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A por el taquillazo europeo

En la cartelera coinciden dos películas con ambiciones populares: el 'thriller' alemán 'Dos vidas' y la comedia sueca 'El abuelo...'

Gregorio Belinchón
Julia Bache-Wiig y Liv Ullman, en un fotograma de 'Dos vidas'.
Julia Bache-Wiig y Liv Ullman, en un fotograma de 'Dos vidas'.

Películas europeas con ínfulas de lograr una gran taquilla hay muy pocas. Menos aún que se basen en libros, que jueguen con la historia, que estén hechas con buena producción... y van y coinciden en la cartelera española dos de ellas: Dos vidas, de Georg Mass, un filme que ya en su cartel español se presenta como "el mejor thriller alemán desde La vida de los otros", y El abuelo que saltó por la ventana y se largó, de Felix Herngren, basada en el best-seller homónimo sueco de Jonas Jonasson, que ha vendido por todo el mundo más de seis millones de ejemplares.

La imagen que da pie a su título de 'El abuelo que saltó por la ventana y huyó'.
La imagen que da pie a su título de 'El abuelo que saltó por la ventana y huyó'.

Por orden de poderío económico. El abuelo que saltó por la ventana y se largó es una apuesta potente del cine sueco para convencer al resto del planeta que lo suyo no son solo los dramotes o el cine negro. El libro ya abrió un camino entre los lectores y la película intenta seguir la misma senda entre los espectadores. A Felix Herngren (Estocolmo, 1967), su director, el productor le escogió por varias razones: "Bueno, es cierto que yo soy amigo suyo, me llamó para comer y proponerme el proyecto, y ya entonces me adelantó que el protagonista sería un anciano de 100 años. Me pasó las galeradas del libro -aún no estaba publicado- y me enamoré de su tono y de su historia. También es cierto que he tenido éxito en al televisión sueca con la serie S*M*A*S*H y como realizador publicitario". Al realizador le protegió haber empezado pronto el proyecto: "Cuando empezamos con el rodaje, ninguno teníamos mucha presión porque se estaba editando en ese momento el libro. De repente, las ventas se dispararon... pero nosotros ya habíamos filmado y no había vuelta atrás [risas]".

Dos vidas en cambio juega a no tener género, a que se pase del thriller al drama enganchando al espectador con sendas historias a priori inconexas: por un lado, en 1990, la de una mujer "hija de la guerra", es decir nacida de una madre noruega (soberbia Liv Ullmann) y un soldado de las SS, que fue arrebatada de los brazos de su madre para ser criada dentro del Programa Lebensborn, creado por Himmler para proteger a pequeños miembros de la raza aria; por otro, el de los agentes durmientes de la Stasi, los terribles servicios secretos de la extinta RDA, en otros países a la espera de recibir órdenes. El libro original ha sido solo la base para el director y guionista alemán Georg Maas (Aachen, 1960). "Necesitaba el drama porque en el thriller el espectador observa desde fuera, mientras que en el drama se involucra en la historia, que en este caso, es cierto, se centra en diversos tipos de violencias. El libro no llegaba a tanto, más aún, la novela de Hannelore Hippe, se basaba en hechos reales protagonizados por un hombre y yo quería que fuera una mujer para poder mostrar a cuatro generaciones femeninas de una familia. Cada pieza de mi puzzle ocurrió de verdad, pero cómo he armado el filme... eso es ficción". Y confiesa que ha trabajado muchos años, "lo mismo demasiados", y que así pudo reescribir en varias ocasiones el guion. "He acabado condensado 50 años del siglo XX. Y así buceamos en diversos regímenes que dan juego a la acción. Intenté que todos los personajes tuvieran su lado bueno y malo, pero en el montaje reconozco que eliminé cualquier aspecto positivo de la Stasi. No creo que nadie lo eche de menos [risas]".

