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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Escalpelo

La imagen televisiva del asalto a la valla es tan potente que fabrica un debate, lo propulsa y lo instala en nuestras vidas, pese a que carece de razón lógica para ocupar tanta preeminencia

David Trueba

El informativo de fin de semana en Cuatro, que presentan Marta Reyero y Miguel Ángel Oliver, tiene la buena costumbre de rastrear un poco más allá del titular urgente. Quizá la relajación del fin de semana o su horario algo descabalgado de la exigencia máxima les permiten ese lujo, que cualquier telespectador haría bien en apreciar. Porque no suele ser habitual que a la noticia se le aplique el escalpelo, que es el feo nombre para la cuchilla de incisión. Llevamos semanas padeciendo la fiebre de la crisis migratoria. Apegados a la imagen tan contundente de los inmigrantes saltando la valla fronteriza, crece la sensación de impotencia ante un conflicto que nos supera, tanto en lo policial como en lo humanitario. Y así se afianza un debate desmesurado que infecta la discusión política en los meses previos a las votaciones europeas.

Por eso es interesante que el informativo rastree en datos tan contundentes como la comparativa con la presión migratoria desde 2006. Y que nos haga saber que el número de llegadas de inmigrantes se ha reducido de una manera categórica. En este clima enrarecido toleramos que se incumpla el trato humanitario, cuando deberíamos estar instalados en la vertiente contraria, porque el flujo migratorio es menor que nunca. La imagen televisiva del asalto a la valla es tan potente que fabrica un debate, lo propulsa y lo instala en nuestras vidas, pese a que carece de razón lógica para ocupar tanta preeminencia.

La televisión es remedio contra la televisión cuando analiza con profundidad. Cuando elabora los datos y nos hace conscientes de detalles que se nos escapan bajo las imágenes. Por ejemplo, que el flujo migratorio es muchísimo más alto en otras fronteras de acceso a Europa. Que la mayoría de los inmigrantes ilegales no llegan por la costa, sino en vuelos comerciales y en accesos nunca televisados. Que el descenso de población será un grave escollo para nuestra recuperación económica. Y así una lista de elementos que deberían contextualizar las imágenes dramáticas, las que nos han arrinconado en un debate del que no nos dejan salir, con los espectadores convertidos en boxeadores contra las cuerdas que recibimos en la cara imagen brutal tras imagen brutal convidándonos a pensar de modo erróneo.

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