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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A jugar

Las correcciones de leyes casi centenarias para facilitar la llegada de Eurovegas han terminado por permitir que los casinos se instalen en el centro de la capital

David Trueba
Un usuario durante una sesión de juego en una ruleta online.
Un usuario durante una sesión de juego en una ruleta online.

Comienza a tener una presencia apabullante en las retransmisiones deportivas la incitación a las apuestas por Internet. Publicidad nada encubierta que ocupa la pantalla y a veces los locutores se prestan a invitar a los espectadores a apostar en las casas más conocidas de la Red. El fútbol ofrece una oportunidad para la apuesta, con su incierto marcador y los múltiples parámetros sobre los que especular. Ahora resulta menos raro que en una época de prohibiciones, cuando se negó la posibilidad de anunciar en estadios y camisetas de equipos nada que tuviera que ver con tabaco y alcohol, se permitiera sin embargo hacerlo a las casas de apuestas. Es evidente que el tabaquismo y el alcoholismo perjudicaba en su vertiente de salud pública a las cuentas del Estado. Pese al lucro de sus impuestos directos, la cuenta no salía. En cambio con la ludopatía no se disparan tanto las alarmas.

Las correcciones de leyes casi centenarias para facilitar la llegada de Eurovegas han terminado por permitir, tras el descalabro del proyecto, que los casinos se instalen en el centro de la capital. Con la llegada de la democracia, cuando se toleraron los casinos, se impuso la norma de que se mantuvieran a una distancia de 29 kilómetros del núcleo urbano. Vencidas estas condiciones y con la utilización masiva de la Red para las apuestas, parece claro que nuestro país, herido por la crisis, confía más en la bondad del golpe de azar que en la capacidad de nuestros gobernantes para sacarnos del agujero.

En Cataluña, el proyecto de BCN World junto a Port Aventura no despierta tanta indignación como Eurovegas, quizá por no venir asociado a una personalidad turbia como la de Adelson. Cerca de Colón, una rana escultórica atraerá la atención de los paseantes hacia el casino. Este animal es símbolo de suerte en las culturas orientales y en una rápida ojeada se puede comprobar que la población china es abrumadoramente mayoritaria en las mesas de juego nacionales, así que todo parece mostrar una coherencia notable. Emprendemos una senda que Woody Allen ya glosó en una frase: “La vida es como el casino. La casa siempre gana, pero no digas que no te divertiste”.

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