita capacidad de reinterpretación según el tiempo y quien esté delante: “Es un acto de comunicación. Si no hay espectador. No existe”. En ese sentido, España arrastra los pies. El fotógrafo cree que habría que dedicar un capítulo muy extenso a hablar de la “marca España”. Tiene claro, después de años de aeropuertos y husos horarios, que ningún artista puede vivir solo de la nación a la que pertenece. “Aquí, la torpeza con la que se ha trabajado durante décadas ha sido monumental y todavía no se sabe trabajar. El Estado no sabe conectar con el circuito internacional del arte”, y precisa que no se debe a estar en inferioridad de condiciones, “somos un país muy privilegiado en ese sentido, lleno de patrimonio cultural”.

No se siente castigado ni maltratado por las instituciones, pero insiste en la tristeza que le produce que el poder gubernamental no sirva para defender lo propio: “Aquí vienen muchos artistas extranjeros, y muy pocas veces se aprovecha para hacer un intercambio. Ya no digo a nivel individual, pueden ser colecciones, obras determinadas, proyectos…”. Pero lo que realmente le preocupa es cómo van a entender el arte las nuevas generaciones, “el interés se está desviando hacia otras direcciones. Eso me inquieta”.

'El jardín deshabitado', de Ballester. Una de las obras de la exposición 'Concealed spaces'.
'El jardín deshabitado', de Ballester. Una de las obras de la exposición 'Concealed spaces'.

La tan manida “España marcha atrás” también vale en esta ocasión según el pintor: “Es un desastre. Vamos al revés. Me da mucha rabia y envidia ver cómo en otros países se fomenta la cultura, la música, la pintura y aquí se menosprecia”. El arte es para él un método de expresión tan útil como la escritura, y un error dar preponderancia absoluta a otras áreas por encima. “Si el objetivo es empobrecer el nivel cultural del ciudadano, muy bien”. La crisis, económica y de valores, es indiscutible para el madrileño. En este contexto, el artista debe seguir demostrando que es útil, “si dejamos de serlo, desaparecemos a favor de otro medio que satisfaga el nuevo medio social que surja. Yo quiero demostrarme a mí mismo y a los demás que soy útil. Yo y mi trabajo”.

Ahora está en la fase final de un proyecto que empezó en 2007 y que pretende servir dentro del mundo académico, Espacios ocultos. Una serie con obras del repertorio clásico que han significado algo especial para el fotógrafo y a las que ha vuelto a quebrar la estructura: “Rompo los parámetros y juego con ellos. Cada artista tiene unas leyes a las que obedece y sigue toda su vida. Me gusta variar eso. Expandir la obra, conjugarla”. Un trabajo de reflexión sobre cómo el artista decide ser, en algunos momentos, prisionero de sus propias ideas.

La exposición Lux estará abierta hasta el 30 de septiembre en Centro de Arte Faro de Cabo Mayor (Santander) con entrada gratuita.

Horario. De martes a sábado, de 11.30 a 13.30 y de 17 a 20 horas. Domingos, de 11.30 a 13.30. Lunes cerrado.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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