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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Aparato

Mientras el aparato se decide a resolver la ecuación queda una pregunta en el aire. ¿Son conscientes los militantes de lo que se están jugando?

David Trueba

La palabra más utilizada durante la campaña de primarias entre los socialistas ha sido aparato. Existe una sospecha latente al grado de manejo sobre el resultado que el domingo pueda imponer el aparato del partido. Desde fuera, incluidos los debates y presencias mediáticas de los tres candidatos, sorprende un poco la mención al aparato, porque uno consideraría que el aparato es el partido y no una cosa dentro del partido que responde a poderes regionales, locales o familiares. De entre todas las entrevistas posibles se ha echado en falta una a cara descubierta con el aparato. En aquellos lugares donde el partido aún dispone de poder es donde se sospecha que el aparato acciona sus resortes con más contundencia, porque los partidos son maquinarias de invasión administrativa. Donde no hay poder hay más rencilla, pelea y desazón, así que se hace imprevisible saber hacia dónde tirarán los que no responden al aparato.

El aparato es un fantasma. Todos lo ven, pero nadie le ha hecho una foto. Y pese a que el aparato es organizado, fuerte y decisivo, ningún candidato quiere que lo asocien al aparato. Se está tratando la renovación del partido, así que el aparato es el enemigo. Pero es el enemigo decisivo en la votación, el enemigo que todos querrían como amigo invisible. Y en esa contradicción ha transcurrido la campaña de primarias que, por problemática y frustrante que resulte, es mejor que otros procesos personalistas, autoritarios o de asamblea atenazada.

Pero mientras el aparato se decide a resolver la ecuación queda una pregunta en el aire. ¿Son conscientes los militantes de lo que se están jugando? Porque el partido está en el alambre, a un paso de la irrelevancia, minoritario en demasiados lugares del país, percibido como jurásica, carente de flexibilidad e incapaz de elaborar un discurso con propuestas creativas pero creíbles y opciones de cambio realistas pero que desactiven el cabreo incendiario de tantos que anhelan renovar de una vez la política nacional ante tanta estafa continuada. ¿Qué dice el aparato de todo eso? O quizá el aparato prefiere seguir siendo aparato aunque ya no haya partido. Le ha pasado a la selección brasileña de fútbol. Tenía un aparato sólido, fuerte, robusto, asentado, pero resulta que no tenía fútbol dentro, solo tenía aparato.

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