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Pero el porvenir no llega

'Verano en diciembre' es una crónica familiar que conecta maravillosamente con el público

Marcos Ordóñez
Pilar Manso, Lola Cordón, Almudena Mestre, Carolina África y Virginia Frutos, en un momento de 'Verano en diciembre'.
Pilar Manso, Lola Cordón, Almudena Mestre, Carolina África y Virginia Frutos, en un momento de 'Verano en diciembre'. Daniel Alonso

1 Por la habitual saturación de estrenos (y que dure), se me escapó una y otra vez Verano en diciembre, de Carolina África, Premio Calderón de la Barca 2012 y reciente candidata a tres premios Max (mejor espectáculo revelación, mejor autoría novel, mejor empresa privada), hasta que por fin he podido verla. Tarde de domingo, sensación triplemente porteña. La calle de las Peñuelas parece morir en unos jardines, pero resucita de repente al otro lado, poco antes de Santa María de la Cabeza: allí es donde está La Belloch, la diminuta sala que la autora y directora levantó, en cooperativa, en abril de 2013. Mientras camino pienso en el trazado laberíntico del barrio del Parque Chas (que nunca he pisado); pienso que Verano en diciembre nació en Buenos Aires, en los cursos de Timbre 4, bajo la tutela de Claudio Tolcachir y Lautaro Perotti, y durante la función pensaré en las hermanas de Para vestir santos,la serie de Javier Daulte.

Tiene la obra una filiación inequívocamente argentina (y el título, para rematar, alude a una esperanza transoceánica) pero también españolísima. Invierno en Madrid, crisis omnipresente que lo empoza todo, desde la comida caducada a las escasas esperanzas. Cielo bajo, frustraciones al borde del estallido, presente vacío, futuro más que incierto, como en aquella copla: “Sentaíta en la escalera / esperando el porvenir / pero el porvenir no llega”. No hay trabajo, no hay amor, no hay dinero para llevar a la abuela a una residencia. Es un texto de ahora mismo, aunque bien podría ser un sainete agridulce del “teatro social” de los cincuenta o, mejor, un relato de García Hortelano o de Carmen Martín Gaite.

La abuela, la madre y las tres hermanas se quieren, pero están atrapadas en un nudo de tensiones, un pozo irrespirable de no ser por el humor y la ternura que se entreveran en los diálogos. La función quizá tarda un poco en arrancar, o tal vez esa primera parte requeriría algo de poda, aunque esa posible lentitud le sirve a la autora para pintar a sus criaturas con capas sucesivas y dejar que las vayamos conociendo.

Carolina África tiene lo que hay que tener: corazón, oído y olfato para la verdad, o las verdades

Pilar Manso es Teresa, la madre cariñosa, meticona, controladora. Virginia Frutos es Carmen, la hermana mayor, vitalista, frívola, desnortada. Carolina África interpreta a Alicia, la mediana, lúcida, amarga, intentando salir adelante como pintora. Almudena Mestre es Paloma, la pequeña, ingenua y sabia, casi una santa laica, atrapada por la ansiedad y los tranquilizantes. Las cuatro están bien observadas (aunque Carmen, siendo verídica, tiene acentos caricaturescos y algún tópico), y notablemente servidas por las actrices, pero la abuela Martina, dulcísima y feroz (“¡me daba con una piedra en la cabeza y me quedaba tan a gusto!”), perdida en la niebla de la demencia, se convierte en el personaje clave de la obra, descrita con una gran economía de recursos. Dos momentos memorables: la anciana intentando atrapar con la cuchara las frutas estampadas en el mantel de hule y, poética y estremecedora imagen, cuando se contempla en el espejo y cree ver a su madre esperándola al otro lado: “La pobre está muy seria y arrugada, pero cuando me mira ¡se le pone una sonrisa!”. El papel de Martina comenzó a ensayarlo la actriz valenciana Carmen Belloch en el local que lleva su nombre, pero murió al poco tiempo. La reemplazó Lola Cordón, otra enorme veterana a la que no veía desde el Fin de partida de Lupa, y que realiza una composición emotivísima. También recordaré la estupenda escena, cercano ya el final, en que las hermanas se sinceran y anudan sus vínculos, cuando el cielo comienza al fin a abrirse y desear vuelve a ser útil, como diría Handke.

