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El “sí, podemos” de Kerry James Marshall

Dos exposiciones permiten sumergirse en el universo paródico del pintor sureño Es un artista muy crítico con la discriminación de los negros en el imaginario estadounidense

'Belleza examinada', collage de Kerry James Marshall (1993).
'Belleza examinada', collage de Kerry James Marshall (1993).

Es recomendable, cuando se visita la exposición de Kerry J. Marshall en el Palacio de Velázquez, recordar la genealogía artística del siglo XX en Estados Unidos, o al menos una rama específica que empieza con Thomas Hart Benton (1889-1975) —maestro y mentor de Jackson Pollock—, sigue con la pintura de los campos de color (Barnett Newman), la estética popular (el arte urbano y el cómic) y las derivas de un nuevo regionalismo promovido por las políticas neoliberales de la era de Reagan, que entran en clara competencia con los expresionistas (Alemania) y la transvanguardia (Italia). Es en estos años cuando surge el trabajo de un pintor de rotunda sinceridad a la hora de denunciar la invisibilidad de la población afroamericana: Kerry James Marshall (Alabama, 1955). Él es un artista conmovedor cuya obra está llamada a mitologizar el impacto social y político que supone que un candidato de raza negra ocupe hoy los despachos de la Casa Blanca. La muestra que presenta el Reina Sofía en su sede del Retiro resume una parte de su producción pictórica desde los años ochenta, prácticamente todos son grandes formatos, pero también se ha incluido un vídeo y una instalación fotográfica. Una segunda parte se exhibe en paralelo en la Fundación Tàpies, pero en la muestra barcelonesa se concentran trabajos recientes que tienen un efecto más especulativo, ya que ni por formato ni por escala son capaces de transmitir la tensión y agudeza evocadas en sus pinturas.

Realista social, el pintor retrata agudas alegorías para denunciar

Marshall es un realista social, un pintor que retrata alegorías para denunciar lo que denomina un "vacío en el banco de imágenes", donde el sujeto negro ha quedado apartado de la narración universal de la "América afectuosa y gentil" que ensalza los profundos valores del individuo blanco, burgués y heterosexual. Su pintura contraría toda esa idealización y propaganda. En la serie titulada Lost boys, retrata a adolescentes negros como iconos religiosos en una referencia al cuento infantil Peter Pan; pero a diferencia de los niños perdidos en el País de Nunca Jamás, estos chicos sí crecen, estigmatizados bajo las leyes sociales de la población blanca que no les deja otra opción que delinquir. Better Homes, Better Gardens (1994) es una serie inspirada en las viviendas del centro urbano en Chicago, y en el Movimiento Negro de Derechos Civiles; se trata de collages hechos con palabras y manchas, mezcladas con otras imágenes de afroamericanos de clase media vestidos como boy scouts que viven en un mundo idílico (Scout girl, Scout master, 1996). Con la misma ironía, Marshall retrata a pin-ups y estrellas de la música negra; una de ellas sale como un cohete del centro de una pintura negra inspirada en las que hizo Frank Stella en la década de los cincuenta. Los grandes trípticos, donde parodia la escuela expresionista americana, abstracta, gloriosa e infinita, están entre sus mejores trabajos, en concreto la pieza titulada Who is afraid of red, black and green, en referencia a la obra de Barnett Newman, donde Marshall intercambia los colores primarios por los de la bandera panamericana.

La muestra también incluye el retrato de dos hombres de color entre barrotes, Untitled (1971), la primera pintura que realizó a la manera de su maestro, Charles White, cuyo trabajo le enseñó que el arte negro no eran solo los estereotipos exóticos que influyeron en las vanguardias artísticas, también el que protagonizaron esclavos y marginados.

Es de esperar que Kerry J. Marshall no acabe convirtiéndose en un artista “de moda”, como le ocurrió al sudafricano William Kentridge. Su obra es intensa e iconográficamente apetitosa. Y el mercado es insaciable.

Pintura y otras cosas. Kerry James Marshall. Palacio de Velázquez, Parque del Retiro, Madrid. / Fundación Tàpies. Aragó, 255. Barcelona. En las dos sedes, hasta el 26 de octubre.

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