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La cuarta pared

La pintura de Paula Rego está pegada a ese muro invisible que también nos afecta

Detalle del tríptico 'Vanitas' (2006).
Detalle del tríptico 'Vanitas' (2006).

De la misma manera que hay un género literario —el gótico femenino— para definir las novelas de Jane Austen, las hermanas Brönte o George Eliot, existe un equivalente visual para la pintura de Paula Rego, paradigma inquietante pero eficaz de artista femenina, con su particular énfasis en la conciencia inevitable de su propio género y en los peligros e insidias existentes fuera del mundo ficticio, que la pintora de origen portugués (1935) representa con trazo enérgico en escenas de limitación y reclusión. Afincada en Londres desde los 16 años y con medio siglo de pintura a sus espaldas, Rego se ha obstinado en demostrar la incomodidad y repulsión que siente hacia su herencia cultural a través de un análisis visual de la economía de la explotación sexual que asigna a las mujeres un lugar estrecho en el patriarcado.

Rego utiliza las convenciones temáticas del gótico inglés y las lleva al límite, pues cree que las mujeres han estado reprimidas y recluidas emocionalmente más por la mala educación que por las paredes, y más por la dependencia económica que por cualquier admonición bíblica. La suya es una batalla en pos de la autocreación que le implica en un proceso de revisión de los mitos clásicos, las canciones de cuna y los cuentos de hadas de su infancia. Rego utiliza el travestismo metafórico —en las figuras de animales imposibles— para caminar más libremente por los ámbitos narrativos. Desde una perspectiva psicohistórica, su trabajo entabla una guerra heroica con sus precursores, pues es profundamente teatral (Hogarth), de un expresionismo mordaz (Daumier) y heredero de la España negra (Ribera, Goya, Gutiérrez Solana); pero al contrario de lo que querría Harold Bloom, no solo encaja formalmente en la historia de la pintura abrumadoramente masculina (Freud, Balthus, Auerbach, Gorky), también la revisa, aportando una nueva dirección crítica.

Desde los noventa, la obra de Rego ha gozado de una mayor visibilidad en museos y colecciones públicas europeas (las retrospectivas de la Tate Liverpool, el Centro Cultural de Belém, ambas en 1997, y en el Reina Sofía, en 2007). El museo Casa das Historias de Paula Rego exhibe desde su creación, en 2009, una parte importante de su obra y de la de su marido, el también pintor inglés, ya fallecido, Victor Willing. Es precisamente esta institución, la que ha cedido el núcleo de la muestra que ahora exhibe el MAC de A Coruña, al que se suman una docena de dibujos prestados por la Fundación Calouste Gulbenkian y algunos más propiedad de la artista, entre los que sobresale la serie poco conocida de Las Óperas sobre el repertorio verdiano.

La retrospectiva reúne medio centenar de bocetos, estudios, pasteles y acrílicos sobre papel (destacan sus drásticas y grotescas Chica con un feto y Madre) y el retablo tridimensional Oratorio, un teatrillo con los muñecos que la artista utiliza de modelos para representar sus dramas domésticos. Son personajes que surgen como de una pesadilla, sin atisbar ningún paisaje, sólo una prosaica pared. La pintura de Paula Rego está pegada a ese muro invisible que también nos afecta, y puede que hoy el verdadero mal sueño para la mujer sea la trivialidad insípida del mundo real. La cuarta pared.

Paula Rego. Fábulas Reales. Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa. Avenida de Arteixo, 171. A Coruña. Hasta el 14 de septiembre

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