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CRÍTICA / LIBROS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El fenómeno Miguel Noguera pulveriza la mecánica del chiste

Entre el humor y el arte contemporáneo, ‘Mejor que vivir’ es una ración de ideas desbordantes Reivindica “la terca energía de los oradores Carlos Pumares, Zizek y Chiquito de la Calzada”

MIGUEL NOGUERA

No es tarea fácil intentar explicarle a alguien que no haya tenido aún noticia del fenómeno quién es Miguel Noguera y en qué consiste, exactamente, la revolución que su obra supone para los códigos del humor español. Formado en el mundo del arte, Noguera (Gran Canaria, 1979), tras algunas tentativas performáticas en busca de una voz propia, encontró en la comedia su identidad y su particular territorio de resistencia frente a las imposturas de algunos circuitos artísticos. Sus maneras son radicalmente distintas —que no enfrentadas—, pero su camino podría ser similar al que recorrieron los miembros de la llamada generación chanante, la mayoría de ellos formados en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca: de la posibilidad y el tanteo del arte contemporáneo a la forja de nuevos códigos en el humor escénico y televisivo como repudio a ese ámbito de formación. En los escenarios, Noguera ha popularizado un modelo de espectáculo —el ultrashow— que se acercaría al formato de las conferencias delirantes de Accidents Polipoètics, desmarcándose de manera radical de la importación del formato de monólogo cómico propiciado por El club de la comedia. No obstante, un ultrashow admite poca comparación: consiste en el enunciado de ideas chocantes que, a veces respaldadas por esquemáticas proyecciones, dan fe de la peculiar manera de contemplar el mundo de este creador que pulveriza la mecánica del chiste y pervierte la luz de la greguería. Frente al público, Noguera ha ido puliendo sus recursos interpretativos alcanzando la excelencia en un juego cómplice con unos fieles cada vez más familiarizados con su descomunal extrañeza.

Hervir un oso (Belleza Infinita, 2010), firmado junto a Jonathan Millán, fue el primer intento de trasladar el humor de Noguera al papel: sus ideas eran filtradas por el dotado trazo de Millán, que también aportaba al conjunto algunas ideas tan eficaces y delirantes —tan noguerianas en su esencia, pero tan propias y barrocas en su ejecución— como la que aplicaba una lógica matemática a la serie televisiva Cuéntame hasta proponer todo un multiverso futurista de series y subseries a la velocidad de la luz. El desbordamiento imaginativo de Noguera propiciaba que, entre las ilustraciones exquisitas de Millán, aparecieran algunas páginas con borradores de ideas ilustrados, con bastante menos maña, por el propio cómico visionario. De ese tipo de material —la idea de Noguera en su estado más puro, desnuda, acompañada de ilustraciones de textura y perfil casi patológicos— se nutrirían los siguientes libros, ya en solitario, del autor: Ultraviolencia (Blackie Books, 2011) —todo un best seller de culto que incrementó la contratación de ultrashows— y Ser madre hoy (Blackie Books, 2012).

miguel noguera

Mejor que vivir es, pues, el tercer libro en solitario de Noguera: una nueva ración desbordante de ideas que seguirá sabiendo a poco a los incondicionales de su (pos)humor y que, claramente, no efectúa ningún esfuerzo visible para ganarse a un solo nuevo amigo. No hay voluntad de ampliar mercado o suavizar registro: el volumen habla solo al iniciado. Conviene aducir en su defensa que iniciarse en este culto torcido garantiza muchas gratificaciones, porque Noguera nunca regatea. En Mejor que vivir cambia el formato: las dimensiones crecen para dar cabida a más ideas por página, en una suerte de versión espectacular de las intromisiones noguerianas en el cuerpo de Hervir un oso. Se incluye un póster que recopila variaciones sobre un leitmotiv del autor —los Gatos Noguera: del fundacional ‘Gato dándole patadas a una puerta’ al inquietante antropomorfismo del ‘Gato con los labios carnosos’— y se detalla un inventario que aporta una buena medida de la excentricidad en juego: 7 Niños, 14 Viejos, 11 Armas raras, 11 Perros y gatos, 6 Médicos/cirujanos, 6 Ascensores, 10 Vehículos…

Sergi Pàmies proponía hace poco una feliz definición del estilo Noguera al decir que su humor era a la comedia lo mismo que el contorsionismo al circo. En la nota al pie de la introducción que firma el propio Noguera en Mejor que vivir se aporta otra pista delirante para clasificar lo inclasificable, cuando el autor reivindica "la terca energía de los oradores Carlos Pumares, Slavoj Zizek y Chiquito de la Calzada". Su manera de contemplar la realidad aislando el detalle disfuncional no estaría lejos de ese Zizek capaz de teorizar sobre la trinidad ideológica europea a través del diseño de los retretes, todo ello servido con una vehemencia de tertuliano homologable al toque Pumares y con un placer por la mutación lingüística cercano a esa infiltración viral que tuvo el registro de Chiquito de la Calzada en el habla cotidiana: "Cuatro no, CUATRORLRLRLRL. El sufijo -rlrlrlrl. Pronunciar todas las letras", escribe Noguera en la misma página que incluye una reflexión sobre el policía de una teleserie obligado a disimular su embarazo y la perturbadora imagen de un tipo que se ahorca colocándose la soga no en el cuello, sino alrededor del rostro.

Mejor que vivir.  Miguel Noguera. Blackie Books. Barcelona, 2014. 240 páginas. 18 euros

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