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José Sacristán no envejece

En septiembre el actor cumplirá 77 años pero encara el futuro con la agenda llena de proyectos. Hoy, Málaga le homenajea

El próximo mes de septiembre cumplirá 77 años pero, lejos de pensar en una jubilación o en un retiro dorado, José Sacristán encara el futuro con la agenda llena de proyectos. Acaba de vivir una de las épocas más dulces de su carrera, llena de premios y distinciones, entre ellos el Goya al mejor actor y la Concha de plata del Festival de San Sebastián por su interpretación en El muerto y ser feliz, y hoy viernes el Festival de Málaga le rinde un homenaje por toda su carrera.

Con este motivo, TCM y el propio Festival de Málaga han coproducido el documental Sacristán: delantera de gallinero, que se presenta en el transcurso de ese homenaje y que TCM emitirá el próximo lunes acompañado de uno de los títulos más relevantes y más queridos del actor: Un Lugar en el Mundo, de Adolfo Aristarain.

En el documental, dirigido por Pedro González Bermúdez, ganador de un Goya en 2012 por Regreso a Viridiana, José Sacristán recuerda su vida y carrera. Sentado sobre el escenario del Teatro Lope de Vega de Chinchón, la localidad madrileña en la que nació el 27 de septiembre de 1937, echa la vista atrás para contar a los espectadores cómo se fue forjando la persona y el actor que es hoy en día. Recuerda a sus padres, Venancio y Nati, cómo nació su vocación, y lo duro que fueron sus comienzos teatrales, cuando apenas tenía dinero y comía los alimentos de atrezo de los escenarios.

A mediados de los sesenta debutó en el cine, haciendo un brevísimo papel en La familia y… uno más, de Fernando Palacios, junto a su admirado Alberto Closas. Su nombre, sin embargo, no aparecería en los títulos de crédito de los carteles cinematográficos hasta unos años después, cuando estrenó Un millón en la basura.

A partir de entonces se fue forjando una de las carreras cinematográficas más largas y fecundas del cine español. “Tuve la suerte de no ser ni muy guapo ni muy feo, ni muy alto ni muy bajo, ni muy listo ni muy tonto. Fui la correa trasmisora en la que se reconocían o se encontraban el españolito y la españolita de a pie”, explica en la película.

De la mano de José Sacristán, revivimos las comedías costumbristas del franquismo, calificadas despectivamente como “españoladas”; la llamada Tercera vía, que impulsó a comienzos de los setenta el productor José Luis Dibildos; el cine de la Transición con títulos como Un hombre llamado Flor de otoño, Asignatura pendiente y Solos en la madrugada, o los años 80, con éxitos como La colmena y El viaje a ninguna parte.

Sacristán no reniega de ninguna época ni de ninguna de sus películas. “El verdadero premio de esta profesión, dice, es poder seguir trabajando durante tantos años”. También recuerda con cariño y veneración a compañeros como Alfredo Landa y Fernando Fernán Gómez, y a directores como José Luis Garci.

Pero la carrera de José Sacristán no se detiene. Dentro de algunos meses se estrenarán sus dos últimos trabajos: Murieron por encima de sus posibilidades, de Isaki Lacuesta, y Magical Girl de Carlos Vermut. Durante estos días ha estado rodando Perdiendo el norte de Nacho G. Velilla y seguimos viendo su figura habitualmente en las pantallas de televisión y sobre los escenarios teatrales. Y es que, como explica en el documental, “quiero seguir jugando a ser el que no soy”. O como decía su personaje en El viaje a ninguna parte, uno de los mejores de toda su carrera: “la gente necesita reírse y nosotros les llevamos la risa”.

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