Ocho apellidos amazónicos
Se olvida (bastante) del universo humano para explotar a fondo el carisma de los mejores personajes de la saga
En Río (2011), el director Carlos Saldanha, uno de los puntales del estudio Blue Sky, formulaba una declaración de amor a su Brasil natal que se convertía en arma de doble filo: por un lado, servía un espectacular homenaje, coreográfico y sensualista, al segmento Aquarela do Brasil de la disneyana Saludos amigos(1942); por otro, presentaba una desastrosa y desganada colección de personajes humanos, indigna de su afortunado reparto animal, y caía en el folclorismo de parque temático (embelleciendo incluso las favelas). La secuela demuestra que Saldanha ha sido consciente de esas debilidades.
Río 2 se olvida (bastante) del universo humano para explotar a fondo el carisma de los mejores personajes de la saga y proponer nuevas incorporaciones tocadas por el ingenio y la expresividad exuberante: el trío de villanos que forman un oso hormiguero chapliniano, una rana supuestamente venenosa y coqueta y Nigel, el galán de culebrón caído y reconvertido casi en antagonista shakespeariano, es todo un hallazgo.
No obstante, la tendencia a explotar hasta la extenuación fórmulas narrativas de eficacia probada convierte a Río 2 en la segunda película —la otra es Ocho apellidos vascos— que, en la presente cartelera, reitera el modelo de Los padres de ella (2000). La forma, por suerte, vence aquí al fondo.