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OBITUARIO

Bertrand d’At, coreógrafo, dirigió el Ballet del Rhin

Colaborador de Maurice Béjart, su obra se vio influida por la cultura oriental

Bertrand d’At
Bertrand d’AtJEAN-LUC THANGHE

El pasado 2 de julio murió de un infarto el bailarín y coreógrafo Bertrand d’At, exdirector del Ballet del Rhin (Ópera de Estrasburgo) y reputado estilista del ballet contemporáneo francés. Nació en Burdeos el 23 de julio de 1957 y comenzó sus estudios de danza a los 10 años en el Conservatorio de Dijon con Jean Serry (1910-1987), un bailarín y maestro formado en la Ópera de París que preconizó la búsqueda moderna a partir de la técnica académica. Serry le aconsejó marchar en 1977 a la Escuela Mudra de Bruselas, adscrita al ballet del Siglo XX de Maurice Béjart, desde donde pasó a la plantilla de la compañía, bailó todo el repertorio a partir de 1978 y llegó a ser asistente de Béjart en 1984 cuando se creó Dionysos.

El primer ballet que concibió Bertrand era un pas de deux titulado Am Rande der Nacht (1984, Schumann), que fue estrenado por el bailarín español Marco Berriel y la italiana Grazia Galante en el Cirque Royal de Bruselas en ese mes de enero.

En 1989 siguió al maestro marsellés hasta Lausana, donde formó parte del Béjart Ballet Lausanne y se convirtió en montador de las piezas bejartianas por el mundo. Como coreógrafo, se da a conocer más internacionalmente con Jours tranquilles, para el renovado Ballet de Montecarlo, y Les elements, para el Ballet Nacional de Nancy; también creó en Lausana Mourir étonne para los solistas del Béjart Ballet. En 1990 creó su primera coreografía para el Ballet del Rhin, adscrito orgánicamente a la Ópera de Estrasburgo, una versión de Romeo y Julieta (Prokofiev) ambientada en la revolución rusa y que tuvo su debú en el Théâtre de la Sinne de Mulhouse, segunda sede del conjunto. En febrero de 1992 montó en el Ballet de Zúrich una gran producción sobre la música inacabada de Von Zemlinski bajo el título Ein Tanzpoem, donde baila toda la plantilla de la casa suiza.

En 1993, Bertrand d’At fue llamado a Estocolmo como codirector del Cullberg Ballet cuando lo dirigía la norteamericana Carolyn Carlson, y en 1997 fue convocado a la dirección de la compañía nacional francesa con sede en Estrasburgo, donde permaneció más de 14 años, hasta concluir la temporada de 2012, y donde dio forma a sus grandes obras, como El lago de los cisnes (Chaikovski, 1998), El príncipe de las pagodas (Britten, 2002), El canto de la tierra (Mahler, 2005), Pedro y el lobo (Prokofiev, 2009) y Le métier de Mathis (2008) con decorados y trajes de papel y cartón ideados por Christelle Reboulet.

Bertrand d’At siempre se interesó por Oriente, la poesía antigua asiática y la cultura china, influencia que asimiló también del propio Béjart. Entre sus creaciones en Asia destacan Papillons y A sign of love (Beethoven, 2006), para el Ballet de Shanghái; La separación de Wang Wei y Li Po, para el Ballet Nacional de China (Pekín, 2012), sobre músicas tradicionales chinas, y los ballets Un amour dans la forteresse de Cô-Loa y Los pájaros de la libertad (2010), coreografiados para el Ballet Nacional de Vietnam. En 2012 volvió a Pekín para producir con la compañía titular china la que sería una de sus últimas piezas: Seuls les nuages sont éternels.

Siempre imaginativo y dinámico, Bertrand d’At organizó el programa Rêves, una serie de conferencias didácticas danzadas, pensadas para el público joven y para promocionar las temporadas de la Ópera de Estrasburgo, a la vez que potenciaba el cultivo de un nuevo público; en ese segmento hizo una versión juvenil de Historia de un soldado (Stravinski, 2007), así como Bailarines y magos (2010). Ese programa educacional fue muy bien valorado por la crítica francesa, tanto como su colaboración con la célebre pianista norteamericana de ascendencia coreana Angelin Chang, que tuvo como fruto el espectáculo Pájaros exóticos (2008).

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