La épica del asfalto
La fina línea que separa en el cine el homenaje de la copia, solo lleva a una conclusión: la autenticidad resulta difícilmente localizable
La fina línea que separa en el cine de hoy el homenaje de la copia, la referencia de la caradura, solo lleva a una conclusión: la autenticidad resulta difícilmente localizable en un universo en el que, por poco que se rasque, salen a la luz unos cuantas ideas del pasado, de modo que será mejor agarrarse al tono, más allá del contenido. En Need for speed, con evidentes aspiraciones a nueva saga del cine de acción relacionada con la velocidad, hay unas cuantas ideas nuevas, de tono, y otras cuantas viejas, de texto, estructura y personajes. Aunque lo que más destaca, para mal, pues no es necesario en absoluto, es un metraje elefantiásico para lo que se está contado: casi dos horas y cuarto.
NEED FOR SPEED
Dirección: Scott Waugh.
Intérpretes: Aaron Paul, Dominic Cooper, Imogen Poots, Scott Mescudi, Rami Malek.
Género: acción. EE UU, 2014.
Duración: 132 minutos.
A Scott Waugh, veterano responsable de equipos de especialistas, reciclado como productor y director, no le importa verbalizar homenajes explícitos como los de Speed (de texto) y visualizar otros como los de Bullitt (de imagen). Sin embargo, de donde más ha recogido es de un mito del cine automovilístico, Punto límite: cero (Richard C. Sarafian, 1971), monumento al nihilismo escrito por Guillermo Cabrera Infante, del que copia parte de la estructura, objetivos y guía narrativo (el presentador de la radio, aquí, de Internet). Mientras, eso sí, vira en redondo en el tono, apuntando alto hacia la épica y elevando las pretensiones como si estuviese contando a cada momento el desembarco de Normandía. El resultado es espectacular, pero solo a ratos, y si no se piensa demasiado en el humanismo de pacotilla y en la tendencia hacia el estereotipo.