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Pablo Simonetti retrata el nuevo Chile

El escritor novela en ‘La soberbia juventud’ la historia de un homosexual de la clase alta chilena

Rocío Montes
El escritor chileno Pablo Simonetti.
El escritor chileno Pablo Simonetti.

Arrancaba 2011 y Pablo Simonetti (Santiago, 1961) había imaginado su cuarta novela, La soberbia juventud (Alfaguara), donde cuenta el despertar sexual de un joven gay chileno de clase alta y aborda una de las temáticas centrales de su literatura: el drama interior de los seres humanos en la búsqueda de su identidad. El escritor tenía al protagonista de su historia, Felipe Selden, “un hombre con la posibilidad de ser soberano de sí mismo”. Y para confeccionarlo se había influenciado principalmente de tres fuentes: la vida real –Selden existe en parte en la vida real–, Lily Bart de La casa de la alegría e Isabel Archer de Retrato de una dama. “Me di cuenta de que la situación de las mujeres aristocráticas a fines del siglo XIX es similar a la que viven actualmente los homosexuales en países como Chile”.

Pero lo que ocurrió en 2011 hizo retrasar un tanto los planes de Simonetti y su novela, que acaba de presentar en España. La sociedad civil chilena despertó de un letargo de casi dos décadas –desde el regreso a la democracia en 1990-, y salió a las calles en demanda de mayor equidad. Las movilizaciones más visibles fueron la de los estudiantes, que pidieron educación pública gratuita y de calidad, pero no fueron las únicas. En junio de ese año, por ejemplo, miles de personas participaron de la marcha por la igualdad para pedir por los derechos de las minorías sexuales, algo inédito en Chile. Y uno de los líderes de la convocatoria fue Simonetti, que hizo pública su homosexualidad en 1989, en los estertores de la dictadura de Augusto Pinochet: “En esa época todavía la sodomía era considerada un crimen”.

El escritor hace tres años se hizo activista: “Estaba en el momento preciso y en el lugar adecuado. Fue un acto de responsabilidad social y me resultó natural, porque responde a lo que soy. Y por eso tomé la bandera”. Fue uno de los creadores y portavoces de la Fundación Iguales, que busca la plena igualdad de derechos de la diversidad sexual en un país profundamente homofóbico. Y como nunca antes, Simonetti empezó a navegar en arenas políticas: en el marco de la discusión de la Ley Zamudio, la iniciativa antidiscriminación que se llevó adelante luego del brutal asesinato en 2012 de un joven homosexual chileno de 24 años, recibía llamados frecuentes del Palacio de La Moneda. Y diversos partidos luego hasta le ofrecieron un escaño en el Parlamento. Pero el novelista se negó y decidió regresar a su mundo, el de la literatura y los libros: “Me fui un ratito y volví, totalmente”.

Su fundación tiene más de 300 voluntarios en siete regiones y se ha transformado en un referente. Y Simonetti es un personaje reconocido por el gran público, lo que en este país no siempre ocurre con los escritores. Pero ser uno de los autores que más vende libros en Chile y una figura respetada en la discusión de políticas públicas no lo ha hecho inmune al rechazo: hace pocos meses, en el ascensor de una clínica de Santiago, un hombre mayor se encontró con Simonetti y le dijo a su mujer: “Cuidado, no se nos vaya a pegar el sida”. Y el aludido, sentado ahora en el comedor de su piso, se pregunta: “¿Cómo será la situación de una persona indefensa y desvalida que no tiene ni la figuración pública ni los privilegios que tengo yo?”. Y cuenta: “En este país la agresión verbal contra las homosexuales se practica de manera extendida, como también el acoso en el trabajo. Todavía existen padres que expulsan a sus hijos por ser gay o lesbianas y muchachos que deben trasladarse a grandes ciudades para no ser víctimas de prejuicios machistas”.

De eso también se trata La soberbia juventud: de la idea de que todos los tipos de discriminación nacen de la misma fuente. “El propio protagonista se enamora de Camilo, pero no es capaz de darse cuenta, porque está más allá de las barreras de su clase socia. Y lo discrimina”, cuenta. Y el protagonista, le preguntamos, ¿no es usted? “Felipe Seden no soy yo”, contesta. “Yo soy mucho más el narrador, Tomás Vergara, que comparte conmigo las costumbres literarias y el sentido de la adultez”, dice Simonetti sobre su última novela, que relató inspirándose en las técnicas de El Gran Gatsby y Al filo de la navaja.

La ficción chilena, para Simonetti, es diversa: “Ya no estamos viviendo dinastías literarias como antes. Tenemos la libertad para convertirnos en los escritores que queremos ser y no lo en los que una oligarquía literaria determine”. Y hay más respeto, dice, por las escrituras diferentes: en los ochenta y noventa, cuenta, la literatura femenina en Chile era mirada en menos, simplemente porque la escribían mujeres. Actualmente, en cambio, hay más espacio: “Incluso para un autor gay”.

Aclara, sin embargo, que no escribe literatura homosexual: “En mis historias está representada mi identidad. Y soy gay, pero también chileno, un hombre de mi tiempo, hijo de inmigrantes italianos, etcétera. Mi identidad es más compleja”. Y se reconoce como un autor que, que más allá de las fachadas solemnes de las personas, prefiere atender al relato dramático de sus sentimientos y conciencias. Con esta novela, explica, pone fin a un ciclo que comenzó en 2004 con Madre que estás en los cielos, la historia de una mujer moribunda que se descubre al final de su vida. Y la etapa que viene, adelanta, estará centrada en el arraigo, el poder y los problemas que se desencadenan con el capitalismo desenfrenado.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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