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Retorno a ‘yonquihead’

La precuela de 'Trainspotting' contiene lo mejor del estilo de Irvine Welsh, pero le sobran páginas

Cuando tu debut como novelista —Trainspotting, 1993— pone patas arriba la literatura de tu país e influye como una marea tóxica en el resto del mundo. Cuando tres años después Danny Boyle hace una adaptación cinematográfica que no solo es un bombazo, sino que cambia paradigmas de cómo contar una historia. Cuando genera debates sobre tu tratamiento de temas como la heroína, la quiebra social, la violencia lúdica, extrema y hooliganesca. Y, especialmente, cuando ese debut, ese libro, es el más robado de la historia de las bibliotecas públicas inglesas…, ¿qué haces el resto de tus días como escritor? O en palabras de uno de sus personajes en Skagboys: "¿Qué cojones hacer el resto de mi vida?".

Irving Welsh (Leith, Reino Unido, 1958) parece ser consciente de que aquella historia de jóvenes de clase obrera, parias saturados de falta de porvenir, jaco, pubs y violencia como antídoto al agujero negro de su propia vida, es su historia. Su novela fraccionada en los libros que él quiera, de la manera que desee contarla, el mensaje en su botella. No es poco. Y él no se tortura.

La novela empieza de forma esplendorosa, épica, con batalla campal en una huelga de mineros

En el año 2002 publicó una secuela a Trainspotting —Porno— y ahora nos llega la precuela, el trozo de vida de los Renton, Sick Boy, Spud Murphy, Tommy, Begbie antes del primer pinchazo. La novela empieza de forma esplendorosa, épica, con batalla campal en una huelga de mineros de primeros de los ochenta. Renton acompaña a su padre en aquella batalla contra la Thatcher/Sauron y sus orcos, al grito, unos, de "la sociedad no existe", y otros, de "carbón sí, subsidios de paro, no". De aquellas espaldas y cabezas machacadas deviene una fractura social, que Welsh señala como parte del problema. Sin trabajo no hay dignidad. Sin trabajo no hay futuro. Sin trabajo no hay dinero y un montón de tiempo libre. Sin trabajo hay un ejército de gente joven que sigue necesitando que le pasen cosas en su vida. Cosas que explicar y explicarse. Y si las cosas no pasan, haces que pasen.

En Skagboys, Welsh incide más en el aspecto de crítica social y de quiebra total (familia, sociedad, individuo) que en Trainspotting, pero tampoco aplica una mirada maniquea o simplista. Sus personajes no derivan hacia la drogodependencia, la delincuencia o la psicopatía solo por la Dama de Hierro, sino por un determinismo y una manera de ser, y de mirar de cada uno. Quizás todo hubiera acabado igual, pero hubiera habido más momentos agradables antes. Apenas eso. El personaje de Renton es paradigmático. Él ha conseguido escapar. Va a la universidad, tiene una novia, Fiona, que supera con creces a la beoda embutida en chándal de su barrio. Sin embargo, él y solo él, se mete de cabeza en la heroína. Y vuelta al hoyo.

Tiene ritmo, trazo firme

Su autor ha manifestado que Skagboys estaba incluido en Trainspotting, pero que se desestimó por no entregar un ladrillo de mil páginas. Lo que quedó fue una serie de apuntes en disquetes de ordenador que, después de acudir a un experto en recuperación de esos chismes, pudo recobrar. Skagboys está escrito con todo lo mejor de Welsh. Ritmo, trazo firme para los personajes, prosa nerviosa pero efectiva. Un caldo en su punto de dureza realista, compasión, ausencia de moralina o intelectualización. Y, por supuesto, todo aquello que esperas: chutes, situaciones tremendas, divertidas y espantosas, peleas, solidaridad de clan y camisetas de la premier. En realidad, puedes coger y leerte solo las doscientas primeras páginas y tener la sensación de estar disfrutando de un libro estupendo. O solo las doscientas de en medio. O únicamente las doscientas del final. El problema es que esto va de leerse las casi setecientas páginas. El experto en recuperación de datos tendría que haber borrado alguno de los disquetes, aunque tampoco sabría yo decir cuál.

Skagboys. Los chicos del jaco. Irvine Welsh. Traducción de Federico Corriente. Anagrama. Barcelona, 2014. 672 páginas 24,90 euros

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