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Los toreros más jóvenes llenan la Maestranza

La mejor entrada de la temporada se registra en la final del certamen de las novilladas de promoción

Antonio Lorca

El festejo celebrado anoche en la Maestranza de Sevilla fue todo un acontecimiento. Era la final del certamen de las novilladas de promoción (sin caballos), que ha transcurrido durante los jueves del mes de julio, y pisaban el redondel tres chavales desconocidos que habían ilusionado a la afición con sus enormes deseos de ser toreros.

La noticia estuvo, pues, en los tendidos, que aparecieron casi abarrotados de público, en lo que constituyó la mejor entrada en lo que va de temporada, por encima de la tan famosa Feria de Abril.

Se lidiaron erales de El Parralejo, de extraordinaria movilidad, mansurrones, algunos con genio y comportamiento desigual; novillos modernos, cómodos de cara y con las dificultades justas para probar a los aspirantes a la gloria.

Se vistieron de luces Pablo Aguado, que cortó una oreja en su primero y fue ovacionado en el otro tras escuchar un aviso. Fue elegido triunfador del certamen y recibirá un traje de luces. Le siguió Rafael Serna, que dio la vuelta al ruedo en el segundo de la noche y fue ovacionado en el otro después de recibir un recado presidencial. Quedó el tercero y su premio será un capote de brega. Cerró la terna Juan Carlos Carballo, cuyo balance fue de vuelta y oreja, y recibirá un capote de paseo al ocupar la segunda plaza en el cómputo final.

El público se lo pasó en grande con la manifiesta disposición, arrojo y buenas maneras de los actuantes, que se dejaron la piel en el albero para alcanzar el triunfo. Los tres superaron el difícil examen, aunque no todos con la misma nota.

A excepción del primero, todos los novillos fueron recibidos de rodillas en la puerta de chiqueros. Y ahí, en ese trance, el triunfador fue Aguado, que escuchó la música tras dibujar cinco largas afaroladas y una media de cartel en el centro del ruedo después de que el cuarto de la noche se le parara al salir de toriles y lo midiera con malévola intención. Con ese novillo, manso y huidizo, se mostró firme y centrado, aunque su momento de gloria lo consiguió en el primero, el de mejor son y más noble del festejo, con el que movió los brazos con soltura a la verónica, y se lució por redondos y naturales de categoría, abrochadas las tandas con inconmensurables pases de pecho, preñados de gracia, gusto y aires toreros.

Llegó Serna con los humos exitosos que aspiró la noche del pasado día 24, cuando salió por la Puerta del Príncipe, y la realidad se encargó de ponerle los pies en el albero. Sus aires ceremoniosos y arrogantes de torerillo sobrao no fueron más que el envoltorio de un toreo de poca calidad. Sus formas amaneradas, aceleradas y destempladas estuvieron muy por debajo de su primero, al que citó con descaro con el pico de la muleta. Tampoco encontró el sitio ante el gazapón quinto, aunque a los dos los mató con una pasmosa seguridad, tirándose materialmente en el morrillo de sus oponentes.

Y el extremeño Carballo (sus compañeros son nacidos y vecinos de Sevilla) es un manojo de pundonor, arrojo, rabia y disposición. Mató mal al tercero, de una estocada que hizo guardia, y no encontró la manera, muy despegado y con la suerte descargada, de hacer el toreo, ni pudo evitar una fea voltereta. Momentos después, se plantó de rodillas casi de espaldas a la puerta de toriles, y así recibió al sexto de la tarde, al que veroniqueó de forma apasionada. Tomó la muleta con la firme decisión de ganar la pelea a un novillo de enorme movilidad que no se lo puso fácil. Se arrimó como un león, atropelló la razón, hizo uso del pico, pero no perdió la cara del novillo y se ganó por mérito propio el favor del público.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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