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El Greco no cierra por vacaciones

Cerca de 250.000 visitantes han colapsado la exposición ‘El griego de Toledo’, la más importante antológica montada en España sobre la obra de El Greco Una inminente muestra en El Prado y otra, a partir de septiembre, de nuevo en Toledo, recogerán el testigo conmemorativo del IV Centenario de la muerte del artista

Borja Hermoso
Exposición de obras de El Greco en el Museo de Santa Cruz de Toledo.
Exposición de obras de El Greco en el Museo de Santa Cruz de Toledo.gorka lejarcegi

Si al decir de algunos los caminos del Señor son inescrutables, los del arte y su exhibición y contemplación pública no lo son menos. En un mundo progresivamente instalado en el tinglado virtual de la mano de inventos cuasi-robóticos del género Google Art Project, de las embrujadoras aplicaciones digitales de algunos grandes museos internacionales e incluso de las tendencias recientes de increíbles videojuegos de vocación arty, mucha gente sigue manteniendo viva la preferencia del original frente a la reproducción analógica y la recreación digital. A ingentes segmentos del público que consume productos culturales —un libro, una película, una exposición, una obra de teatro, un concierto…— le gusta también lo eventual —de evento—. Y de ahí las infinitas colas serpenteando ante las puertas de algunas exposiciones de nuestro tiempo. Un fenómeno no ya de raíz cultural, sino sociológica, que en España vio la luz en 1990 en El Prado, cuando la ya histórica muestra sobre Velázquez vino a dar carta de naturaleza a un género en sí mismo: el de las citas multitudinarias en las que hay que estar, el de las cosas inexcusables que hay que ver.

Unos mil millones de euros es el valor de lo expuesto en el Museo de Santa Cruz

La enumeración desordenada y en bruto de todos estos factores viene a querer explicar o justificar, en oblicuo, el insólito fervor popular suscitado hasta la fecha por las conmemoraciones del cuarto centenario de la muerte de Doménico Theotocópuli, El Greco (Candia, Creta, 1541-Toledo, 1614), organizadas por la Fundación El Greco 2014.

El Museo de Santa Cruz cerró el sábado las puertas de la colosal exposición El griego de Toledo, la mayor y más importante antológica jamás montada en España de la obra del pintor, comisariada por Fernando Marías.

En torno a 250.000 personas han desfilado en tres meses por la salas del viejo Hospital de Santa Cruz, una de las grandes joyas de la arquitectura renacentista toledana, para contemplar un conjunto único de 76 obras procedentes de museos de todo el mundo. Asumiendo el mal gusto que supone poner guarismos a algo tan poco matemático como el arte y cifrar la cultura en números —aunque últimamente algunos de los grandes museos españoles guerrean sin desmayo en esta disciplina—, no es posible obviar el valor económico de lo expuesto en El griego de Toledo: unos mil millones de euros.

El viernes y el sábado, últimos días de esta gran misa oficiada por uno de los artistas más enigmáticos e inclasificables de la Historia, seguían llegando hasta las puertas de Santa Cruz grupos de visitantes con la intención de ver la exposición. Misión imposible para el equipo coordinado por Paloma Acuña, de la Fundación El Greco 2014, cuya obsesión ha sido “luchar por la confortabilidad de los visitantes, teniendo en cuenta que aquí, las horas punta han sido… todas”. Las entradas se habían agotado una semana antes del cierre de la muestra, pese a los maratonianos horarios (de nueve de la mañana a nueve de la noche).

‘Arte y oficio’ explorará en 94 pinturas el ‘modus operandi’ del artista

Pero los rezagados y los frustrados tendrán otros trenes que coger en una ciudad que se ha visto colapsada desde el mes de marzo por una verdadera grecomanía. Queda claro: El Greco no cierra por vacaciones. El IV centenario de la muerte del autor de El caballero de la mano en el pecho sigue su curso en otros santuarios de su pintura, como la iglesia de Santo Tomé (El entierro del señor de Orgaz), el Hospital de Tavera, el convento de Santo Domingo el Antiguo, el Museo del Greco o la Capilla de San José.

El próximo 8 de septiembre abrirá sus puertas, también en el museo de Santa Cruz, la otra gran exposición toledana de este IV centenario: El Greco. Arte y oficio, que, bajo el comisariado de Leticia Ruiz, conservadora del Prado y autora del catálogo razonado del pintor, explorará a través de 94 obras el modus operandi de El Greco, cómo eran sus métodos de trabajo y los de su círculo de colaboradores y seguidores.

