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Hollywood recupera la fe en la épica religiosa

‘Noé’ es el último esfuerzo de la industria por atraer al público cristiano

Russell Crowe, en una imagen de 'Noé'.
Russell Crowe, en una imagen de 'Noé'.

A Dios rogando y con el mazo dando, una expresión que a Hollywood le ha costado casi medio siglo volver a entender: son los años transcurridos desde el último gran filme épico religioso hasta la llegada de Noé. El nuevo filme de Darren Aronofsky cuenta con todos los elementos del género de antaño, de ese que conformaron Los diez mandamientos, Ben-Hur, La túnica sagrada o Rey de reyes, con un presupuesto millonario (94,25 millones de euros), una historia bíblica como el diluvio universal y un espectáculo visual de proporciones épicas. Eso sí, hecho para el nuevo milenio y recuperando el público perdido en este tiempo, creyentes o laicos. “Ha habido demasiadas películas que han cabreado a la audiencia cristiana en estos años”, reconocía Aronofsky. No así la suya, que durante su primer fin de semana de estreno internacional recaudó 56,3 millones de euros, una cifra sorprendente para una película que su propio estudio, Paramount, describe como “complicada”. “No es ni 300 ni Son of god sino las dos cosas”, asegura Megan Colligan, presidenta de marketing de Paramount.

Esta mezcla Hollywood la ha evitado durante décadas por temor al fracaso entre un público palomitero que no quiere sermones o entre una audiencia devota dispuesta a boicotear lo que no se adecue a sus creencias. El taquillazo de La pasión de Cristo fue la excepción a la regla. Pero las cifras hablan de un mercado muy jugoso como para dejarlo pasar. Según el grupo de Consumidores Llevados por la Fe, especializado en el mercado cristiano, 46 millones de estadounidenses consumen de acuerdo a sus creencias religiosas y mueven 1.260 millones de euros al año.

De ahí que la industria del cine quiera ganarse sus plegarias. Una meta en la que coinciden los grupos cristianos, deseosos de ver un contenido “de fe” o con “valores morales positivos” en las pantallas. Como asegura Jonathan Bock, de la compañía de asesoría Grace Hill Media, especializada en hacer de puente entre Hollywood y una audiencia cristiana, la alianza tiene todo el sentido del mundo: “Si tú no cuentas tu historia, lo hará otro. Hollywood es un negocio que se apoya en la audiencia. Si nos ven como un público en bloque con el que pueden contar para un buen estreno su relación con nosotros cambiará de forma radical”. En su opinión, los creyentes tienen que aprovechar este “momento extraordinario” en lugar de esperar “a que la cultura nos ofenda”. Para ellos el triunfo está en la sutilidad de películas como Un sueño posible, con la que Sandra Bullock ganó el Oscar y cuyo mensaje era: todo irá mejor dentro de una familia religiosa.

Christian Bale, en 'Éxodo'.
Christian Bale, en 'Éxodo'.

A la sombra de este mecenazgo a golpe de entrada Noé es solo el primer épico religioso en un año “extraordinario” en el que llegarán a las pantallas Son of god (de los creadores de la miniserie La Biblia y ya estrenada con gran éxito en los cines estadounidenses), God’s not dead, Heaven is for real, Left behind y el Éxodo de Ridley Scott. Además hay planes de adaptar a la pantalla la historia de Caín y Abel, la de Poncio Pilatos (con Brad Pitt como posible protagonista, un proyecto para el que se han formado grupos espirituales que apoyan la iniciativa con sus rezos) y la de María, con la que desean darle un giro a lo Katniss Everdeen de Los juegos del hambre a la madre de Jesús.

Bock insiste que si algo ha dejado claro el éxito de Noé es la necesidad de trabajarse a la audiencia desde un primer momento. El realizador insistió a este diario en que Noé es la película “menos bíblica que se ha producido nunca”. Pero desde que el proyecto tuvo luz verde contó con el respaldo de diferentes asesores para limar posibles asperezas en los temas religiosos. Además de Bock participaron figuras como la de John Snowden, asesor bíblico del filme, que recomendó el término “creador” y no “dios” para hacer la película más accesible a todos los públicos sin ofender a una determinada religión. Además, Aronofsky y los estudios Paramount invitaron a 40 líderes religiosos, tanto cristianos como judíos, a visitar el plató en Brooklyn donde se filmó el interior del arca. También hubo visionados para “vacas sagradas” de la fe, como Jerry A. Johnson, al frente del grupo nacional de cadenas religiosas, que generan opinión entre los feligreses. A él se debe el cambio en la promoción del largometraje con el recordatorio de que el filme “está inspirado” en la historia de Noé y que avisa a los espectadores de que “se han tomado licencias artísticas” para que nadie se llame a engaño: en la Biblia la historia se cuenta en cuatro capítulos y no llega a 2.500 palabras.

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