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cámara oculta
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Piratas de los vascos

Puede que haya bastado con un solo pirata, pero su robo ha tenido tanta repercusión que ocho piratas parecen pocos para tal hazaña. Los distribuidores de Ocho apellidos vascos hicieron todo lo posible para evitar que se pirateara su película, y lo consiguieron durante los dos primeros meses de éxito en cartel, pero finalmente no han podido contra la picaresca. Parece incluso que el original de la excelente copia colgada ahora en Internet puede provenir de sus propias filas. Y aunque hayan conseguido retirarla de algunos servidores la cadena de pirateo es ya imparable. Y así, la película de mayor éxito de los últimos tiempos vio cómo su recaudación bajaba un 54% desde el mismo momento en que también podía verse gratuitamente en casa. La guerra contra la piratería parece, pues, otra guerra perdida aunque en este caso haya que felicitar a la distribuidora que mantuvo la batalla durante tantas semanas evitando incluso el top manta que aunque poco significativo en cifras económicas, es a fin de cuentas todo un síntoma.

Y puestas así las cosas, ¿por qué no se adelantaron a los piratas ofreciéndola ellos mismos legalmente en Internet o en otros sistemas? Parece anacrónico mantener los tradicionales sistemas de distribución contra viento y marea cuando la realidad va imponiendo sus propios sistemas. Paco León renovó con su primera película los canales de exhibición presentándola a la vez en todos los frentes legales, salas, DVD e Internet, y aunque con esta segunda, Carmina y amén, no lo ha hecho de la misma forma tuvo el acierto de ofrecerla gratuitamente en las salas durante un día como hábil operación publicitaria, y al decir de la recaudación, no le está yendo mal con el invento. Como él viene demostrando, hay otras maneras y deben encontrarse en lugar de seguir con los lamentos, al margen de que las autoridades se tomen finalmente en serio el tema de la piratería. Eso, sin embargo, no parece probable o al menos cercano.

Sea como fuere el fenómeno de Ocho apellidos vascos es ya histórico, hasta el punto de que aún continúan por el País Vasco las visitas turísticas a los lugares donde se rodó la película, incluidas romerías en la ermita de San Telmo en Zumaia donde se celebra la boda del filme. Por cierto, una ermita sin dueño claro sobre la que han recaído ahora los ojos de políticos y de curas queriendo hacerse con ella. Allí podrían estar vendiéndose DVD de la película.

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