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El retorno de la musa del ‘punk’ neoyorquino

Debbie Harry celebra con un disco los 40 años del mítico grupo Blondie

Debbie Harry, cantante de Blondie.
Debbie Harry, cantante de Blondie.BRIAN ACH (AP)

Se puede decir que 1974 fue el año en el que nació el punk neoyorquino. El CBGB abrió sus puertas en diciembre de 1973, pero hasta unos meses después no empezó a programar a bandas desconocidas que cambiarían el rumbo de la música pop, como fue el caso de Ramones, Television y Blondie. Estos últimos celebran sus 40 años de existencia con Blondie 4(0) Ever. Greatest Hits deluxe redux / Ghosts of download, un lote que incluye nuevas grabaciones de algunas de sus canciones más conocidas y un álbum con material reciente. “Esta combinación es nuestra manera de afrontar el futuro”, explica Debbie Harry (por teléfono). La que fuera sex symbol de la generación punk, equilibrio perfecto entre sex appeal y discurso intelectual pasado por el tamiz del pop art, opina que cuando se lleva tanto tiempo en esto, “hay que mantenerse creativamente activo, no dejar de crear cosas nuevas, si no todo esto se vuelve una especie de acto robótico”.

Los acercamientos a la música latina son algunas de las novedades que ofrece Ghosts of download. “Chris [Stein, cofundador, compositor y guitarra de Blondie], que es el autor de esas canciones, es un devoto seguidor de ciertos estilos. Se hizo amigo de los colombianos Systema Solar a través de Internet y terminaron haciendo Sugar On The Side, que es uno de mis temas nuevos favoritos. Después me pidieron que cantara en un tema de su próximo disco, una canción titulada Artificial. Nueva York es una ciudad multicultural y hace que estemos familiarizados con música muy diversa”.

Probar cosas nuevas es algo que ha formado parte siempre del espíritu de los autores de One way or another y Heart of glass. Se atrevieron a hacer disco music en plena fiebre new wave, también abrazaron el reggae y fueron el primer grupo de pop blanco en introducir el rap en su estilo.

Como la propia Harry (Miami, 1945) ha dicho en más de una ocasión, Blondie ha sido un muestrario de experimentos de todo tipo. Con 40 años de historia y después de haber superado el éxito, la bancarrota, la enfermedad y las adicciones, es de los pocos grupos de su quinta cuyos miembros siguen aquí para contarlo. “Echo de menos a mucha gente. A veces basta escuchar una canción para darte cuenta de que Johnny Thunders, Jeffrey Lee Pierce, Joey Ramone, Willy DeVille, Anya Phillips y tantos otros amigos a los que admirábamos ya no están con nosotros. Quizá de todo ellos extraño especialmente a Stephen Sprouse, porque sigo poniéndome su ropa y me cuesta mucho expresar cuánto me gustaría que estuviera aún aquí”.

Estamos en este negocio para hacer cosas que gusten”

Blondie fue uno de los grupos que pusieron banda sonora al Nueva York de los años setenta. “En realidad Nueva York forma parte de nuestro ADN. Sigue siendo una gran influencia para nosotros pero ahora eso funciona de otro modo. Nuestras vidas han cambiado mucho, ya no somos aquel grupo que tocaba constantemente en dos clubes de la ciudad y cuya vida era tan intensa. Pero al final se trata de quién eres y de dónde vienes. La ciudad está en nuestras raíces y por mucho que evolucionemos, siempre estará ahí”. Harry se instaló allí en el verano de 1965, cuando decidió que lo que quería era convertirse en artista. “Siendo muy niña mi madre me traía desde Nueva Jersey. Hacíamos visitas a Nueva York que siempre eran todo un acontecimiento. Íbamos de tiendas, almorzábamos en restaurantes. Desde pequeña supe que si iba a ser artista el sitio para intentarlo era esta ciudad. Siempre ha ejercido una fuerza magnética sobre mí”.

Incluso cuando alcanzaron el éxito, Harry y Stein siguieron fieles a su pasado underground, colaborando con artistas entonces desconocidos fuera de la ciudad, como Jean-Michel Basquiat o Walter Steding, con los que pocas estrellas se hubiesen dejado fotografiar siquiera. Una vez más, imperaba la necesidad de experimentar, en este caso a través del trabajo con artistas diversos. “Colaborar con gente ajena a tu núcleo es una manera de reafirmar cuánto te gusta ese artista o grupo. Te obliga a abandonar la zona de comodidad en la que sueles moverte. Y también es un buen modo de afianzar una amistad”. A lo largo de su carrera Harry ha trabajado con Moby, Los Fabulosos Cadillacs, Robert Fripp, The Jazz Passengers, Luscious Jackson, Franz Ferdinand o Étienne Daho, por citar sólo a algunos. A rose by any name, incluida en el nuevo álbum es un dueto con Beth Ditto. “A Matt Katz-Bohen, nuestro teclista desde hace cinco años, le salen canciones muy a lo Blondie. Supongo que era cuestión de tiempo que terminásemos trabajando juntos. Compuso esta canción, yo grabé la voz y de repente tuvo la idea de contar con Beth para que cantara también. Creo que hacemos una buena combinación, su voz es espectacular, me encanta el sonido que tiene”.

Blondie acabó de mala manera en 1982, carcomido el grupo por las malas decisiones profesionales y una grave enfermedad que afectó a Stein. Harry pasó los ochenta registrando álbumes en solitario con poca repercusión comercial. En 1998 Blondie anunció su regreso y tuvo un nuevo éxito mundial con Maria. “Fue un caso de justicia poética”, comenta Harry riendo. “Pero para eso estamos en este negocio, para hacer cosas que le gusten a la gente. No estaría mal conseguir otro éxito como ese”, concluye riendo de nuevo.

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