Toledo habrá tenido un millón de visitantes cuando finalice el año

En palabras de la comisaria, se trata de penetrar “ese universo grequiano complejo y misterioso, como lo son todos los de los artistas del Renacimiento y del siglo XVII, el universo de un gran creador pero también de alguien que supo moverse bien en el mercado artístico de la época”. “La exposición presta atención al taller del Greco, sin el cual no es posible entender del todo su obra, como ocurre con otros grandes pintores como Rubens o Tiziano”, explica Leticia Ruiz.

Es el universo de alguien que supo moverse en el mercado del arte

La muestra permanecerá abierta entre el 8 de septiembre y el 9 de diciembre y albergará no solo un buen rosario de obras maestras, sino también una exclusiva: la exhibición, por vez primera desde la Guerra Civil, de uno de los grandes conjuntos religiosos pintados por El Greco, el Apostolado de Almadrones (cuatro apóstoles proceden del Prado y cinco viajan desde Estados Unidos, a donde marcharon tras la guerra).

Pero antes (casi ya, a partir del 24 de junio) el Museo del Prado habrá cogido el testigo con el que sin duda va a ser uno de los acontecimientos del año en el ámbito de las exposiciones artísticas, con largas y perennes colas aseguradas en la puerta de la pinacoteca: El Greco y la pintura moderna. La muestra comisariada por Javier Barón y coorganizada entre El Prado y Acción Cultural Española (AC/E) reflejará el influjo que la modernidad del Greco ejerció en algunos de los más célebres artistas de los siglos XIX y XX, desde el hechizo grequista de Manet y Cézanne hasta la obsesión de Picasso por el griego de Toledo, pasando por su impronta en movimientos como el cubismo, el expresionismo europeo y el surrealismo. En las salas del Prado, 25 obras de El Greco convivirán durante todo el verano con más de 70 de nombres como los arriba mencionados más Pollock, Saura, Bacon, Giacometti, Matta…

El presidente de la Fundación El Greco 2014, Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, exhibe estos días el indisimulado orgullo de quien cree que todas estas conmemoraciones “marcarán un antes y un después” en la aproximación del público a la obra del genial pintor. Pero no quiere caer en almibarados agradecimientos institucionales y, lejos de ello, reconoce que esta pequeña revolución en las calles y plazas de Toledo, atestadas de visitantes (las previsiones hablan de un millón de visitantes cuando finalice el año) ha sido, sí, un éxito, pero “para algunos un éxito por sorpresa”. “Lo cierto”, explica, “es que las instituciones no se lo han creído del todo, apostaron por ello, sí, pero con poco convencimiento… no llegaron a convencerse nunca de que El Greco 2014 podía ser el fenómeno social y cultural que está siendo”.

Con un “85% de financiación privada” (que otras fuentes sitúan en “un 99%”), el máximo responsable de los fastos del año Greco considera que sin el mecenazgo cultural del sector privado “apenas se hubiera costeado un 10% del proyecto”. Y añade: “Esto es la prueba de que la cultura entendida como un modelo subvencionado al 100% por el Estado es un modelo pasado y no volverá”.

La estrategia de comunicación que ha rodeado a este “auténtico proyecto de capitalidad cultural”, como lo define Gregorio Marañón, no se ha limitado a las formas tradicionales de publicidad, ni siquiera a un intensivo meneo en las redes sociales… El anagrama de El Greco 2014 y el retrato de Don Diego de Covarrubias acabaron, por ejemplo, sobreimpresionados en el casco de los pilotos Romain Grosjean y Pastor Maldonado, del equipo Lotus-Renault, durante el Gran Premio de España de Fórmula 1 celebrado el 11 de mayo en el circuito de Montmeló. El Greco del siglo XVI a bordo de un bólido del siglo XXI… Pero los designios del sponsoring, como los del Señor, también son inescrutables.

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Borja Hermoso
Es redactor jefe de EL PAÍS desde 2007 y dirigió el área de Cultura entre 2007 y 2016. En 2018 se incorporó a El País Semanal, donde compagina reportajes y entrevistas con labores de edición. Anteriormente trabajó en Radiocadena Española, Diario-16 y El Mundo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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