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IN MEMÓRIAM

Destellos en la vacuidad

El autor rememora la relación de la fotógrafa Lynne Cohen, fallecida a los 69 años, con Navarra

Foto interior de la Clinica de la Universidad de Navarra, de Lynne Cohen, en 2009
Foto interior de la Clinica de la Universidad de Navarra, de Lynne Cohen, en 2009

Invitamos a Lynne Cohen y a Andrew Lugg, su marido, a realizar una lectura de la colección de fotografía de la Universidad de Navarra. Queríamos que revisara la producción fotográfica del siglo XIX en España. Nos mostró una colección muy distinta a la que nosotros creíamos que habíamos ido organizando a lo largo de los años. La propia idea de organización le resultaba ajena. Se movía por los espacios vacíos que mostraba la estructura que habíamos construido. En aquel momento pensábamos que la colección ofrecía muchas posibilidades y teníamos algunas certezas en las que apoyábamos nuestra actividad como responsables de la misma. Su capacidad natural para ver los testimonios de la existencia humana allí donde los demás no veíamos con claridad nos ayudó a relacionarnos con la incertidumbre que surge antes de aceptar un instante verdadero.

Fue nuestra maestra sin haber sido reclamada para ese propósito. Su visita a la colección resultó en una publicación Kindred Spirits, cuyo texto dejó iluminada la colección. Pensamos que es una lectura obligatoria para los jóvenes fotógrafos. Trata sobre la visión, pero también sobre la vacuidad y, sobre todo, trata sobre cómo estar atentos mientras vivimos.

En uno de sus viajes a Pamplona, Lynne pidió visitar la Clínica de la Universidad. Recorrimos salitas, pasillos, escaleras... mientras ella observaba vigilante. Todo le interesaba. Especialmente los suelos de terrazo. Le señalábamos aquellas esquinas que nos generaban inquietud e incertidumbre. Pensábamos que estábamos allí para eso, para ayudarle en su trabajo. Mientras recorríamos el hospital, ella rechazaba amablemente nuestras propuestas una y otra vez. En realidad le proponíamos situaciones que creíamos reconocer como suyas. Consecuencia de haber aprendido a atender rastros inconscientes y desordenados que dejamos tras las muchas actividades incongruentes de nuestras actividades diarias. Ella veía otras cosas donde los demás todavía no éramos capaces. Lo que a nosotros nos costaba esfuerzo y disciplina, ella lo hacía de manera natural. Veía y nos mostraba el mundo y las actividades del hombre mientras caminaba relajada y sonriente. No le daba la menor importancia excepto, como ya he dicho, a la proliferación de los para ella fascinantes suelos de terrazo. Los llamaba los mármoles.

Volvió meses después con su trípode y cámara de campo. Ninguna de las fotografías que realizó correspondía con los que habíamos imaginado que haría.

Su paso por la Universidad fue silencioso, pausado y nos mantuvo en un estado completo de alerta. Cuando envió sus rotundas fotografías, ya había recibido el diagnóstico que revelaba que algo había cambiado en sus pulmones. Con la misma naturalidad y calma fuimos avanzando en lo que cada uno de nosotros tenía que hacer. Entonces hablábamos más con Andrew que con ella, que se limitaba a transmitirnos que estaba contenta e ilusionada. Viviendo en la incertidumbre con naturalidad. Sin saber con certeza hasta cuándo vamos a vivir. Así hasta que se ha ido nuestra maestra.

Valentín Vallhonrat Ghezzi es miembro del Comité de Arte del Museo Universidad de Navarra.

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