_
_
_
_
_

Fallece Gonzalo Anes, director de la Real Academia de la Historia de España

Fue uno de los grandes renovadores de la historiografía española del siglo XX y pionero de la historia económica

Gonzalo Anes, director de la Academia de la Historia de España.
Gonzalo Anes, director de la Academia de la Historia de España.Luis Sevillano

Gonzalo Anes ha fallecido hoy en Madrid después de legar a la historiografía española una obra de asombrosa envergadura, fruto de medio siglo de incansable actividad profesional, tal como puede comprobar todo aquel que se asome a las páginas que le están dedicadas en una de sus creaciones más queridas, el Diccionario Biográfico Español. Una obra no sólo extensa por el número de sus títulos, sino también fundacional, puesto que está vinculada al nacimiento de la historia económica en nuestro país, que conoció de su mano un rápido desarrollo y una feliz institucionalización, a partir de su acceso a la cátedra de Historia Económica Mundial y de España de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Santiago en 1967 y, el año siguiente, a la misma cátedra en la Universidad Complutense de Madrid.

Gonzalo Anes se había trasladado desde su Asturias natal (Trelles en el concejo de Coaña, 1931) a la capital de España con veinte años para cursar sus estudios en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de Madrid, por entonces la única de su género en España. Licenciado en 1957, emprendió, bajo la dirección de Luis García de Valdeavellano, la redacción de su tesis doctoral, concluida en 1966 sobre La agricultura española en el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen. Su publicación en Editorial Taurus (1970) bajo un título diferente, Las crisis agrarias en la España moderna, significó por su originalidad un verdadero aldabonazo dentro del mundo historiográfico hispano, que saludó unánimemente la aparición del estudio por el enfoque inédito que representaba dentro de la investigación de los tiempos modernos. Antes y después de este hito, hay que dar cuenta de toda una serie de significativos trabajos sobre la economía y los economistas españoles de los siglos XVII y XVIII, entre los que cabe destacar los reunidos en la inolvidable colección “Ariel Quincenal” bajo el título de Economía e ‘Ilustración’ en la España del siglo XVIII (1969) y el dedicado a Francisco Martínez de Mata, autor prácticamente descubierto a los estudiosos por la espléndida introducción a sus discursos y memoriales (1971), donde se arrojaba nueva luz sobre la universalmente admitida crisis española del siglo XVII.

Más información
Franco para todos los gustos
Franco, ese (no tan mal) hombre
Franco no fue dictador, y punto
El ‘Diccionario’ no se corrige, pero se financia
Es hora de pedir responsabilidades
"No he leído la biografía de Franco"
El Gobierno pide a la Academia de Historia "medidas oportunas" para corregir el diccionario biográfico

En estos mismos años el historiador asturiano alcanza el momento culminante de su producción y de su influencia, tanto a partir de la docencia ejercida desde su cátedra, como a partir de la nueva orientación que confiere a la revista Moneda y Crédito (que estará bajo su dirección entre 1966 y 1989) para convertirla en el verdadero órgano de expresión de la joven disciplina de la historia económica en España, gracias a la generosa y liberal acogida en sus páginas de los trabajos de los estudiosos de la materia, sin distinción de adscripción a escuela o tendencia alguna. Es el momento también en que se incorpora al ambicioso proyecto de la Historia de España Alfaguara, escribiendo (en 1975) el volumen sobre El Antiguo Régimen: los Borbones, que componía el díptico modernista junto al revolucionario texto de Don Antonio Domínguez Ortiz sobre la época de los Reyes Católicos y los Austrias. Y este sería también el año en que sería invitado a incorporarse durante un curso al célebre Institute of Advanced Study de Princeton por el prestigioso hispanista John Elliott, que proseguía en aquel instituto sus trabajos sobre el Conde Duque de Olivares con la colaboración de José Francisco de la Peña. Y poco después de su regreso, en 1978, será elegido miembro de número en la que será su nueva casa, la Real Academia de la Historia.

Sin que sus nuevas obligaciones le impidan seguir escribiendo otra serie de obras significativas (como su contribución de 1985 al Homenaje a Pierre Vilar, el libro dedicado a su regional natal, Economía y sociedad en la Asturias del Antiguo Régimen de 1988, la nueva edición de su libro para Alfaguara, ahora bajo el título de El Siglo de las Luces de 1994, y el más ambicioso de sus trabajos consagrado al Nuevo Mundo, La Corona y la América del Siglo de las Luces de 1994), la mayor parte de sus energías las canalizará en el seno de la Real Academia de la Historia, sobre todo durante la larga etapa de su dirección, desde 1988 hasta hace unas horas. Bajo su mandato, la institución se ha visto beneficiada por su infatigable dedicación, que se ha manifestado en muchos campos, pero entre los cuales quizás deba entresacarse su preocupación por la consolidación y seguridad del edificio, su denodado esfuerzo por garantizar unas finanzas saneadas a una entidad siempre corta de recursos en relación con sus tareas, su decidida apuesta por organizar actividades destinadas a incorporar a un público más amplio de interesados por la Historia y, finalmente, el proyecto del Diccionario Biográfico Español, una obra de enorme envergadura que ha de resultar un instrumento de extrema utilidad al servicio de los historiadores y de los interesados por la Historia, en España y fuera de España. Es cierto que el Diccionario Biográfico Español ha estado en el centro de una viva polémica, motivada esencialmente por la inadecuada elección de los autores de algunas voces sensibles (muy en particular la del general Franco, al que contra toda evidencia parece exculparse de su condición de implacable dictador de cuño fascista), pero este hecho no debe condenar el conjunto de la obra.

Y desde luego, al margen de este último debate y también al margen de los muchos y merecidos reconocimientos académicos, el nombre de Gonzalo Anes figurará siempre como el de uno de los indudables renovadores de la historiografía española del siglo XX y como uno de los más destacados servidores de la Real Academia de la Historia.

Carlos Martínez Shaw es catedrático de Historia Moderna en la UNED y miembro de la Real Academia de la Historia.

Especialista en Heráldica

Al frente de la dirección de la Academia, Gonzalo Anes será sustituido por el historiador y actual vicedirector de la Real Academia de la Historia, Faustino Menéndez Pidal de Navascués, hasta que se celebren las próximas elecciones previstas para diciembre, según recoge el reglamento de la Academia.
Faustino Menéndez Pidal de Navascués (Zaragoza, 1924) está considerado el "más prestigioso de los heraldistas españoles". Es académico de número de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, director de la revista Hidalguía y miembro del consejo de edición de la revista Emblemata.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_