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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Flojera

La desaparición de canales se prolonga ahora con la fusión de La 2 y Teledeporte. Dos contenedores que desde hace años se perpetuaban con programas de coste cero

David Trueba
Cartel de TVE en Torrespaña.
Cartel de TVE en Torrespaña.

Se acumulan las malas noticias para la televisión en España. La temporada ha sido floja. Sin novedades exitosas de formatos, en el mejor de los casos, los logros se limitan a continuidades de calidad tanto en ficción como en algunos espacios ya consolidados. La calidad informativa sufre una evidente merma económica y de personal en favor de la tertulia y los formatos de debate, que son por momentos efervescentes, pero que como el articulismo, necesita nutrirse del periodismo de crónica e investigación. Si el español medio pasa más horas delante del televisor no es un mérito de los programadores, sino una carencia para costearse un entretenimiento dinámico, social y enriquecedor.

La tragedia más alarmante es la pérdida de canales. Tuvimos una guerra inane con la desaparición por mandato judicial de ciertos canales de TDT de las cadenas privadas, pero el ciudadano no se sintió involucrado. La clave del asunto, otro concurso de concesiones ilegal, provocó en la ciudadanía la indiferencia que siempre dedica al medio televisivo: la apariencia es que le sale gratis, por lo tanto no le provoca ni indignación ni angustia. Este error se prolonga en la quiebra de los canales autonómicos, verdaderos monumentos de la mala gestión política, que pagan los trabajadores sin el menor escándalo del contribuyente.

La desaparición de canales se prolonga ahora con la fusión de La 2 y Teledeporte. Dos contenedores que desde hace años se perpetuaban con programas de coste cero, derechos deportivos gratuitos y una vocación de minoría algo excesiva y desmotivadota. El peligro es tirar la toalla por la vertiente cultural televisiva. En lugar de fomentar el riesgo, la especialización y la llamada al consumidor que no encuentra la calidad que busca desesperadamente en el resto de ofertas, corremos el peligro de convocar a la reducida audiencia a una papelera de reciclado. Se puede ser minoritario y pobre, pero eso no quita que con un esfuerzo imaginativo se convoque a la enorme creatividad joven que hay en el audiovisual español, se la invite a reinventar la tele y a dotar a un medio tan maravilloso de algunos de los rasgos más geniales que está desarrollando a la intemperie de la calle un nuevo arte, teatro, cine y periodismo sin patrones ni dueños ni patrocinadores.

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