El sueco Herngren es un director procedente de la actuación, y como intérprete coincidió con su protagonista, Robert Gustafsson -considerado el hombre más gracioso de Suecia por los medios locales-, en diversos trabajos conjuntos en la pequeña pantalla. Una de las decisiones más controvertidas de la película es escoger a un actor de 49 años para interpretar al protagonista en sus diversas edades, con lo que cuando alcanza el presente, es decir, el siglo de existencia, es obligatorio un maquillaje... que no logra convencer. "Desde el principio tuve claro que solo usaría un actor. Para mí, usar a dos o más rompe la magia, hace que el espectador dude sobre si es el mismo personaje. Por otro lado, es complejo rodar con ancianos, por los problemas físicos. Además, yo me entiendo muy bien con Gustafsson". Probablemente el actor que lo hubiera encarnado a la perfección ya está muerto: Peter Sellers. "En Inglaterra coincidí con su agente, y él me dijo lo mismo: es un papel para Sellers, lo habría bordado".

El reparto de Dos vidas, en cambio, sí tiene rostros populares. La protagonista, la alemana Juliane Köhler, tiene en su currículo En un lugar de África, El hundimiento y Aimée y Jaguar (Oso de Plata a la mejor actriz en la Berlinale de 1999). Su madre en la ficción, la noruega Liv Ullmann, no necesita mucha presentación. "Cuando le ofrecimos el papel, lo rechazó porque le parecía que el personaje era demasiado mayor para ella, porque el guion se desarrollaba en 2005 y nos aseguró que si hacía de octogenaria ya podía darse por muerta. Así que reescribimos el libreto, lo llevamos a 1990, con lo que mejorábamos el drama -acaba de caerse el telón de acero, hay cierta confusión sobre el futuro- y ella se sintió más cómoda. De paso su personaje pasó de pasivo -vivía con su hija porque no podía valerse por sí misma- a activo -cuida de su nieta y de su bisnieta-. Liv tiene una fuerte conexión con la historia nazi: su abuelo fue asesinado en el campo de concentración de Dachau, su padre falleció durante la Segunda Guerra Mundial, su tía se casó con un soldado nazi y de niña Liv vivió con sus primos, que hablaban entre ellos en alemán a espaldas de la madre de Liv que se lo había prohibido". Al inicio del rodaje a Maas le dio miedo la experiencia de la actriz como directora -"desde luego mucho mayor que la mía"-, y que el público no sintiera que las cuatro mujeres eran familia. "Todo lo resolvió Ullman, que las puso a cenar juntas... y en cuanto a la dirección, luchaba por su visión hasta que chocaba con la mía y eso siempre lo respetó".

Volviendo a El abuelo... ¿hasta qué punto es un tópico o una realidad que los suecos no hacen comedias? "Es culpa de Ingmar Bergman", contesta entre risas Herngren. "En el resto de Europa ustedes no han visto nuestras comedias. Es lógico, porque creo que el humor es un género local. Solo algunas piezas universales, creíbles por cualquiera, dan el salto. Y ahí entra El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Mucha culpa la tiene el protagonista, que no sabe lo que es el aburrimiento ni el tedio y hace lo que quiere. Tiene un enfoque estupendo ante la vida. En el rodaje tuvimos muchos problemas y decidí aplicar su filosofía: tomar cada día según viniera, y disfrutar en la medida de lo posible". ¿Es fácil vender la película diciendo que se basa en un libro muy vendido? "Cierto, abre camino. Aunque pienso que hubiera sido más sencillo con actores conocidos en Europa. Insisto en que por mucho que venda el libro, la película camina por el abismo: una película de terror que no da miedo deviene en una comedia, una comedia que no hace gracia se convierte en una película de terror. La pesadilla de los creadores. Cuando escribes un guion no estás muy seguro de si provoca la risa; es más, nosotros pulimos y repetimos en el rodaje varias secuencias buscando ese tono".

¿Y Dos vidas? ¿Es cómodo venderse como el mejor thriller alemán desde La vida de los otros? "Me gustó esa película. Cuando se estrenó yo ya estaba con este proyecto, y entre en shock por ciertos parecidos de concepto. Pero abrió un montón de puertas para el resto, porque hasta ese momento nadie parecía querer ver películas sobre la Stasi. Me sirvió para convencer a varios productores". ¿Volverá el cine alemán potente de los setenta y ochenta? "No creo que ahora estemos tan mal. Hemos mejorado, hemos dejado aquellas comedias de los noventa completamente estúpidas. Aunque yo reconozco que me inspira más el cine francés y el cine indie estadounidense. Pero es cierto que hemos aumentado la taquilla e incrementado nuestro público local".

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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