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La dama de Cuba arrasa en Cartagena

Omara Portuondo recibe el Premio de la Mar de Músicas por su trabajo durante seis décadas

Aurora Intxausti
Omara Portuondo, el martes en Cartagena.
Omara Portuondo, el martes en Cartagena.Marcial Guillén (EFE)

Fuera del escenario es una anciana que se mueve con dificultad acompañada por su nieta y su hijo. Se sube a él y es como si los dioses le dieran una nueva personalidad. Omara Portuondo, de 83 años, es capaz de inundar con el color de su vestido y su potente voz un auditorio de 1.400 personas.

En Cartagena, la voz de Cuba recibió en la noche del martes el premio La Mar de Músicas, un galardón que reconoce “su capacidad interpretativa y su transmisión de la música popular cubana”. La cantante, incansable, lleva casi siete décadas en el mundo del espectáculo y ello no merma su capacidad de trabajo. Al contrario, se crece cuando el público está frente a ella. El concierto homenaje finalizó a la una de la madrugada y a las cuatro ella y los componentes de Buena Vista Social Club partieron en autobús hacía Barcelona para coger un avión con destino Lyon (Francia) donde tienen previsto actuar.

En el Auditorio El Batel de Cartagena un documental proyectaba las imágenes de Portuondo en las diferentes ocasiones en las que la artista ha pisado los escenarios de la ciudad, sonriente, llena de color y con bastantes años menos a cuestas. Los músicos de Buena Vista Social Club y la sección de cuerda de la Orquesta Sinfónica de Murcia acompañaron la voz de Omara mientras los sonidos del bolero, danzón, habanera o chachachá se diluían entre el público.

Santiago Auserón, conocido como Juan Perro, el músico que introdujo en España los sonidos de Cuba con la recopilación de música tradicional de la isla Semilla del son —cinco álbumes, 1991-1992— , entregado ante esta mujer que a los 17 años estaba ya trabajando en los clubes de La Habana, loó su trabajo y dijo encontrarse ante “la esencia y el alma de la música cubana”. La acompañó en un par de temas mientras ella era capaz con su voz de que los asistentes al concierto se implicasen en los temas más populares. “El amor del público que viene a mis conciertos es mi energía para seguir cantando”, puntualizaba Portuondo.

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A pesar de sus dificultades para caminar le resulta difícil pararse quieta y una vez en el escenario la coquetería le puede, no se reprime en enseñar unas bonitas piernas que sigue moviendo con gracia, e incluso trata de llegar al suelo con su cuerpo. No se rinde ante el público y lo cierto es que da más de lo que este espera.

Vestida con una túnica azul turquesa y dorada, una banda en el pelo del mismo color, unos aretes de oro y unas chanclas —hace años que dejó de subirse a unos zapatos de tacón por comodidad— logró a ritmo de chachachá levantar al público de sus asientos y que este la acompañara en los coros.

Marinah (Marina Abad), excantante del grupo Ojos de Brujo, entró en el escenario para acompañar a Omara Portuondo y conseguir que los sonidos del flamenco y la rumba se entremezclasen con los boleros o el danzón. Nada resultaba extraño, las distintas músicas maridaban sin estridencias y lograban una buena combinación. Con Auserón interpretó el tema de Isolina Carrillo Dos gardenias que popularizó en España Antonio Machín, y la cantante Marinah acompañó a Omara Portuondo con la canción Tal vez del compositor cubano Juan Formell, fundador de Los Van Van. La eterna novia del feeling, la mujer que fusiona con su potente voz ritmos de jazz y bossa nova, se convirtió en un espectáculo en sí misma cuando entonó los sonidos del clásico Siboney.

Ante los innumerables aplausos, los músicos abandonaron el escenario. El pianista y ella quedaron bajo un solo foco de luz mientras interpretaba Veinte años de la compositora María Teresa Vera. Omara Portuondo, sentada y apoyada en el piano recuperaba la nostalgia del tiempo pasado de los asistentes. Desde allí, le recordó al público que llevaba casi 80 años cantando esa misma canción.

La letra la aprendió de sus padres —él, jugador de béisbol, y ella, hija de una familia acomodada—, cuando la interpretaban juntos en la casa. “Desde entonces ronda mi vida, aunque no creo que haya pasado mucho tiempo”, señaló risueña. Tras unas pequeñas dosis de recuerdos, la cantante no dejó al público mucho tiempo en el ensimismamiento porque los levantó del asiento con el tema Quizás, quizás, quizás de Osvaldo Farrés. Ya todos en pie, acompasando con las palmas la música y coreando el estribillo, Omara Portuondo se despidió del auditorio de Cartagena con una sonora y respetuosa ovación de los asistentes al concierto. ¡Viva la voz de Cuba!

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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