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Voz rasposa y tierna

Walter Salas-Humara entrega canciones que parten de la intimidad hacia un soleado exterior

Nieto de españoles, huido a corta edad de Cuba con sus padres, Salas-Humara formó su primer grupo en una universidad de Florida. Corren los años 80 y, alejado de sus raíces cubanas, le apasionan Kinks o Velvet Underground. Se nota ya en sus primeros pasos con The Silos, que competían en acervo sureño con los mismísimos REM. Estancias en Nueva York y Los Ángeles observan la trayectoria de una banda que, tras el fallido salto a una multinacional, fructificó a nivel minoritario: su último álbum, Florizona (2011), desprende todavía inconfundible carácter melódico, fibrosas guitarras y nostalgias adolescentes.

Instalado en Arizona, entrega ahora una colección a su nombre de atmosféricas hechuras, canciones que parten de la intimidad a media luz hacia un soleado exterior. Sentidos relatos y observaciones —lo son The Craziest Feeling, What Can We Bring, Uncomplicated o Two Inches Two Hours— entonados por una voz rasposa pero tierna, que intenta conectar la sabiduría de lo vivido con una mirada crítica, esperanzada sobre el presente. Debería conectar con el oyente de aquí: cantará en inglés, pero destila emociones muy nuestras.

Walter Salas-Humara. Curve and Shake. Sonic Pyramid

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