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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una moda

En Tailandia, el general Prayuth Chan-ocha se ha autoproclamado primer ministro. El golpe de Estado está marcando tendencia

David Trueba

Siempre asociamos el concepto de moda al mercado de la ropa, porque nos da un poco de reparo analizar si existe ese proceso caprichoso, basado en la imposición y luego el abandono, en otros asuntos de más trascendencia. El mecanismo de la moda puede que se contagie a otros aspectos de nuestra forma de vivir. En Tailandia, el general Prayuth Chan-ocha se ha autoproclamado primer ministro tras un golpe de Estado rápido e higiénico. Y lo sorprendente ha sido la naturalidad con que se ha recibido en el mundo. Es ahí donde quizá deberíamos reparar, porque puede que esté desvelando una tendencia de temporada.

El golpe de Estado en Egipto, y los levantamientos sofocados en Libia, son excusados ante el avance del islamismo radical en sus instituciones y significan la corrección definitiva al concepto de primavera árabe, entendida como esa primavera de El Corte Inglés, de quita y pon. Y puede que las votaciones europeas estén señalando un camino hacia la exacerbación nacionalista y la división continental, inaceptable hace algunas décadas. La cabeza de tendencia la marcaría China, cuya economía globalizada no ha tenido que pasar por un proceso político de apertura, evidenciando las ventajas que para una sociedad de consumo significa tener un Gobierno autoritario. Ventajas que los demás parecen envidiar en lugar de denunciar. La reforma de la ley de justicia universal, chapuza sumisa de nuestro Gobierno, sería la forzada operación bikini para que te entre la moda del momento en el cuerpo de siempre.

En el caso ruso, la nostalgia soviética a lo vintage corrige el paso internacional, incluida Siria, donde se concluye que más vale dictador conocido que democracia por conocer. La libertad se acompleja frente a la autoridad. Ni Irán, por un lado, ni ciertas dictaduras petrolíferas árabes por el otro, reciben ninguna contestación internacional. Sometidos todos al imperio del dinero, donde unas entidades de calificación se permiten tasar a los países libres incluso a dos días de las elecciones europeas, con una intervención directa y sin tregua electoral sobre su opinión pública, no parece raro que implantar la dictadura del mercado termine por bendecir la dictadura directa ni que para combatirla muchos a lo máximo que aspiren es a imponer la dictadura contraria. El golpe de Estado está marcando tendencia.

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