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CRÍTICA | CLÁSICA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

De la herencia de Abbado

David Afkham no defrauda al frente de la orquesta de jóvenes Gustav Mahler, entusiasta y arrolladora, en el Auditorio Nacional

El director de orquesta alemán David Afkham.
El director de orquesta alemán David Afkham.

La primera ovación de gala estalló cuando no había sonado una nota. El trompetista onubense Marcos García Vaquero, en representación de los músicos, se dirigió al público antes de comenzar el concierto del martes para informar que las dos actuaciones en Madrid de la orquesta de jóvenes Gustav Mahler estaban dedicadas a la memoria de Claudio Abbado, fundador de la misma en Viena en 1986-87 y fallecido el pasado enero, y para pedir en un gesto de homenaje íntimo que no se aplaudiese después de la interpretación de los Encantos del Viernes Santo, de Parsifal, de Wagner, fragmento musical con el que empezaba el programa del primer día. Se respetó la iniciativa, claro, y hasta se guardó un minuto de silencio con los músicos y el público en pie, pero antes de eso, solamente con escuchar el nombre de Abbado, ya se había producido el estallido emocional. Con Abbado se evoca la música pero también la solidaridad, la convivencia o el apoyo a los músicos jóvenes. Su recuerdo genera espontáneamente afecto.

La orquesta de jóvenes Gustav Mahler cuenta en su actual gira europea con músicos de 24 nacionalidades. Entre ellos, 22 españoles. Sí, no han leído mal. La mayoría de los españoles trabajan en instituciones y orquestas de Alemania y, en un segundo lugar, en el Reino Unido. Contagian un enorme entusiasmo. Como toda la orquesta. Han comenzado su periplo de Pascua en Suiza y después de los dos conciertos de Madrid actúan, con las mismas obras, en la Fundación Gulbenkian de Lisboa, en la Musikverein de Viena o el la Philharmonie Gasteig de Munich. Casi nada. En todos los lugares con David Afkham, el joven titular de 31 años de la ONE a partir de 2014-15, como director. Los comprometidos programas a los que se enfrentaba suponían una buen test para valorar su trabajo.

GUSTAV MAHLER JUGENDORCHESTER

Director: David Afkham. Solistas: Christiane Karg y Emily Magee. In memoriam Claudio Abbado. Obras de Wagner, Berg, Bruckner y Mahler. XLIV temporada de Ibermúsica. Auditorio Nacional, 22 y 23 de abril.

No ha defraudado. Al contrario. Se han podido percibir matices muy enriquecedores en su manera de llevar la orquesta. Afkham es un director analítico, ordenado, cuidadoso con los aspectos tímbricos, reflexivo, atento al diálogo entre familias sonoras. En los conciertos de estos días se soltó la melena en el Scherzo de la Séptima sinfonía de Bruckner, en el tercer movimiento de la Cuarta de Mahler o en las dos obras de Alban Berg: las Tres piezas para orquesta, opus 6 y las Siete canciones de juventud, en las que contó con la ayuda de la estupenda cantante bávara Christiane Karg. En los fragmentos citados Afkham estuvo deslumbrante y a su seguridad habitual hay que añadir cierto desmelenamiento desde el dominio técnico. En general, las lecturas de Mahler y Bruckner fueron acertadas en su conjunto, pero señalo esos dos movimientos como modelo de intensidad musical, incluso de virtuosismo. Sus aproximaciones a Alban Berg fueron irreprochables de principio a fin. Su Wagner fue original y, en cierto modo contemplativo, sin la tensión dramática, por muy interiorizada que esté, que suele suscitar el último acto de Parsifal. En cuanto a las Cuatro últimas canciones de Richard Strauss, el director se ajustó prioritariamente a las condiciones de la cantante, la estadounidense Emily Magee. Destacó, en criterios de expresividad y compenetración lírico-orquestal, la tercera: Beim Schlafengehen, con texto de Hermann Hesse. En su interpretación quedaba reflejada más que en las otras lo que Arnoldo Liberman escribía en el programa de mano al sugerir que estas canciones “no llevan a la muerte sino que vienen de ella, y la pena y la evocación que contienen nos devuelven a la vida” La orquesta se manifestó, en todo momento, entusiasta y arrolladora, con una sección de cuerda espléndida y mayoritariamente femenina, y con unos solistas de viento de los que imponen por carácter y sonoridad.

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