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Una noche mediocre en Sotheby’s

La casa de subastas vende obra por 265 millones de euros en su sesión de arte contemporáneo en Nueva York

Miguel Ángel García Vega
Popeye, de Jeff Koons.
Popeye, de Jeff Koons.

La presión sobre Sotheby’s fue intensa anoche en Nueva York. Se notó en la subasta. Se sintió en el rostro de Oliver Barker, vicepresidente de la compañía en Europa, y subastador en la puja de arte contemporáneo. La empresa se jugaba mucho. El día anterior, su archirrival, Christie’s, había cerrado la sesión más cara de la historia al vender en solo dos horas 72 lotes por 744,9 millones de dólares (unos 543,8 millones de euros). Un manantial de dinero a base de colocar bacons, richters, barnett newmans, rotkhos y basquiats. Un éxito impensable hace pocos días, cuando el mercado parecía desfondarse exhausto de acumular récord sobre récord. En esta tesitura, Sotheby’s estaba obligada a responder a Christie’s.

Lo intentó, pero quedó a medio camino. En una subasta mediocre (su objetivo oscilaba entre 339,6 y 478 millones de dólares) sumó unas ventas de 364,3 millones de dólares (265,2 millones de euros). Este número se sostiene, sobre todo, en cuatro artistas. Basquiat (23,6 millones de dólares), Warhol (30,1), Koons (28,1) y Richter (28,7). Juntos, escogiendo su obra más cara vendida, suman 110,5 millones de dólares. Esto evidencia la dependencia de las casas de puja de los grandes nombres y como son los mismos creadores los que una y otra vez se revenden.

Pese a todo, la subasta empezaba con fuerza. Un excelente dibujo de gran tamaño (240 x 181,6 centímetros) del californiano de adopción Raymond Pettibon se remataba en 1.325.000 dólares (964.590 euros). Y poco después, una fotografía de Cindy Sherman era adjudicada en 3.861.000 dólares (2.810.780 euros). Es una de las 12 imágenes que trazan su serie Centerfolds (1981). Sin duda uno de sus mejores trabajos. Ambas obras proceden de la colección de Adam Sender, 45 años, un tiburón de Wall Street en horas bajas. En lo profesional, el gestor de fondos de alto riesgo ha tenido que cerrar su fondo Exit Capital Management y, en lo personal, afronta un divorcio. Demasiados infortunios para que la colección de arte no tuviera que pasar por caja. En total, Sender vendió obra por valor de 44,6 millones de dólares (32,5 millones de euros). Seguro que es un consuelo.

Pero pronto se empezó a percibir que iba a ser una noche compleja para Sotheby’s y que sus resultados quedarían muy lejos de los de Christie’s. Dos de los lotes estrellas de la subasta se remataban sin brillo. Uno de las mejores obras de la limitada producción de Jean-Michel Basquiat, Undiscovered Genius of The Mississipi Delta (Genio por descubrir del Delta del Misisipi), fechada en 1983, hallaba comprador en 23,6 millones de dólares (17,2 millones de euros), cuando la casa manejaba una cifra superior para un lienzo de más de cuatro metros. Y otra de las piezas de la que se esperaba mucho, Six Self Portraits (Seis autorretratos), de Andy Warhol, encontraba respuesta por 30,1 millones de dólares (22 millones de euros). El precio estimado por Sotheby’s (sin contar comisiones) oscilaba entre 25 y 35 millones de dólares.

Tampoco le fue muy bien al publicitado Popeye, del omnipresente, en cualquier subasta de esta alcurnia, Jeff Koons. El catálogo describía a la reluciente escultura de acero inoxidable de 1,98 metros del conocido personaje como la “quintaesencia” del universo del artista, que ya saben que es un creador o que apasiona o bien trae al pairo. Ustedes eligen. En los predios de los dineros, la obra se vendió por 28,1 millones de dólares (20,5 millones de euros). Una cantidad astronómica en la “vida real”, pero no si hablamos de estas subastas y de esos artistas. Por ejemplo, el martes pasado Christie’s colocaba, sin tanto ruido publicitario, uno de los conocidos trenes de Koons (Jim Beam-J.B Turner Train) por 33,7 millones de dólares.

También se presagiaban grandes cifras procedentes de Big Electric Chair, un lienzo serigrafiado de gran formato (137 x 188 centímetros) que Andy Warhol creó entre 1967 y 1968. La imagen que traslada a la tela es potente. Una macabra silla eléctrica de la célebre prisión de Sing Sing en Nueva York recorrida por tres tramas de colores (azul, verde y magenta). La obra la ha vendido el gestor de fondos de alto riesgo David Ganek, y es uno de los solo 14 cuadros de gran formato creados por Warhol con este tema. Además tiene un buen currículo. Otras versiones se encuentran en el Pompidou de París, en la Fundación Eli Broad (Los Ángeles) y en la colección Menil (Houston, Texas). Sin embargo, a pesar de tanta recomendación, la pieza se cerraba por 20,4 millones de dólares (14,9 millones de euros), cuando el precio estimado se movía entre 18 y 25 millones.

Una de las escasas buenas noticias que deja la subasta es que un gran richter sigue hallando interés y compradores. En este caso hay que llevar la mirada a Blau (Azul). Una tela monumental (300 x 300 centímetros) del pintor alemán fechada en 1988. La puja por el lienzo se sustanció en 28,7 millones de dólares (21 millones de euros). Un número con el que el vendedor andará contento, ya que adquirió el cuadro en Sotheby’s en 2002 por 2,2 millones de dólares. Eso sí, el record del artista para una pintura abstracta continúa lejos, en 35,4 millones de dólares.

Sin embargo, en la letra pequeña que tiene toda subasta también hay valiosas enseñanzas, como la buena acogida en precios de algunos artistas que además tienen un trabajo de gran profundidad. Los remates de Rosemarie Trockel (4.981.000 dólares), Martin Kippenberger (5.541.000 dólares), Mike Kelly (1.925.000 dólares) y Sigmar Polke (4.197.000 dólares) nos demuestran que a veces el arte, el mercado y la calidad de la obras, como los planetas, se alinean.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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