Carolina África tiene lo que hay que tener: corazón, oído y olfato para la verdad, o las verdades. Pero hay algo más. Hay espectáculos en los que se advierte una poderosa complicidad entre sus intérpretes, nacida (no creo equivocarme en esa intuición) de haber cocinado el plato lenta, minuciosa, colectivamente. Esa complicidad, ese espíritu de compañía, una de las cosas más bellas que existen y que no puede encontrarse en otras artes más solitarias, hace que la familia de Verano en diciembre conecte maravillosamente con el público. Todavía pueden verla mañana, cerrando temporada, pero consulten la cartelera de La Belloch porque, me dicen, está “en repertorio” y la irán reponiendo cada tanto. Y hará gira por España en otoño, antes de viajar a Colombia, Argentina y Uruguay.

2 Zambombazo en la cripta de La Perla 29 con el nuevo montaje de Oriol Broggi (Cels, de Wajdi Mouawad), del que estas líneas solo son un aperitivo porque hay mucha tela que cortar. De acuerdo, el título de la función es soso. Y Seuls, el anterior trabajo de Mouawad, rozaba, a mi juicio, la inanidad pura y dura. Pero Cels vuelve a ser una pieza de caza mayor, como Incendies, solo que aquí adopta el singular formato de un thriller de conspiración cruzado con alta tragedia, con ecos de Ballard, Koltès y, esta vez sí, Lepage. En una indeterminada central de inteligencia, un experto en criptografía cuántica se ha suicidado después de haber descubierto lo que parece el plan secreto y terrible de un ataque inminente. Contra reloj, sus compañeros tratan de averiguar en qué consiste la “pista Tintoretto”. Dos horas de tensión, poesía salvaje y enigmas en cadena, con intérpretes fenomenales —Xavier Boada, Màrcia Cisteró, Eduard Farelo, Xavier Ricart, Ernest Villegas y Carles Martínez, más otros cameos en vídeo— dirigidos por Broggi con pulso firmísimo: lo más parecido a zamparse una serie apasionante de una sentada (más Rubicon que 24), pero con los actores a dos pasos. Acaba de estrenarse y estará hasta el 27 de julio en la cripta de la Biblioteca de Catalunya, o sea que reserven ya.

Aconsejo reservar también para los inminentes espectáculos del festival Grec. La compañía Toneelgroep Amsterdam, que el año pasado nos deslumbró con Tragedias romanas, vuelve (¡solo del 2 al 4 de julio!) con una adaptación de El manantial, la novela de Ayn Rand que King Vidor llevó al cine en 1949 con Gary Cooper y Patricia Neal. Y en el Romea (del 2 de julio al 3 de agosto), Julio Manrique estrena La partida (Dealer’s Choice, 1995), la función que lanzó a Patrick Marber, con un gran reparto: Ramon Madaula, Andrew Tarbet, Joan Carreras, Andreu Benito, Marc Rodríguez y Oriol Vila. Y esto es solo el principio.

Verano en diciembre. Dirección: Carolina África. Intérpretes: Lola Cordón, Pilar Manso, Virginia Frutos, Carolina África y Almudena Mestre. La Belloch Teatro. Madrid. Hasta el 29 de junio.

Cels. De Wajdi Mouawad. Dirección: Oriol Broggi. Intérpretes: Xavier Boada, Màrcia Cisteró, Eduard Farelo. La Perla 29. Biblioteca de Catalunya. Barcelona. Hasta el 27 de julio.

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