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El cine iberoamericano muestra su orgullo común en su primera gran fiesta

Los Premios Platino, entregados en la Ciudad de Panamá, se rinden ante la película chilena Gloria con tres premios

Rocío García
El comediante mexicano Eugenio Derbez, mejor actor en los Premios Platino
El comediante mexicano Eugenio Derbez, mejor actor en los Premios PlatinoEFE

Era una ola subterránea que pujaba por salir a la superficie. El cine iberoamericano ha cruzado esta noche los dedos en una gran fiesta con la celebración de la gala de la primera edición de los Premios Platino, que pretenden convertirse en toda una ventana abierta al público del mundo entero. Actores, directores y representantes de la industria de los 22 países –todos los latinoamericanos más España, Brasil y Portugal- convocados en la Ciudad de Panamá se mostraban esperanzados con el viaje que pueden iniciar las películas a partir de ahora. El orgullo por lo latino saltó al escenario del teatro Anayansi, en una gala muy musical presentada por la actriz mexicana Alessandra Rosaldo y el periodista y comunicador colombiano Juan Carlos Arciniegas, en la que Iberoamérica se rindió ante la película chilena, del realizador Sebastián Lelio, con tres premios, película, guion y actriz para Paulina García. Los cineastas españoles no tuvieron mucho éxito, a excepción de Diego Galán, Platino al mejor documental Con la pata quebrada. Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba, candidata a cuatro galardones y una de las favoritas de la noche, se fue de vacío.

Comenzó bien la noche para Gloria, esa indagación en la vida amorosa de una mujer madura, del realizador chileno Sebastián Lelio cuando recibió el primer premio de la gala. “Es genial inaugurar de esta manera los premios Platino”, aseguró el director chileno, mientras que Paulina García, la intérprete de Gloria, premio a la mejor actriz, recordó a sus compatriotas afectados por los terremotos que están asolando Chile desde hace una semana. Dos fueron los galardones obtenidos por Futbolín, mejor película de animación y música original. El título coproducido por España y Argentina y dirigido por Juan José Campanella fue toda una heroicidad, según su productor Gastón Gorali. “Necesitamos 47 psicoterapeutas, 1.650 dosis de klorazepán, nacieron 16 bebés en el proceso y hubo cero suicidios”, aseguró Gorali antes de proclamar la necesidad de seguir soñando. El autor de la música, Emilio Kauderer, y ganador del Platino por su trabajo en el filme de Campanella, gritó feliz en el escenario: “Es un orgullo ser latino”.

El mexicano Amat Escalante se alzó con el premio a mejor director por Heli, un retrato despiadado de las consecuencias sociales del narcotráfico, violento y salvaje. El Platino a mejor actor fue para Eugenio Derbez por su papel en No se aceptan devoluciones, el filme que se ha convertido en el mayor éxito en español en Estados Unidos, desbancando a El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro. No se aceptan devoluciones, que se estrena en España el próximo 30 de abril, ha recaudado 45 millones de dólares en Estados Unidos. En esta categoría estaba nominado Javier Cámara por Vivir es fácil con los ojos cerrados.

Diego Galán se convirtió en el único español en subir al escenario a recoger un premio, el de mejor documental Con la pata quebrada, un recorrido por la imagen de la mujer en el cine español. Galán dedicó el premio a todas las mujeres que han luchado y siguen luchando por sus derechos.

Lo que sí se ha certificado de nuevo esta noche es que en el cine iberoamericano hay talento, creatividad y muchas ganas. Los más importantes festivales de cine se rifan sus películas y las colman de premios, pero luego esos mismos títulos no llegan a las salas de cine. ¿Qué pasa entonces? ¿Porqué el cine mexicano no llega con normalidad a las pantallas de Bolivia o el español a las colombianas? ¿Porqué en Chile resulta difícil, por no decir imposible, ver el último título de Lucrecia Martel? Los Premios Platino nacen con el objetivo de luchar a favor de la promoción de esa cinematografía aplastada por el poderoso tsunami de Hollywood y de que las películas de estos 22 países encuentren el hueco digno que se merecen. “El cine iberoamericano no tiene una locomotora delante tirando de este viaje porque viajar es una cuestión de dinero. A esto se une la falta de una distribuidora de cine iberoamericano, canales y televisiones que trabajen en esa dirección y la ausencia de normalidad en los estrenos, una cotidianidad que vaya generando público”, aseguraba esta mañana el realizador español David Trueba. Opinión parecida mostraba Sebastián Leilo, el director de Gloria, para quien es complicado encontrar huecos en la poderosa maquinaria de ese negocio gigante que es la distribución. “He estado recientemente de jurado en el festival de Toulouse y allí he podido ver títulos de cine latinoamericano que no había visto. Esto demuestra la tragedia de la distribución de las pequeñas cinematografías del mundo. Lo que se encuentra en todos sitios es el cine de Hollywood”, explica Lelio. Todos confían en que estos premios, creados a imagen y semejanza de los Oscar de Hollywood, contribuyan a la promoción del cine iberoamericano, generar mayor conciencia entre el público y abrir espacios en la distribución. “No tenemos porqué avergonzarnos de imitar lo mejor de Hollywood. Es una postura inteligente. Nuestro cine no corre peligro por espectacularizarlo. Lo importante es que se haga cine y que las películas sean vistas”

Los números musicales –Carlos Baute, Sheilla Dúrcal, Carlos Vives o Diego Torres- se mezclaron en la gala con divertidos toques de humor, como el protagonizado por el cómico mexicano Eugenio Derbez, actor y director de No se aceptan devoluciones. Derbez proclamó su “no” a la piratería y, por tanto, a títulos norteamericanos como Piratas del Caribe o El capitán Philips, “que también es un pirata”. “No den el dinero que tanto necesitamos nosotros a las producciones de Hollywood”, dijo el actor, casado con la presentadora de la gala Alessandra Rosaldo, antes de recoger su Platino como mejor intérprete masculino.

Los Platino, promovidos por EGEDA, entidad de gestión del audiovisual español presidida por Enrique Cerezo, y FIPCA (Federación Iberoamericana de Productores Cinematográficos) se han estrenado con nueve premios a competición –película, dirección, guion, música, actor, actriz, largometraje de animación, documental y coproducción iberoamericana- y una estatuilla en forma de voluptuosa mujer diseñada por Javier Mariscal. El sistema de votación de estos galardones, que pueden convertirse en el germen de una futura Academia de Cine Iberoamericana, comienza con una primera criba realizada por las propias Academias nacionales e Institutos de Cine de cada uno de los países participantes –de entre los 700 títulos estrenados en salas comerciales en 2013- y continúa con la decisión de un jurado independiente formado por 18 destacadas personalidades de la industria y las artes cinematográficas. El premio de honor fue para la actriz brasileña Sonia Braga, recibida por los 2.500 asistentes puestos en pie. La intérprete de Tieta de Agreste o El beso de la mujer araña confesó ser una privilegiada por ser la primera actriz en recibir este Platino de Honor. “He disfrutado cada segundo que he estado enfrente de una cámara, pero como el cine no es un arte en soledad, comparto este privilegio con todos los que han recorrido conmigo esta travesía de mi carrera”. “Larga vida a estos premios” fue el grito lanzado por Sonia Braga y jaleado por el público.

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