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EL RINCÓN

Un oficio de pico y pala

El guionista y director Borja Cobeaga no confía en la inspiración, sino en el trabajo del día a día

Rocío García
Borja Cobeaga ocupa desde hace año y medio la vivienda de su tío, ya fallecido, Juan Carlos Eguillor.
Borja Cobeaga ocupa desde hace año y medio la vivienda de su tío, ya fallecido, Juan Carlos Eguillor.Carlos Rosillo

Con el ordenador de un sitio a otro, Borja Cobeaga va combinando un sillón rojo o una mesa de trabajo, frente a unos ventanales luminosos que dan a una activa y alborotada plaza en pleno centro de Madrid. Por fin parece haber aparcado esa sensación de provisionalidad que le ha perseguido desde que se instaló en la capital hace ya 14 años. Ahora, este guionista y director donostiarra de 37 años ocupa la que fuera vivienda de su tío, el dibujante ya fallecido Juan Carlos Eguillor. Y es un lugar en el que hay una mezcla perfecta de dos personalidades quizá no tan diferentes. Cobeaga ha sido incapaz de prescindir de ese altarcito de pequeñas figuras, o esa cabeza con txapela, además de numerosos cuadros y collagesque pertenecieron a su adorado tío. Él ha introducido el cine, los discos, dibujos y muchos más libros. Ya no se sabe lo que era de uno y ahora es de otro.

Cobeaga mira con inteligente distancia el éxito conseguido con Ocho apellidos vascos, el filme que escribió junto a su colega de siempre y “dialogador brillante” Diego San José, y que arrasó en las taquillas de toda España. “Se ha demostrado que la experiencia de compartir en público una comedia es mucho más interesante y divertido que hacerlo solo en tu casa. Hemos tenido suerte porque este tema de los tópicos regionales, en la más pura tradición de Paco Martínez Soria, no estaba muy explotado en cine”, asegura Cobeaga, que ya comenzó en el programa de ETB Vaya semanita a afrontar con humor el conflicto vasco y todo lo que le rodea — “nosotros solo ponemos en pantalla lo que ya se habla en la calle”—. Le han llovido las ofertas, pero él se mantiene fiel a su filosofía de no dejarse llevar por cantos de sirena. “No creo en la inspiración. Este es un oficio de pico y pala, de horas y horas de trabajo diario y rutinario. Trabajar en casa es una gozada, pero también tiene muchos inconvenientes. Tienes que mantener una rígida disciplina y superar esos momentos dificilísimos de tensión mental de no saber por dónde tirar, de conseguir hilar las escenas y los diálogos”.

Es un apasionado del cine de género, pero está claro que lo que le tira es la comedia. De momento, acaba de finalizar el montaje de su tercer filme como realizador, Negociador, mientras trabaja junto a San José en la escritura de la segunda parte de Ocho apellidos vascos, que dirigirá también Emilio Martínez Lázaro y que contará con los mismos personajes y actores. “Estamos en el proceso de estudiar por dónde tiramos. A pesar de ser una trama loca, hay mucho de verdad en la película”. Negociador, una comedia más reposada y melancólica, protagonizada por Ramón Barea y Carlos Areces, entre otros, se centra en los problemas colaterales, confusiones, espionaje y disparates que sufre un político en su viaje al sur de Francia a un encuentro con miembros de ETA.

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