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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La medida

En España la ley se ha convertido en un jolgorio, donde se reescribe la ley a favor de narcotraficantes y genocidas

David Trueba
El activista del 15-M Carlos Cano ingresa en prisión
El activista del 15-M Carlos Cano ingresa en prisión

Protágoras dijo que el hombre es la medida de todas las cosas. Pero determinadas instituciones del Estado han decidido que sea el poder la medida de todas las cosas. Se hace complicado pelear contra esta deformación. Asistimos a una manipulación constante de los datos para justificar las acciones. De pronto todo es irremediable o no en función del capricho. Se prohíbe el pesimismo o se fomenta como estrategia para hacer tragar la píldora más dolorosa. Es tan ingrato el daño que causa en la sociedad, que pronto los padres reñirán a sus hijos por decir la verdad. Así como el Ejército israelí encuentra cada verano un motivo suficiente para aplastar a la población civil de Gaza sin respetar ninguna de las normas humanitarias que se le exigen a un Gobierno democrático, vemos ganar la batalla a lo irremediable sobre lo deseable.

El remedio a las cosas se encuentra en el respeto al sentido común, a la búsqueda del menor daño, no en entregarse a la gula de mandar. Hace semanas advertimos de que tanto la ley de seguridad como la inyección de autoritarismo por parte del Gobierno español pretendían hacer pasar el proceso de amedrentar a la ciudadanía como una consecuencia directa de su descontento. Venía a decir: déjese usted de estar descontento y ya verá cómo no le tenemos que sacudir porrazos ni imponerle una multa desmesurada. Esa desmesura ha llevado en Granada a un joven licenciado en Medicina a ingresar en prisión tres años por participar en un piquete huelguista.

Si es lamentable que Correa o Maduro castiguen a medios de comunicación por delitos profesionales al hundimiento económico o el exilio, tampoco parece razonable que la vida civil de alguien sea destruida por la participación en un piquete. La medida de las cosas tiene que obedecer a la medida de las personas. Así la ley en España se ha convertido en un jolgorio, donde se reescribe la ley a favor de narcotraficantes y genocidas y se reservan los zapatazos con eco de aviso a navegantes para los indóciles. El agua de nuestras libertades públicas más que para nadar en calma se utiliza para ahogar al personal. Es una equivocación notable, pero ya Protágoras murió ahogado en el mar cuando huía de ser condenado por pensar.

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